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Es probable que haya toda una generación de espectadores que solo conozcan la mitología nórdica por las películas de Marvel. Uno de sus superhéroes más conocidos es Thor, y su aventuras muchas veces incluyen guiños e inspiraciones tomadas de los poemas épicos y las sagas que cuentan esas historias de rivalidades entre dioses, de las tragedias que ocurren cuando se entrometen en los asuntos de los hombres, de la creación del mundo y de su eventual destrucción. Por otro lado, los fans de El Señor de los Anillos saben que Tolkien se inspiró en la mitología nórdica para crear la Tierra Media; allí, el universo se dividía varios reinos que incluían Asgard, el mundo de los dioses, y Midgard, el de los humanos, que podía traducirse, precisamente, como Tierra Media. El ocaso de los dioses
‘El ocaso de los dioses’ viene a despojar a los dioses nórdicos de la pátina heroica o, digamos, más o menos amable que les dio Marvel
Mucho de lo que se sabe sobre esos mitos procede de la obra del islandés Snorri Sturluson, que en el siglo XIII se dedicó a poner por escrito gran parte de ellos y, a menudo, a añadir su propia concepción cristiana del mundo a las transcripciones. Una de ellas, la saga de los Volsungos, es quizá de las más conocidas porque tiene conexiones con el Cantar de los Nibelungos que, siglos más tarde, inspiraría tanto a Wagner como a Tolkien, y también aporta algunos de los elementos básicos sobre los que se construye la última colaboración de Zack Snyder con Netflix, esta vez en calidad de productor y principal impulsor del proyecto.
Se trata de El ocaso de los dioses, una serie animada que, precisamente, viene a despojar a los dioses nórdicos de la pátina heroica o, digamos, más o menos amable que les dio Marvel. Aquí, por ejemplo, Thor es un tipo violento y sanguinario que arrasa todo lo que se le pone por delante con tal de dar con su hermano Loki, que sí es el dios del engaño y los trucos, pero esos trucos no son divertidos porque está jugando a un juego en el que los humanos no son más que peones.
La venganza contra los dioses
La serie, además, forma un curioso díptico con otra ficción animada para adultos de Netflix que, en este caso, se movía en el Japón del siglo XVII, Samurai de ojos azules. Las dos están protagonizadas por mujeres en un camino de venganza en el que ninguna se hace ilusiones de sobrevivir al final. En el caso de El ocaso de los dioses, esa protagonista es Sigrid, que conoce a su futuro marido en el campo de batalla y, el día de su boda, ve como Thor masacra no solo a toda su familia, sino a todo su clan.
Aprovechando que es animación para adultos y Snyder puede dar rienda suelta así a elementos que no podría llevar a cabo en acción real
Ella queda, por tanto, como la última de su estirpe y decide embarcarse en una misión, a todas luces suicida, para vengarse del hijo de Odín y matarlo. En esa misión recibirá la ayuda de Loki y de un grupo de guerreros que, en su mayoría, pasan desapercibidos porque son doncellas de escudo, poetas que, a priori, no tienen ningún talento para la guerra y hasta una vidente y su secuaz, un hombre que cree ser un lobo.
Dicho esto así, queda bastante claro que lo que vamos a ver está bañado por la sangre y el sexo explícito (y, a veces, un poco gratuito), aprovechando que es animación para adultos y Snyder puede dar rienda suelta así a elementos que no podría llevar a cabo en acción real. Es también la manera de la serie de avisar de que esta no es aventura más o menos divertida o “bonita”; va a requerir de enormes sacrificios y las armas que sus protagonistas deben utilizar dan tajos y causan heridas horribles. Que a alguien le corten la cabeza es lo menor que podremos ver.
Lo que sí se aprecia también es el esfuerzo por dotar a los episodios de cierta aura literaria, como si lo que viéramos son las imágenes convocadas por los poemas épicos en los que se recogen estas historias. Se nota bastante en el lenguaje que utilizan los personajes en la versión original (donde, por cierto, se pueden escuchar las voces de Peter Stormare, Jamie Clayton, Paterson Joseph, Sylvia Hoeks, John Noble o Rahul Kohli), formal y literario, y también en el estilo de animación, que a veces recuerda a una versión sangrienta y expresionista del del estudio Cartoon Saloon en sus películas sobre mitos celtas, como La canción del mar o Wolfwalkers.
Lo más destacable es su apuesta por zambullir al espectador en la atmósfera de esa mitología nórdica tal y como la contó Sturluson en sus recopilaciones
Adonde se encamina todo es al Ragnarök, el fin del mundo o, más bien, el final de todos los dioses, enfrentados en una brutal guerra entre ellos. La peripecia de Sigrid va a ser una de las causantes y, francamente, a ella le da bastante igual mientras pueda vengarse.
El Snyder de siempre
Habrá espectadores que vean El ocaso de los dioses como una vuelta de Zack Snyder a la era de 300, con sus batallas espectaculares, su estética violencia y sus personajes en dos dimensiones. Sigrid y los suyos están pergeñados a partir de su propósito para la historia, y poco más, y lo que impulsa los episodios son las diferentes pruebas que deben superar para tener la oportunidad de enfrentarse a Thor y, sobre todo, la gran fuerza visual de su animación y de sus fondos. Son ocho capítulos de media hora, así que no da realmente tiempo a que la historia se estanque, y los peligros se vuelven todavía más grandes e invencibles según se acerca el final, lo que también ayuda.
Lo más destacable de la serie es su apuesta por zambullir al espectador en la atmósfera de esa mitología nórdica tal y como la contó Sturluson en sus recopilaciones, y también su creencia en la importancia de contar historias para forjar identidad, mantener viva la tradición y a quienes ya no están y crear una imagen del mundo. Los personajes se conocen unos a otros un poco más a través de lo que cuentan cuando se detienen un momento durante su viaje, haciendo igualmente un guiño a la manera en la que esa mitología nórdica fue creándose originalmente, a través de historias que, conforme se iban contando, incorporaban nuevos elementos, evolucionaban y ayudaban a que sus oyentes comprendieran mejor el mundo que los rodeaba.