Libertad: Una serie y una peli en tierra de nadie
'Libertad'

Una serie y una peli en tierra de nadie

El 26 de marzo Movistar+ estrena 'Libertad', su nuevo original firmado por Enrique Urbizu, en dos formatos: película y serie. Un propuesta experimental que trae consigo diversas consideraciones.

Bebe interpreta a 'La Llanera', encarcelada 17 años junto a su hijo nacido en prisión. | Créditos: Emilio Pereda

Enrique Urbizu tiene nueva serie. Enrique Urbizu tiene nueva película. Y las dos se titulan Libertad. Un ejercicio de duplicidad que se puede ver como un experimento o incluso una muestra de –valga la redundancia– libertad creativa de su creador. Pero sea lo que sea, a fin de cuentas, su existencia responde más bien al estado actual del audiovisual post-pandémico. Un estado que bien podría ser un mar de dudas. O un río revuelto. Y ya sabemos que a río revuelto…

…Ganancia de pescadores. Pero con una propuesta dual como largometraje y película, ¿Qué gana Libertad? ¿Y qué ganan Movistar+, la distribuidora A Contracorriente y Enrique Urbizu? De entrada, es muy interesante comparar los dos productos, uno junto al otro. Pocas veces podremos ver de manera tan directa las diferencias entre dos formatos y dos medios.

Dos maneras distintas de contar historias, las series y el cine, a las que sin embargo, todos parecemos obsesionados en fusionar y juntar. ¿Cuántas veces hemos dicho como loanza eso de «esta serie parece una película»? ¿A cuántos directores de cine estrella fichados por canales y plataformas hemos oído decir eso de «he rodado la serie como si fuera una película de X horas»? Ejemplos como estos hay varios pero, en el fondo, solo indican una cosa: el cacao mental que tenemos como espectadores, creadores y opinadores. ¿Son series y cine lo mismo?

Lejos de encontrar una respuesta final, cada cierto tiempo aparecen títulos fronterizos que nos aumentan el lío existencial aún más. En 2019, Cahiers du Cinéma proclamó a la serie Twin Peaks: el retorno como la mejor película de la década. En 2020, Steve McQueen (12 años de esclavitud) estrenó Small Axe, una serie de películas producidas por BBC y Amazon. Y en 2021, todo este cacao llega a España con el estreno en salas –230 en total– de la película Libertad y en Movistar+ de la serie Libertad.  ¿En qué quedamos?

Película VS Serie: ¿Dos públicos distintos?

De entrada, una vez vistas tanto la versión cinematográfica como la versión para televisión, la sensación es que la historia agradece mucho más el formato en serie. Mientras que el reloj de la película se para a los 135 minutos, la serie se extiende hasta los 250 minutos repartidos entre cinco capítulos.

En una historia coral como la que plantea Urbizu, es indudable que una duración más amplia favorece que las tramas tengan mayor fluidez y que los personajes tengan un espacio más amplio para su desarrollo. Al fin y al cabo, siempre se ha dicho que la televisión es un medio de guionistas; de personajes. Y en este sentido, la serie Libertad se apunta un tanto.

Es ante la pantalla grande, con toda nuestra atención, donde más se disfruta el aspecto visual de Libertad. 

Por otra parte, la película Libertad sabe sacar provecho de aquello casi intangible que te aporta una sala de cine. Para los que nos hemos criado en las salas, nada puede superar aún la inmersión de una gran pantalla en una habitación oscura. Y por no hablar del sonido.

Los hogares están equipadas cada vez con pantallas más grandes pero en el terreno del sonido, lo doméstico sigue a años luz de los cines. A menos que puedas gastarte el jornal –como dirían los protagonistas de Libertad– en un equipo de altísima gama. Aquí es donde Libertad, la película, se permite explotar la mezcla de sonido de una forma creativa.




Es aquí también, donde Enrique Urbizu puede sacar mayor partido a su buen ojo tras la cámara. Su filmografía siempre ha desprendido un gusto exquisito por la historia del cine y sus géneros. Y es ante la pantalla grande, con toda nuestra atención, donde más se disfruta el aspecto visual de Libertad.

Puede que la mítica serie Curro Jiménez sea una inspiración declarada para su historia de bandoleros decimonónicos pero cada plano de Libertad desprende la buena puesta en escena cinematográfica del director de La caja 507  y No habrá paz para los malvados. Los paisajes a campo abierto de Libertad, los encuadres barrocos en interiores o esa facilidad de Urbizu para plantear escenas de acción que conjugan drama e impacto, respiran cine. Tanto ahora para la película.

Sin embargo, quizás no haya que buscar un desempate. La verdad es que la experiencia de los dos visionados en los dos formatos deja patente que cada Libertad es para un público distinto. Difícilmente habrá público general que vea las dos versiones. Es ahí donde un proyecto como Libertad encaja mejor en el concepto de experimento más que en el de experiencia. Y en todo caso es un experimento, por encima de todo, muy sintomático del momento jodido en el que se encuentra la industria audiovisual. Pero, ¿es un experimento novedoso?

Antecedentes:  ¿Se ha hecho antes?

Quizás por la simultaneidad del estreno de la película y la serie, Libertad es un hecho único. Tanto en el momento como en el lugar. Pero en esa zona gris de fricción total entre series y cine en la que el proyecto de Urbizu se encuentra –y nos encontramos todos– hay bastante recorrido histórico de títulos que han navegado en esas dos aguas.

El joven Jason Fernández, el hijo de ‘La Llanera’, junto al veterano Ginés García Millán. | Créditos: Emilio Pereda

Muchas veces se trataban de largas y ambiciosas producciones televisivas que en su país de origen se veían como series y que, por su calidad, en el exterior, ya fuera en festivales o circuito comercial, se distribuyeron como películas. Es el caso por ejemplo, de clásicos de Ingmar Bergman como Secretos de un matrimonio que fue primero serie en Suecia y luego película en el extranjero. O Fanny y Alexander que tras su paso en salas se pudo ver en la televisión sueca en la versión miniserie original que concibió Bergman.

‘Todas las mujeres’ fue reeditada en 2013 con una versión cinematográfica que obtuvo cuatro nominaciones a los Goya

De la misma forma existen ejemplos en el siglo XXI como Carlos, del director Olivier Assayas. Producida por Canal+ Francia como miniserie y película al mismo tiempo. Ambas versiones cosecharon nominaciones y galardones de prestigio en distintas categorías. En el 2003, la ganadora del premio Un certain regard en el Festival de Cannes fue La mejor juventud, de Marco Tullio Giordana. Una producción de la RAI italiana que se estrenó en dos partes en el cine y también en formato miniserie en la televisión.

Incluso en los Oscars del 2017 una serie logró ganar una estatuilla. Fue en la categoría de mejor documental. Una machada que consiguió OJ: Made in America de la ESPN. Como los 467 minutos de su metraje se pasaron íntegros en forma de película en Sundance y algunas salas comerciales estadounidenses, pudo optar al premio y ganarlo.

A veces la conversión en miniserie se ha producido a posteriori de una gran película para sacar provecho comercial o de marketing. Pasó en 1977 cuando la NBC emitió durante cuatro noches seguidas la miniserie La saga del Padrino en la que El Padrino El Padrino Parte II fueron remontadas de forma cronológica y con escenas adicionales en cuatro episodios. Y en el 2019 Netflix obtuvo el beneplácito de Quentin Tarantino para presentar una versión extendida de Los odiosos ocho en cuatro episodios.

En otras ocasiones eran TV movies americanas las que llegaban a Europa a los cines. Fue el caso, por citar un par, de El diablo sobre ruedas, de Steven Spielberg en 1971 o de la tv movie de HBO Llámame Peter en el 2004.

También en España y Latinoamérica existen ejemplos de proyectos que se han presentado en los dos formatos. Mariano Barroso, antes de sus recientes series El día de mañana La línea invisible realizó para el canal TNT la primera serie original de un canal de pago en España, Todas las mujeres. Protagonizada por Eduard Fernández, Michelle Jenner y Nathalie Poza, entre otras, Todas las mujeres fue reeditada en 2013 con una versión cinematográfica que obtuvo cuatro nominaciones a los Goya e incluso ganó el de mejor guion adaptado (sic).

Y en el 2016, se estrenó en cines una producción con participación de Movistar+ y TVE, Vientos de la Habana, con Jorge Perrugorría y Juana Acosta, que era en realidad el primer episodio de una serie titulada Cuatro estaciones en La Habana.

Ni mitad gángster, ni mitad político

Como decíamos, parece que hay una Libertad para cada público. Aunque habiendo visto ambas, uno tiene la sensación que fue primero la serie que la película. De lo cual se desprende que toda la operación Libertad responde más a los intereses industriales que a los artísticos. Y no es nada criticable. No se trata de ser negativo o negativista. Al contrario. Después de un año de pandemia tan duro, en el que la industria audiovisual ha sido forzada a adelantar un cambio de paradigma que se avecinaba más tardío, es una alegría encontrar compañías como Movistar+ y A contracorriente que apuestan por llevar productos de interés a una salas muy necesitadas de oferta.

Junto a ‘La llanera’ (Bebe) encontramos a ‘El Inglés’ (Jorge Suquet), un escritor que dará a conocer al mundo su biografía. | Créditos: Emilio Pereda

En este sentido, chapó para Libertad. No obstante eso mismo es lo que aporta al producto Libertad, tanto la serie como la película, una confusión existencial que, temo, la sitúa en esa horrible tierra de nadie en la que indefinición es un gran problema. En tiempos de blanco o negro, quien se sitúa en una zona gris corre el riesgo de desaparecer en la nada. Si no, que se lo pregunten a los que se definen como equidistantes en política. Malos tiempos para el centro, aseguran.

Como le decía Jimmy Darmody a Nucky Thompson en la primera temporada de Boardwalk Empire: «No puedes ser mitad político y mitad gángster». O como dice mi padre con una expresión muy poco políticamente correcta para el 2021:  «O todos moros o todos cristianos». Volviendo a Jimmy y Nucky: hay que mojarse. hay que ensuciarse las manos y tomar partido. Si no, corres el riesgo de quedarte en medio de todo. Sin una cosa ni la otra.

Corremos el riesgo que, en lugar de comprimir ese espacio fronterizo entre series y cine, lo ensanche aún más.

Al inicio del texto citábamos a Small Axe. Hay quien se rasgó las vestiduras cuando la obra de Steve McQueen no consiguió ninguna nominación a los Oscars, pese a optar a otros galardones cinematográficos o estar en las listas de las mejores películas del año. Si realmente su intención, como producto de prestigio, era consagrarse en los Oscars, Small Axe fracasó en todos los sentidos por culpa de un carácter híbrido y televisivo, no lo olvidemos, que directamente la descalificó para los Oscars.

La operación que realizó Small Axe denota, en parte, que pese al auge del formato televisivo o serielizado, hay quien sigue buscando eso que llaman «prestigio» en el cine. Pero si parece un pato, nada como un pato y grazna como un pato entonces probablemente sea un pato…¡Y tan felices!

En el centro de la imagen, Isak Férriz y Xabier Deive, son ‘El aceituno’ y ‘El lagaritjo’, dos bandoleros rivales. | Créditos: Emilio Pereda

En definitiva, lo que no debemos olvidar es que la situación actual del sector de la exhibición en salas y del modelo de negocio tradicional de las distribuidoras y productoras de cine está obligando a todo el mundo a afrontar el negocio con una perspectiva de ensayo y error. Esa es la realidad. Lo estamos viendo con las grandes majors de Hollywood probando distintas estrategias de estreno de sus películas. Que si en salas y en plataformas, que si solo en plataformas premium, que si en salas y en premium. Un lío.

En lo que llevamos de año pandémico, por ejemplo, Disney ha estrenado cuatro películas, cada una con un modelo distinto. Estrenar ahora es lanzar una moneda al aire, más aún si hablamos de las salas. Aunque mucho ojo. Porque puede que la propuesta de doble formato de Libertad, destinada a dos públicos que se asemejan bastante en gustos pero se distinguen mucho en hábitos, sea vista como una genialidad.

Sin embargo, corremos el riesgo que, en lugar de comprimir ese espacio fronterizo entre series y cine, lo ensanche aún más. Veremos cómo salimos del ensayo. Quizás, oiga, Libertad aporte una solución más que bienvenida al sector. O puede, tan solo puede, que la apuesta doble que hace Libertad esconda un todo o nada que termine con el más débil. 

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