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De encontrar el cadáver de la alcaldesa de Cedeira en unos acantilados azotados por el viento a la desaparición de una comandante del arsenal de la Marina en Ferrol. Tomás y Maite, los dos protagonistas principales de Rapa, regresan a Movistar Plus+ con una segunda temporada en la que la amistad que terminaron forjando pasa a ocupar el centro de la serie y donde la trama se desdobla en dos casos diferentes: por un lado, la desaparición de la comandante Palmira Sineiro; por el otro, un asesinato que está a punto de prescribir y en el que, tal vez, hubo algún fallo en su investigación inicial.
Tomás y Maite son dos personas solitarias que se acaban encontrando, aunque él sea bastante irritante y ella no sea del todo consciente de su nueva situación vital, y la sintonía que se aprecia entre ellos en pantalla se traslada también a la que sus dos intérpretes, Javier Cámara y Mónica López, mantienen en la vida real. Y en la jornada de prensa en la que presentan a los medios los nuevos episodios de la serie y cuentan a Serielizados algunas de las claves de su trabajo en ellos.
Pregunta: ¿Cómo describiríais la relación entre vuestros personajes en esta segunda temporada? Las cosas han cambiado desde el final de la primera.
Mónica López: El dire nos decía “en la anterior os llevabais mal, pero ahora es como un matrimonio”. No es verdad, porque no es un matrimonio, pero es verdad que tienen ciertos comportamientos de matrimonio. Viven uno encima del otro, ella se ha ido a vivir encima de él para estar cerca, pero es verdad que te pego mucha bronca como si fuera tu esposa. Bueno, de una manera similar.
Javier Cámara: Creo que hay amigos que tienen que hacer ese trabajo. Cuando alguien te ha tocado tanto las pelotas en tu trabajo y en tu vida profesional, tienes todo el derecho a decirle “oye, mira, primero métete en tu vida y haz esto y esto antes de decirme a mí las cosas”. Las amistades con el tiempo (como decía Gil de Biedma, la amistad a lo largo), se crean de muchos subes y bajas, los amigos tienen que ponerse a prueba. Los dos se ponen a prueba.
Ella tiene una paciencia infinita aguantando a este señor en la primera y la segunda temporada. Él se mete en unos lugares que no le corresponden. Tú no eres un investigador. Tú vas diciendo que eres un ayudante de la Guardia Civil; tú no eres un ayudante de la Guardia Civil, tú no colaboras con la Guardia Civil. A ella se le pone cara de culo cuando (alguien) le dice “este señor es…”. No sabe qué decir porque, ¿de qué situación estamos aquí hablando? Siempre le sorprende, siempre le pilla en un renuncio…
Mónica López: «Lo más importante es lo que pasa, y luego lo otro es ayudar a que lo que esté pasando de verdad se vea».
Mónica López: Pero, entonces, va a hacer concesiones para que él pueda sentirse útil.
P:Tomás también se mete de cabeza y sin pensar mucho en esa búsqueda de un caso que le estimule, como le ocurre con uno de los personajes nuevos de la temporada, Laureano, que le presenta un misterio que lleva décadas sin resolver.
J.C: Con el personaje de Laureano es la primera vez que vemos que Tomás no las tiene todas consigo: a este tipo se le ha ido la cabeza, este tipo me está engañando, esto no puede ser un fallo judicial tan grande y encima lo ha llevado el jefe de Maite. Cuando empieza a descubrir cómo se han hecho las cosas es “oye, a nivel de investigación y a nivel judicial, esto se ha hecho como el culo, ¿no? ¿Soy tonto o esto es así? A ella se le salen los colores; es verdad, hay tantos casos que parece que son fáciles que es “ha pasado esto”. No, igual no ha pasado eso, igual ha pasado otra cosa. Todas esa esas ganas de creer, investigar y de querer (resolverlo), pues toca mucho las narices, pero muchas veces acierta también.
Los misterios de la temporada
P: El caso de la desaparición de Palmira del arsenal también comparte ese aspecto. Se hacen determinadas asunciones de lo que ha tenido que pasar y, a lo mejor, las cosas no son como parecen. ¿Es la labor de los personajes, justo, pararse a pensar qué está ocurriendo realmente?
J.C: Y después, en ese mundo tan cerrado en el que se encuentra ella, que es una mujer, una guardia civil, que entra y que tiene que tratar a los almirantes y demás desde un estatus militar…
M.L: Y la tratan al principio como el pito del sereno porque es mujer y porque tienen cosas que esconder.
J.C: Esto genera un terremoto. No es que el thriller les ponga a todos caras de somos culpables es que hay cosas… Hay gente que se llevaba mal con esa chica, que si todo eso genera en la familia, en el entorno, en el trabajo, en la vida, en el barrio, en general, miedos e insatisfacciones, en este caso es brutal porque parece que todo el mundo es culpable.
Javier Cámara: «En esta profesión a veces hay que aprender a desaprender cosas».
P: Esta segunda temporada tiene un tono muy deudor del nordic noir, que va más allá de la típica ciudad donde siempre es de noche y llueve. ¿Cómo habéis trabajado ese tono?
J.C: Los actores no sabemos qué tono estamos haciendo.
M.L: Nos dejamos llevar.
J.C: Luego los periodistas, que sois muy inteligentes, sacáis conclusiones. No paráis de ver series porque es vuestro trabajo, y dices “esto se parece más a una serie danesa que yo vi”o “este tipo con un bastón parece House”, pero todas las referencias que tenéis vosotros, nosotros no las tenemos. Un consejo muy bueno que me dio un director, hace mucho tiempo, es tú no pienses que esto es una comedia o esto es un drama, dónde voy a poner la cámara y cuál es el tono de la historia, porque eso te va a modificar y te va a materializar el punto de vista sobre esta historia, o sea, te va a poner cara de investigador y no, tú eres un tipo que es un profesor que no tiene nada que hacer.
M.L: A posteriori, que vi los seis capítulos ayer, sí que me doy cuenta un poco de eso, pero haciéndolo, no. Ni deberíamos.
J.C: Es que no sabes dónde está la cámara, la mitad de las veces. Igual tiene un teleobjetivo y la cámara está lejos y tú estás hablándole a un micrófono.
P: Hay actores que sí quieren saber dónde está la cámara y están muy pendientes de los aspectos técnicos. ¿Sois de esos?
J.C: Sabemos que el actor está al servicio del equipo técnico, de la cámara y de todo. Si yo estoy aquí y hago una escena así… No, no, Javier, espera, benefíciame un poco la cámara, que se te vea.
M.L: Yo lo he aprendido aquí, en Rapa. Por mucho que estés estupenda, si la cámara no percibe esa reacción que has tenido, para qué sirve.
J.C: Pero extrapolarlo a muchas más cosas, para eso te haces director o escribes tú las historias, pero cuando algo está tan concreto, tienes que confiar en la bondad de los extraños.
M.L: Y, sobre todo, si la historia no está bien contada o la escena no está bien explicada, ya puede servir a la cámara que de qué sirve lo que está sirviendo. Lo más importante es lo que pasa, y luego lo otro es ayudar a que lo que esté pasando de verdad se vea.
J.C: Sí es verdad que creo que, a veces, en esta profesión a veces hay que aprender a desaprender cosas. Ya sabes como es una dinámica, ya entras aquí, estás dónde tienes que estar, hazlo como si fuera la primera vez, o sea, intentar reinventarte. Y en el fondo, (es) aprender a relajarte, a estar contigo, a respirar, a ponerte en contacto con el otro, a tomarte tu tiempo, a estar en relax y relajación y cuando dicen acción, estás conectado. Entonces, si tú haces bien tu trabajo, los demás te pedirán ciertas ayudas, se las podrás dar, pero también respetarán tu espacio.