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«Nunca trabajes con niños, ni con animales, ni con Charles Laughton«. Es una de esas citas cinéfilas que siempre quedan bien en una conversación de pizzería, atribuida a Alfred Hitchcock. Si no fuera por los millones amasados, los responsables de la saga Harry Potter quizás hubieran suscrito la máxima. Los problemas de credibilidad de un supuesto aprendiz de brujo con edad para estar buscando su primer empleo son comunes a todas las películas y series con actores infantiles. Todas requieren su tiempo, meses y meses de preproducción y rodaje… y las hormonas no suelen tener tanta paciencia. Más allá de los quebraderos de cabeza relacionados con el «estirón» y las estrictas reglas de trabajo con niños, su presencia en las series suele resultar tan necesaria como incómoda, especialmente para los creadores. Niños y niñas aportan realismo a los retratos familiares y motivaciones extra a los personajes adultos que se desviven por ellos. Pero una vez creados… ¿cómo los desarrollamos? A veces acaban siendo personajes terciarios, otras desaparecen y reaparecen a conveniencia de las tramas… Es el fenómeno de los «niños Guadiana», común a algunas de las series más o menos recientes.
1. Perdidos
La serie que marcó una nueva manera de consumir la ficción televisiva, digan lo que digan aquellos a quienes el episodio final consiguió amargarles seis años de travesía, se atrevió a introducir un niño superviviente del accidente del 815 de Oceanic. El personaje de Walt fue uno de los más recurrentes en la primera temporada, cuando se hizo rápidamente amigo de Locke y fuimos conociendo la compleja relación con su padre, Michael. Recordemos incluso que el dichoso oso polar, aquel que para muchos seguidores de la serie se convirtió en una obsesión (como si entendiendo ese misterio bastara para comprender toda la trama), aparecía en un cómic de Hurley de Linterna Verde y Flash que atraía la atención del chaval. En la segunda temporada Walt fue capturado por Los Otros y se dedicó a aparecérsele como una alucinación a Shannon, hablando al revés como en aquellos antológicos inicios del Max Mix. Cuando se reencontró con su padre y consiguió salir de la isla las intervenciones del actor Malcolm David Kelley, cada vez más crecido, se podrían contar con menos dedos de los que necesitas para teclear 4-8-15-16-23-42. Eso sí, hay que reconocerle a Perdidos el tratamiento honesto que le dio a otro personaje infantil, aún más delicado si cabe: el bebé de Claire, Aaron, que lejos de desaparecer de la serie dio pie a muchos conflictos al regreso de la isla de «los seis de Oceanic». Parece que sólo en la tercera temporada 30 bebés diferentes dieron vida al personaje.

2. Nip/Tuck
Siendo una de las series más amorales de los últimos años, las andanzas de McNamara y Troy, el Dúo Dinámico del bisturí, podrían haber establecido una especie de reserva espiritual para mantener a salvo a niños y niñas. Pero Ryan Murphy fue lo suficientemente morboso como para introducir la inocencia infantil en este cóctel de sexo, traiciones y caprichos millonarios. Dejando de lado la juventud conflictiva de Matt, clave en muchas tramas de la serie, el matrimonio McNamara apuntalaba su aparente felicidad familiar en una adorable niña de rubios cabellos, llamada Annie. Aunque Annie McNamara, interpretada por la niña Kelsey Batelaan, aparecía en Nip/Tuck desde el episodio piloto, sus ausencias fueron destacadas a lo largo de las seis temporadas de la serie, especialmente las tres primeras. A no ser que la escuela de la pobre Annie funcionara como albergue, no quiero ni pensar lo que sus padres se gastaban en canguros mientras se dedicaban a transgredir todas las fronteras de la honestidad familiar, separándose y volviéndose a juntar como quien baila la yenka. El hogar de los McNamara era tan disfuncional que hubiera incomodado incluso a Leatherface; por si fuera poco, en la cuarta temporada a Annie le vino un hermanito con las extremidades deformes, Connor, a quién sólo se le prestó la atención debida cuando su ectrodactilia supuso un impacto inicial. Lo extraño es que ante este panorama Annie no huyera a la primera oportunidad lejos de papá Sean y mamá Julia.

3. Breaking Bad
Incluso los más rendidos admiradores de la serie de Vince Gilligan admiten que el apartado infantil podría ser uno de sus escasos puntos débiles, puestos a buscarle tres pies al gato de Heisenberg (¿o era de Schrödinger?). No hablamos de Walter Junior, inmortalizado en numerosos montajes de Youtube como figurante de lujo en los tensos desayunos de la familia White. Su hermana pequeña, Holly White, debe de haber protagonizado uno de los embarazos más dilatados en una serie de televisión. A pesar de que al inicio de la serie Skyler ya está embarazada de seis meses, a la niña no le da por sacar la cabeza (contradiciendo los deseos de su madre de que le practicasen la cesárea) hasta el tramo final de la segunda temporada, en el episodio «Mandala». Cuando les interesaba a los guionistas, la familia de Walter White no era más que un telón de fondo casi transparente, eclipsado por las arrolladoras maniobras de Heisenberg. En otros momentos, sobretodo en el gran final, la infortunada niña y su capazo fueron moneda de cambio en la guerra abierta entre sus padres, contribuyendo a elevar la tensión y a mantenernos con el alma en vilo.

4. Homeland
Algunos de los personajes infantiles que estamos repasando tenían una función inicial en sus correspondientes series y luego se fueron difuminando, o fueron ganando peso a medida que transcurrían los capítulos. ¿Pero alguien sabe cuál era la misión de Chris Brody, el hijo del marine regresado milagrosamente de Irak, más allá de abrazar a un padre casi desconocido para él a su llegada al aeródromo? El hijo de Nicholas Brody, interpretado (es un decir) por Jackson Pace, nunca ha evolucionado más allá de su eterna cara de angustia e incomprensión. Si su padre hubiera montado una macrodiscoteca poligonera en aquel garaje donde escondía la alfombra de mirar a La Meca, el buenazo de Chris tampoco se hubiera enterado de nada. Claro que viendo los odios que ha despertado entre los espectadores su hermana Dana, claramente incapacitada para escoger un novio que no la meta en líos, quizás la pasividad de Chris ha sido la mejor opción. Sea como sea, a la vista de cómo han ido las cosas en la tercera temporada, ni la petulante Dana ni el inocente Chris parecen tener mucho futuro como personajes.

5. Juego de Tronos
Que sí, que George R.R. Martin es Dios, que la complejidad de su tapiz a medio camino de la fantasía y la geopolítica es insuperable. Pero en Poniente hay tantos linajes que no es extraño que muchos personajes, no sólo los infantiles, desaparezcan durante unos cuantos capítulos. Los benjamines de las familias Stark y Lannister han emprendido largos viajes, el camino de una huida clandestina o un exilio más o menos forzado que les lleve lo más lejos posible de los lugares que les vieron nacer: Rickon Stark al norte, Mircella Lannister al sur. Al estilo «Tú a Boston y yo a California». En este caso, los lectores de las novelas saben que estos personajes pueden tener su momento, si tienen la suerte de sobrevivir en el caótico mundo de Poniente y en la calenturienta mente de Martin. Quede claro, además, que Juego de Tronos ha demostrado sobradamente su capacidad de desarrollar personajes infantiles atractivos, como Sansa y Bran Stark.

Y es que el reto de darle carácter a un personaje en pleno proceso de cambio y crecimiento sin que le caiga mal a la audiencia no es fácil. Algunas series actuales lo intentan con más o menos fortuna: en Once upon a time, Henry Mills es la voz de la conciencia de su madre y protagonista, Emma Swann, un personaje que ha intentado evolucionar. En The Walking Dead, Carl Grimes, el hijo del sheriff, ha presentado sus credenciales como héroe de acción, heredando incluso el icónico sombrero de su padre. Para bien o para mal, ha sido una presencia constante en la serie. No podemos decir lo mismo de su recién nacida hermana Judith, quien, a pesar de estar rodeada de zombies, puede estar sin aparecer, totalmente callada, durante los episodios que haga falta.
Ante las diversas complicaciones que plantean los personajes infantiles, hay series que han optado por la solución más expeditiva. En House of Cards, el matrimonio de Francis y Claire Underwood renunció a tener hijos que les pudieran desviar de sus ambiciosos objetivos. Visto lo visto, no se sabe si la presencia de un «niño Guadiana» hubiera sido más molesta para Kevin Spacey, para los guionistas o para sus cómplices espectadores.
Escrito por Josep Maria Bunyol en 03 marzo 2014.
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