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Brian Cox ha representado El rey Lear en dos ocasiones. En la primera, a principios de los 80, quien daba vida a Lear era Laurence Olivier. En la segunda, en 1990, Cox ya era el famoso rey shakespeariano que se enfrenta a todo tipo de problemas al dividir su herencia entre sus hijos. Y hay quien argumenta que lo está interpretando por tercera vez, pero en televisión, como Logan Roy, el patriarca propietario del conglomerado mediático Waystar Royco en Succession.
El estreno de la cuarta, y última, temporada de la serie en HBO Max es lo que lo trajo a Madrid a finales del pasado mes de marzo. Cox participó en un coloquio en la Academia de Cine en el que habló sobre cómo veía él a Logan y a la serie, en su conjunto (coloquio al que, por cierto, asistió un buen puñado de actores españoles, como Belén Cuesta, Tamar Novas, Alberto Ammann o Pau Durá), no sin antes haber dejado por la mañana una imagen icónica: su posado delante del cuadro de Goya en el que el dios Saturno devora a sus hijos, una pintura que más de una vez se ha utilizado para definir Logan. “Es un poco duro”, bromeaba Cox al sacarse la foto.
“Es un hombre complicado, muy solitario, que lo apostó todo a una idea, su empresa. Su empresa es lo más importante para él”.
El sentido del humor del actor escocés, de hecho, se mantuvo durante la charla vespertina, como se ha visto también en sus apariciones promocionales. Lleva muchos años ganándose la vida como actor tanto en teatro como en cine y televisión, donde se labró fama de secundario en el que siempre se puede confiar, y ha aprendido a relativizarlo todo, incluso el famoso Método que sigue su compañero de reparto, Jeremy Strong.
Ese humor le lleva a conectar con Jesse Armstrong, creador de Succession, y con el propio tono de la serie, que es más una sátira que un drama de altos vuelos. “Es muy cómica, te dan muchas líneas de diálogo alternativas para ver cuál es más divertida”, señala, destacando la evolución de Kieran Culkin (Roman) en ese aspecto; de estar muy nervioso por probar una, a hacerse cinco páginas de diálogos alternativos sin pestañear.
Pero Cox también es muy consciente de que, en el fondo, la situación de Logan no es cómoda: “Es un hombre complicado, muy solitario, que lo apostó todo a una idea, su empresa. Su empresa es lo más importante para él”.
De Logan Roy a Brian Cox
La cuarta temporada arranca con tres de sus hijos (Kendall, Shiv y Roman) enfrentados con él después de darse cuenta de que nunca va a ceder las riendas del negocio, y el enfrentamiento expone, precisamente, la soledad en la que se mueve el patriarca Roy: “este es su problema; quiere a todos sus hijos, los recuerda de cuando eran niños”.
“(Succession) va sobre la gente y sus idioteces. Es gente muy estúpida”.
Describe estos capítulos finales como una “montaña rusa” y también enfatiza que, aunque haya quien crea que intimida tanto como Logan y que actor y personaje se parecen mucho, eso no es así: “Logan no tiene nada que ver conmigo. O solo un poco”. Pero sí es consciente de que el personaje “da a la gente mucha oportunidad de proyectar muchas cosas en él. Es un incomprendido”.
Brian Cox, desde luego, es menos cortante que el magnate de las comunicaciones. Durante todo el coloquio estuvo divertido, haciendo bromas sobre sí mismo, y sin eludir preguntas que le persiguen desde el estreno de Succession, como esa comparación con Shakespeare que él solo ve en la importancia que Armstrong y su equipo de guionistas dan a las palabras.
Los Roy tienen maneras muy imaginativas de insultarse, por ejemplo, algo que el actor cree que no se lleva tanto como antes. “El cine ha olvidado la relación entre la imagen y la palabra”, asegura al referirse a los blockbusters que copan las carteleras, y añade que esa relación se mantiene no solo en Succession, sino en unas cuantas de las series mejor consideradas.
Esta, en concreto, ha generado también un enorme interés por los estilos de vida de sus personaje. Son ricos y poderosos, pero rara vez presumen de ello. Su vestuario es discreto aunque cueste miles de dólares, pero se nota el dinero en los viajes en avión privado y los pisazos con grandes ventanales dominando las alturas de Manhattan. Son embargo, Cox no comparte la fascinación del público por ellos: “(Succession) va sobre la gente y sus idioteces. Es gente muy estúpida”. No hay más que añadir.