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Cuenta Vince Vaughn que lo que más le interesó a la hora de interpretar a Andrew Yancey era el arquetipo de liante que representaba. Menuda novedad. Ninguna prueba, ninguna duda, recordando sus mas representativos trabajos, y reivindiquemos aquí dos peliculones como De boda en boda y Cuestión de pelotas que esa es su zona de confort.
En Mono malo, Vaughn encarna a un verborreico policía de Key West, en los Cayos de Florida. Un tipo que nunca jamás se queda con la palabra en la boca, y que cada dos por tres entra y sale del departamento, enfada a su jefe y devuelve la placa y la pistola. Lo mismo te investiga un crimen que examina cocinas de restaurantes a lo Chicote, poniendo multas ante la presencia de ratas y/o cucarachas al lado de una freidora grasienta. Yancey es un encantador de serpientes tan majete como irritante, consciente de tomar siempre la peor de las decisiones, y que solo encuentra la paz en una tumbona del patio de su casita frente al mar. Copa de vino y mirada al horizonte.
Con Bill Lawrence a los mandos, la trama utiliza una estructura de noir tradicional y la salpica de constantes notas de humor, obra y gracia de los infinitos parloteos de un Vince Vaughn que hace de Vince Vaughn
Adaptación de la novela homónima de Carl Hiessen, Mono malo (ya completa en Apple TV+) comienza con nuestro hombre suspendido de empleo y sueldo. Y con la aparición marina de un brazo amputado clavado en una caña de pescar. El tono al que la serie aspira está representado en ese mismo arranque: el brazo en cuestión tiene el puño cerrado y el dedo corazón firmemente levantado. Una peineta en toda regla que se diría dirigida a quienes busquen en esta serie nada más que un divertimento ligero y simpático.
La búsqueda del dueño de la extremidad, vivo o muerto, se convertirá en el objetivo de un Yancey que nunca sigue buenos consejos ni deja las cosas a medias. Decidido a recuperar la placa, nuestro hombre emprende una investigación extraoficial a caballo entre Florida y las Bahamas, siempre rodeado de paradisíacas playas tropicales, en la que se cruzará con una femme fatale con perrete, con un plan urbanístico para construir un resort en territorio virgen, con una forense que parece responder a sus coqueteos, con una estafa a una compañía de seguros médicos, con una hechicera seguidora de las tradiciones Obeah, con un piloto que busca amigos bajo las piedras, con algún que otro cadáver y, claro, con un pequeño mono (no especialmente) malo (y no especialmente relevante como para dar título a la fiesta).
Facilona y ligera, relajada, poco exigente, simpática, definitivamente resultona, ‘Mono malo’ funciona pese a sus defectos porque, de algún modo, los abraza
Con Bill Lawrence, el de Scrubs y Ted Lasso, a los mandos, la trama utiliza una estructura de noir tradicional y la salpica de constantes notas de humor, obra y gracia de los infinitos parloteos de un Vince Vaughn que hace de Vince Vaughn, aquello del liante y aquello de no callarse ni debajo del agua. Él sostiene los momentos más chisposos de una serie que tiene entre sus virtudes no tomarse nunca en serio a sí misma, incluso regodeándose, por momentos, en la mayor de las ridiculeces.
Pero Mono malo también abre un abanico demasiado irregular de subtramas y giros de guion: solo la malvada pareja formada por Meredith Hagner y Rob Delaney mantiene el tipo, sólidos en la comicidad soterrada de la sociópata y el calzonazos. Otros arcos argumentales, como el de la amante de Yancey (Michelle Monaghan) y su necesidad de huida permanente, o como el de las crisis emocionales de la, por otro lado, carismática bruja Lady Dragón (Jodie Turner-Smith), no parecen obedecer a otra cosa que el puro relleno.
Mono malo ni siquiera juega la carta de mantener los misterios de todo caso criminal más allá de tres o cuatro episodios. No es esta una trama que apueste por los cliffhangers ni por las respuestas que tardan en llegar. No le importan lo más mínimo, porque todo eso no es aquí otra cosa que puro contexto para que los personajes se crucen, se persigan, se amenacen o se enamoren. Y, sobre todo, para que la energía de Vince Vaughn trate de contagiar, sin lograrlo del todo, a sus colegas.
Facilona y ligera, relajada, poco exigente, simpática, definitivamente resultona, Mono malo funciona pese a sus defectos porque, de algún modo, los abraza. Y porque sabe asumirse, reconocerse a sí misma, y nunca intenta ser otra cosa que la que es.