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Un día Ronald Gladden, un instalador de sistemas de energía solar, buscaba en Craiglist una forma de ganar un dinerillo extra. Allí encontró un anuncio para formar parte de un documental que seguiría al jurado de un juicio civil. Un 12 hombres sin piedad en la vida real.
Tras participar en un proceso contra más de 4000 aspirantes, Ronald fue elegido al igual que, como él creía, algunos de los demás jurados. Pero lo que Ronald no sabía es que, durante los 17 días que duró su labor y en los que tuvo que estar conviviendo en un hotel con los demás miembros del jurado, estaba formando parte de una de las bromas más elaboradas hechas en televisión. Todo era falso. El juicio y todo lo que el ocurría estaba preparado, había cámaras escondidas por todas partes y las personas con las que interactuaba, incluido el acusado, la defensa, la acusación, el juez, e incluso sus compañeros jurados, eran actores siguiendo un guion.
Jury Duty no es un formato totalmente nuevo, ya que debe mucho a The Joe Schmo Show -que aquí en España tuvo su propia adaptación bajo el nombre de El show de Cándido– un reality de convivencia y eliminación al estilo Gran Hermano donde todos los concursantes eran actores excepto uno de ellos.
Lo que hace a Jury Duty diferente es que su formato no es de reality sino de mockumentary al estilo The Office, serie en la que escribieron sus dos creadores, Lee Eisenberg y Gene Stupnitsky. Hay entrevistas a cámara, y aunque Ronald es el protagonista los demás actores tienen sus propias tramas en las que él no participa, incluso hablando a cámara siendo sus personajes y no quienes son en realidad. Hay una complicidad con el espectador que sabe toda la verdad desde el principio, pero a su vez no se rompe el juego, ni siquiera cuando el protagonista no está presente. Esto lleva a situaciones divertidísimas que muestran la originalidad del formato.
Para llevar a cabo una serie así se necesitan unos intérpretes que no solo sepan actuar, sino también improvisar y ser capaces de no salirse nunca del papel
Jury Duty no es un reality show ni un documental, es una serie donde uno de los personajes no sabe que está dentro de una serie, como si en The Office todos los personajes fuesen actores menos Dwight Schrute, un hombre que de verdad piensa que está yendo todos los días a trabajar a una empresa que vende papel.
Jury Duty es una serie con una extensa planificación -algo que se puede comprobar en los episodios con comentarios de los actores, también disponibles en Prime Video-. Similar a Los Ensayos, de Nathan Fielder, y dado que no sabían como Ronald podía reaccionar, había plan B, C, D o incluso E para todas las situaciones: si se tomaba bien una broma se reaccionaba de una manera, y si se la tomaba mal se debía reaccionar de otra, siempre tratando de que estuviese lo más cómodo y tranquilo posible, y, sobre todo, que no descubriese lo que estaba ocurriendo.
Para llevar a cabo una tarea así se necesitan unos intérpretes que no solo sepan actuar, sino también improvisar y ser capaces de no salirse nunca del papel. Convertirse en otras personas durante más de dos semanas. Por ello, hay que aplaudir a Susie Farris, la encargada de casting de la serie que ha sido nominada al Emmy por un excelente trabajo que ha consistido en encontrar unos actores con el talento necesario pero lo suficientemente desconocidos como para que a Ronald no les sonase -aunque a nosotros los seriéfilos nos suenan más de uno, de dos y de tres-, que se han comprometido al máximo con el reto y han cumplido a la perfección su difícil labor. Entre ellos, por cierto, se encuentra Alan Barinholtz, padre de Ike Barinholtz (The Mindy Project) y Jon Barinholtz (Superstore), un abogado jubilado que interpreta al juez en la serie tras haber sido recomendado por sus hijos para el papel.
Sin embargo, para hacer más divertido el juego, uno de los jurados es un actor reconocido de Hollywood que se interpreta a sí mismo, James Marsden, con quien Ronald hace buenas migas desde el principio y habla ilusionado de todas las películas donde le ha visto. Marsden interpreta a una versión exagerada de sí mismo, una estrella de cine que se lo tiene creído, que no para de presumir de su trabajo y que incluso utiliza su fama para intentar librarse de su obligación como jurado. Una actuación, con gran parte de improvisación, tan divertida y sin miedo a reírse de sí mismo que le ha valido una merecida nominación al Emmy como mejor actor secundario de comedia.
‘Jury Duty’ ha sido un éxito inesperado, es una serie que ha crecido con el boca-oreja hasta el punto de convertirse en un fenómeno en Estados Unidos
Pero James Marsden no es el único que destaca entre los “actores secretos”, ya que, entre otros, también destacan Todd (David Brown), un inventor autodidacta que cada día lleva uno de sus extraños inventos al juicio -como unos pantalones con una silla plegable incorporada-, Noah (Mekki Leper) un joven preocupado porque el juicio se alargue mucho y perderse unas vacaciones con su novia y que comienza a sentirse atraído por Jeannie (Edy Modica), otra miembro del jurado, o Shaun (Evan Williams), el abogado del acusado, una persona tan incompetente que es un milagro que Ronald no averiguase que no se trataba de un abogado de verdad.
Pero Jury Duty no habría sido posible ni sería la gran serie/experimento que es sino fuese por el propio Ronald. No solo es alguien gracioso, sino que es un hombre majísimo. Siempre intenta ayudar y aconsejar a sus compañeros, incluso con la mayor barbaridad que se os pueda ocurrir. Lo llevan al límite y él siempre aguanta con una sonrisa, siendo empático y comprensivo en todo momento.
Además de tener un gran carisma, Ronald es una persona muy inteligente y resolutiva, que sabe ver todas las pistas que se le ponen por delante, o al menos las del juicio, percatándose de todas las contradicciones en las declaraciones de los testigos de la acusación. Se toma muy en serio su labor como jurado, aunque durante los 17 días que duró el rodaje Ronald también tuvo tiempo para divertirse, ya fuese hablando con sus compañeros, jugando a videojuegos, organizando una fiesta de cumpleaños, e incluso cenando en un restaurante mexicano donde, sin el saberlo, los comensales y empleados eran actores compinchados en crear uno de los momentos más incómodos que hemos visto este año en televisión.
Amazon podría cambiar su modelo de financiar series de alto presupuesto y apostar más por series de bajo presupuesto con conceptos atractivos y arriesgados
Jury Duty ha sido un éxito inesperado. Estrenada en Amazon Freevee en Estados Unidos -y en España disponible en Prime Video- sin prácticamente promoción, es una serie que ha crecido con el boca-oreja hasta el punto de convertirse en un fenómeno en Estados Unidos, la serie de la que todo el mundo hablaba.
Tal ha sido su impacto que, según informó Vulture, Amazon podría cambiar su modelo de financiar series de alto presupuesto que no están dando el resultado esperado, como Los anillos del poder o Citadel, y comenzar a apostar más por series de bajo presupuesto con conceptos atractivos y arriesgados. Jury Duty demuestra que no importa cuanto dinero se gaste una cadena o plataforma, el público siempre preferirá una pequeña serie que le haga reír que una gran serie que le aburra.
Jury Duty tiene el honor de ser la primera serie de una plataforma FAST que ha logrado la nominación al Emmy a mejor serie, en este caso a mejor comedia. Aunque tiene una competencia muy fuerte, enfrentándose a la anterior ganadora, Ted Lasso, o a pesos pesados como The Bear o Colegio Abbott, no se puede descartar que dé la sorpresa como ya lo hizo Schitt’s Creek y se lleve la estatuilla.
Premios a parte, el éxito de Jury Duty es una buena noticia para las series. Por un lado, demuestra que con menos presupuesto las plataformas FAST pueden hacer series tan buenas como las plataformas de pago. Por otro, demuestra que para que una serie sea un éxito no es necesario que se base en una IP y que los espectadores agradecen cuando se apuesta por ideas originales. Y finalmente, nos ha dado Ronald Gladden, que le ha gustado la idea de actuar y ya ha firmado por una agencia de representación. Esperemos que en cuanto acabe la huelga le lluevan las ofertas.