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La película The TV Set de 2006 empezaba con el siguiente aviso: “Cada invierno las principales cadenas en abierto ordenan cientos de guiones de episodios piloto. Cada primavera, una pequeña parte de esos guiones son producidos. De esos pilotos producidos, un cuarto es ordenado a serie y puestos en la parrilla de otoño. El resto nunca ve la luz del día”.
La presentación de aquellos pilotos que sí se convertían en serie, junto a aquellas renovadas que tendrían nuevas temporadas, se presentaban en los Upfronts, unos eventos llevados a cabo a finales de mayo en los cuales las cadenas en abierto presentaban sus novedades de la próxima temporada y su parrilla de prime-time de otoño para convencer a anunciantes de que promocionasen sus productos o servicios durante sus pausas publicitarias. Esta era una semana muy emocionante para todo seriéfilo, que esperaba con ganas saber si su serie favorita había sido renovada o cancelada y veía con curiosidad los tráilers de las nuevas series que llegarían en septiembre.
Ahora las cadenas en abierto saben que los Upfronts ya no son el gran evento que solían ser, pero se siguen celebrando por la necesidad de captar nuevos anunciantes. Para comprender las razones de su pérdida de notoriedad es necesario echar un vistazo a cómo ha cambiado la industria televisiva y el desarrollo de series en abierto durante la última década.
Las series en abierto se han convertido en un simple catálogo de la plataforma que comparte dueño con la respectiva cadena de televisión
Las cadenas en abierto apuestan cada vez más por un desarrollo a lo largo de todo el año. La luz verde no se da necesariamente en mayo para emitir en septiembre, sino que se da en cualquier momento para emitir en cualquier momento, al igual que hacen las cadenas de cable y plataformas de streaming. Además, primero las series de cable, que tenían habitualmente 12 o 13 episodios, y ahora las plataformas de streaming, cuyas temporadas rondan entre 8 y 10 episodios, han influido en la cantidad de episodios que componen las temporadas de las series de cadenas en abierto.
Tradicionalmente, estas ordenaban 13 episodios de una nueva serie y si funcionaba, ordenaban 9 episodios más, llegando a los 22 episodios que se consideraba una temporada completa. Esta orden es conocida como el “back-nine”, algo que prácticamente se ha abandonado y siendo ahora habitual que una serie en abierto tenga solo entre 10 y 13 episodios, y siendo pocas las que pasan de los 20.
Antes, si una serie no recibía el “back-nine” significaba su cancelación, pero ahora incluso así puede lograr la renovación. Entre las razones de esta reducción de episodios por temporada se encuentra, entre otras cosas, la negativa de muchos actores a comprometerse con series que les tengan ocupados durante prácticamente todo el año cuando podrían hacer una serie de Netflix de 8 episodios y tener tiempo para trabajar en películas, teatro, o simplemente para pasar más tiempo con sus familias. Sin embargo, las cadenas necesitan rellenar su parrilla de 3 horas de prime-time, por lo que, para compensar esa reducción de episodios toman dos vías, o bien producir más series de temporadas cortas, lo que puede suponer un alto coste, o bien apoyarse en concursos y realities, algo que sí resulta más económico.
Para bien o para mal, las series en abierto se han convertido en simple catálogo de la plataforma que comparte dueño con la respectiva cadena de televisión. Es cierto que la audiencia lineal ha bajado estrepitosamente en los últimos años, pero lo cierto es que esta audiencia ya no importa tanto como antaño. Ya no existe una “Mulaney Line”, un término acuñado por periodistas estadounidenses en referencia a la sitcom de 2014 Mulaney, protagonizada por un por aquel entonces desconocido John Mulaney, que debutó con 1.0 en ratings, un dato de audiencia tan malo que significaba una cancelación segura: la “Mulaney Line”.
Pero ahora una serie que hace un rating del 1.0 es un éxito renovado instantáneamente, la media ha bajado porque la audiencia que antes estaba en abierto ahora se ha ido a plataformas. Muchos espectadores estadounidenses prefieren ver Colegio Abbott en Hulu cuando les apetezca que tener que poner ABC los miércoles a las 9 de la noche y además tener que ver diez minutos de anuncios. Sin embargo, aunque la audiencia ha bajado y las plataformas son una de las causantes de ello, no sabemos cómo se compara la actual audiencia en abierto con la audiencia en streaming, no sabemos si hay más gente que ve Colegio Abbott en ABC o en Hulu, siendo esta una de las razones de la actual huelga de guionistas.
Este año CBS ha decidido por primera vez en su historia no acudir, revelando su parrilla televisiva en una simple nota de prensa
Es esto por lo que ahora es más importante que nunca que una serie se emita en una cadena que pertenezca al estudio dueño de su plataforma de streaming. Colegio Abbott se emite en ABC, propiedad de Disney, pero es una producción de Warner, por lo que Hulu y Max han llegado a un acuerdo para compartir los derechos de streaming. Sin embargo, a ABC le gustaría que fuese una producción de Disney para no tener que compartirla. Además, las cadenas en abierto prefieren tener series de sus propios estudios para controlar mejor el coste y no tener que pagar licencias a terceros para poder mantenerla en emisión.
Esta temporada televisiva hemos visto dos casos que han dejado esto en evidencia. El primer caso fue el de S.WA.T.: Los Hombres de Harrelson, cancelada por CBS tras 6 temporadas a pesar de buenas audiencias por el alto coste de producir la serie y la licencia que le tenía que pagar a su estudio, Sony. Tras negociaciones de última hora, dos días después de su cancelación, se anunció la renovación de la serie por una última temporada y la venta de los derechos de streaming a Netflix, cuyo dinero ayudaría a producir los nuevos episodios. Si la serie hubiese sido propiedad de Paramount, CBS jamás la habría cancelado, y sin embargo el ser propiedad de Sony provocó su cancelación -pese a su posterior resurrección-.
Otro caso aún más curioso es el de 9-1-1, que tras 6 temporadas en Fox estando entre las series más vistas de la cadena, emitirá su próxima temporada en ABC. La razón es que el estudio de la serie es 20th Century Studios, que aunque antes era propiedad de Fox ahora lo es de Disney, y Fox no quería seguir pagando por la serie pese a sus buenas audiencias, pero su éxito hizo que ABC no se lo pensase dos veces para quedársela. Sin embargo, esto tiene un lado negativo, y es que hace más complicado que una serie cancelada sea rescatada, ya que al ser una serie de una cadena propiedad del estudio, es probable que no busquen un nuevo lugar para emitirla al no interesarles seguir pagando por su producción. De hecho, muchos de los rescates de la última década: Manifest, Community, Cobra Kai, Día a Día, etc., son de Sony, un estudio independiente sin cadena ni plataforma propias cuyo principal interés es que sus series estén en producción, sea donde sea.
Todas estas razones han hecho que los Upfronts hayan perdido la notoriedad que una vez tuvieron, y de hecho, este año CBS ha decidido por primera vez en su historia no acudir, revelando su parrilla televisiva en una simple nota de prensa. NBC ha decidido no tomar una decisión sobre sus pilotos producidos hasta más adelante, habiendo dado luz verde a sus nuevas series o bien sobre guion, o bien sobre pilotos producidos y ordenados a serie fuera de la época habitual de desarrollo, lo que le ha venido bien al tener ya bastantes episodios grabados para esquivar los efectos de la huelga de guionistas.
La gran novedad de estos Upfronts fue la participación de Netflix, que cogió el hueco dejado por CBS.
Fox no solo no presentó una parrilla para otoño sino que, al no tener material que mostrar, presentó a los anunciantes su nueva programación con imágenes de stock que “mostraban el tono de sus nuevas series”. ABC, asumiendo que la huelga irá para largo, no tendrá ninguna serie en otoño, estando su parrilla compuesta completamente por concursos y realities, entre ellos una versión de The Bachelor con concursantes mayores de 60 años. The CW, por su parte, se saltó el upfront y reveló su parrilla, llena principalmente de adquisiciones británicas y canadienses, en una conferencia de prensa.
Sin embargo, la gran novedad de estos Upfronts fue la participación de Netflix, que cogió el hueco dejado por CBS. La plataforma presentó las series que estrenaría en otoño, anunció las renovaciones de Ginny y Georgia y Un lugar para soñar, y reveló que han ganado 5 millones de nuevos suscriptores gracias a su nueva tarifa con anuncios, que al fin y al cabo es lo que les interesa a los anunciantes, la publicidad. No fue la única plataforma que participó, ya que Warner Bros. Discovery, además de hablar de sus cadenas de cable TNT y TBS, dedicó parte de su presentación a Max, Disney habló de Disney+ y anunció las fechas de Echo y la segunda temporada de Loki, y Fox presumió Tubi, una plataforma FAST que está dando muchos beneficios a la compañía.
Las cadenas en abierto quieren series de sus propios estudios para ponerlas en sus plataformas de streaming, las cuáles todas tienen tarifas con publicidad que dan más beneficios cada día. A su vez, si las series en abierto tienen menos episodios por temporada que antes significa que tienen un menor coste, compensando la disminución de audiencia y potencial pérdida de unos anunciantes que seguirán dando beneficios al estudio al publicitarse, quizás incluso en esas mismas series que se emiten en abierto, en la plataforma de streaming.
Esto da lugar a reflexión, con las cadenas en abierto abandonando los Upfronts, y los estudios dedicando ese espacio para promocionar sus plataformas de pago y gratuitas, ¿dejarán estos de ser un espacio para la búsqueda de anunciantes en la televisión en abierto para convertirse en uno para la búsqueda de estos en plataformas?, ¿darán en un futuro próximo las plataformas, ya sean de pago con anuncios o gratuitas, más beneficios que los que da publicidad de las cadenas en abierto?, y la gran pregunta, ¿significará esto el final de la ficción en abierto?