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Cuando Modern Family llegó a su final en abril de 2020 parecía marcar el fin de una era. En una época de auge del streaming, con las series en abierto perdiendo cada vez más relevancia en crítica y premios, audiencia y, también hay que decirlo, calidad, todo apuntaba a que el fin de la comedia creada por Christopher Lloyd y Steven Levitan también significaría el fin de la comedia en abierto.
Se harían sitcoms entretenidas, pero ninguna imprescindible. Todo lo verdaderamente bueno, lo que había que ver, se haría en plataformas de streaming. Pero siempre hay que tener cuidado cuando se hacen predicciones sobre el futuro, ya que al igual que Juego de Tronos no fue la última serie que generó conversación semana a semana, Modern Family no fue el final de ninguna era, solo un punto y seguido.
ABC sabía que tenía una joya con Colegio Abbott, una comedia creada por Quinta Brunson sobre un colegio público de Filadelfia, y por ello decidió preestrenarla en diciembre de 2021, un mes antes de comenzar su emisión regular en la cadena. Colegio Abbott tiene muchos puntos en común con Modern Family, ya que además de ser ambas de la cadena ABC, las dos son falsos documentales donde los personajes son conscientes de que están siendo grabados y hablan en entrevistas a cámara.
Otra similitud, es que los personajes de ambas series son buenas personas que se respetan y apoyan mutuamente y que buscan hacer su trabajo lo mejor posible. La serie declara sus intenciones desde el primer episodio, cuando una profesora es despedida por pegar a un alumno. En Colegio Abbott no hay lugar para la violencia, es un espacio seguro tanto para personajes como para espectadores.
Es como si la serie llevase años sucediendo, pero es ahora, con la llegada del equipo documental al colegio, cuando podemos verla
Es habitual que las comedias necesiten unos cuantos episodios para encontrarse a sí mismas, controlar su tono y cogerle el truco a sus personajes. The Office o Parks and Recreation, son también falsos documentales desarrollados en lugares de trabajo, y no comenzaron a ser las grandes series que todos recordamos hasta sus segundas temporadas. Para Colegio Abbott fue diferente.
Es cierto que el primer episodio incluye la llegada de un nuevo personaje, una de las herramientas más habituales para empezar cualquier serie, siendo en este caso la llegada de Gregory, el profesor sustituto interpretado por Tyler James Williams. Pero las personalidades de los personajes y sus relaciones están perfectamente definidas y construidas desde el principio. Es como si la serie llevase años sucediendo, pero es ahora, con la llegada del equipo documental al colegio, cuando podemos verla.
Janine (Brunson), la protagonista, es optimista pero también ingenua, es esa clase de profesora que busca marcar a sus alumnos y ser recordada con orgullo en el futuro como esa maestra que les convirtió en lo que son. Jacob (Chris Perfetti) es similar a Janine, pero él lo que busca es aceptación. Quiere que sus alumnos aprendan con él, pero también que le vean como un amigo más, aunque para ello les tenga que consentir alguna que otra gamberrada.
Más duras son Melissa (Lisa Ann Walter) y Barbara (Sheryl Lee Ralph). Dos mujeres que aunque son excelentes profesoras y tratan a sus alumnos con cariño, no se andan con tonterías y tienen los pies en la tierra. Son las más veteranas y llevan años como docentes, por lo que saben que los alumnos vienen y van, y que su objetivo como maestras no es cambiarles la vida, sino darles las herramientas para moverse por ella. Gregory, el profesor sustituto, se encuentra en un punto medio entre ambos bandos, sabe que su estancia en el colegio será corta, y quiere hacerlo lo mejor posible en el poco tiempo que tiene, lo que hace que en ocasiones se obsesione demasiado con la planificación, frustrándose cuando las cosas no salen como deben.
Además de las miradas a cámara, los gags, los one-liners o los momentos emotivos, la serie que habla de forma crítica del sistema de educación público
En resumen, cada uno a su manera, los cinco profesores protagonistas son gente que se preocupa por sus alumnos y por hacer un buen trabajo. Son personas que se apoyan y ayudan entre ellos, y su relación es de amistad y respeto, sin ningún mal rollo ni falsedad. No tienen relación fuera del colegio, cada uno tiene su vida, pero en el trabajo son una piña.
Un caso distinto es el de Ava (Janelle James), la directora, que es la antítesis de sus empleados. Ava es el único personaje cuya personalidad ha sido reajustada para funcionar mejor en la serie. En la primera temporada es egoísta y hace de todo menos su trabajo, e incluso utiliza el dinero del colegio para sus caprichos en lugar de mejorarlo, ya sea con nuevo material escolar, instalaciones o actividades. Se la muestra como una persona incompetente que ha llegado a su puesto de trabajo gracias a chantajes, por los que se siente intocable. No le importa ni el colegio, ni los profesores, ni los alumnos.
Al final de la primera temporada, y sobre todo en la segunda se puede apreciar un gran cambio en Ava que hacen al personaje no solo más interesante, sino más divertido. Resulta que Ava es muy buena en su trabajo y cuando toca, sabe tomar la decisión correcta. No es que sea incompetente, es que no le apetece trabajar porque hacer TikToks es más entretenido. Se rige por la ley del mínimo esfuerzo, es extremadamente pasota y en ocasiones más inmadura que cualquiera de los alumnos, pero cuando de verdad se la necesita haría lo que fuese por sus compañeros y sus niños.
Además de las miradas a cámara de sus personajes, los gags, los one-liners o los momentos emotivos, Colegio Abbott es una serie que habla de una forma crítica del sistema de educación público de Estados Unidos. Es habitual que la trama de los episodios sea “queremos hacer algo pero no tenemos dinero”. Ya en su primer episodio esto está presente por la odisea a la que se ven sometidos los personajes solo para conseguir unas alfombras nuevas para sus clases, incluso planteándose comprarlas con su propio dinero.
Es una comedia que, aunque utiliza la sátira para dejar en evidencia la realidad, también rebosa de esperanza y optimismo
Los recortes en educación son el centro de la serie y lo que impulsa la mayoría de las tramas episódicas, ya sea una donde los profesores hacen videos virales buscando llamar la atención de alguna asociación que les done material escolar, u otra donde Melissa tiene que dar clase a dos cursos a la vez en el mismo aula.
Es una serie que no tiene miedo a mostrar la realidad a la que se enfrenta la educación pública en Estados Unidos, una situación que se puede extrapolar al resto del mundo, donde los profesores tienen prácticamente que suplicar por pizarras o mesas nuevas. Esto no significa que sea una serie pesimista, todo lo contrario, es una comedia que, aunque utiliza la sátira para dejar en evidencia la realidad, también rebosa de esperanza y optimismo. La actitud positiva de Janine, que siempre intenta buscar soluciones y el lado bueno de las cosas, se contagia a los demás personajes y se convierte en el tono y mensaje de la serie.
La función de los alumnos es, básicamente, la de decir frases graciosas que dejan en evidencia a sus profesores o la de hacer algo que provoca la trama del episodio. Siempre que un niño aparece en pantalla es para hacer reír. El problema, sin embargo, es que sus personalidades no están definidas, todos son iguales. No hay ningún alumno que destaque, no hay diferencias, no está “el popular”, “el sabelotodo” o “el payaso”, todos funcionan como manada y sus frases y acciones son intercambiables. Esto, a pesar de ser una serie sobre profesores, es un punto negativo para la serie, que podría ganar mucho más si utilizase y construyese mejor a los niños.
A parte de “el recorte en educación de la semana”, la serie también cuenta con tramas horizontales que se desarrollan a lo largo de la temporada, generalmente relacionadas con la vida personal de los personajes. Una de ellas es la relación de Janine y Gregory, cuya química es evidente y que, al igual que ocurría con Jim y Pam en The Office, la pregunta no es si acabarán juntos, sino cuando lo harán. Son almas gemelas y es imposible para el espectador no apoyarles, pero siempre aparece algún obstáculo que evita que estén juntos.
Parecía que Modern Family sería la última serie de cadena en abierto en lograr una nominación al Emmy a mejor comedia, pero Colegio Abbott no solo lo logró en su primera temporada, sino que además ganó el premio a mejor guion por su episodio piloto. Su segunda temporada, cuya primera mitad ya está disponible en España en Disney+ mantiene el nivel y confirma que la comedia en abierto no está muerta y puede seguir siendo popular y relevante atrayendo audiencia, ganando premios, cautivando a la crítica, y sobre todo, haciéndonos reír a carcajadas.
Si una cosa es segura es que vamos a tener Colegio Abbott en nuestras vidas durante muchos años.