'El libro de Boba Fett'- Recap 1x02: Bailando con Tuskens - Serielizados
'El libro de Boba Fett' (1x02)

Bailando con Tuskens

El segundo capítulo de 'El libro de Boba Fett' sube la apuesta por la acción adrenalítica y se sumerge en el lore más profundo de los Tusken. Ideal para los fans más enciclopédicos y curiosos de Star Wars.

Tres lindos Tusken mirando el horizonte.

Nivel de spoilers: Ligero

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¿De qué trata?: Boba Fett (Temuera Morrison) y Fennec Shand (Ming-Na Wen) investigan quien ordenó su intento de asesinato. Un largo flashback nos muestra un importante pasaje de la vida de Boba con los Tusken.

El segundo capítulo de El libro de Boba Fetttitulado ‘Las tribus de Tatooine’ parece confirmar lo que nos anticipaba el primer capítulo: la serie mantendrá la estructura paralela entre el presente de la historia y los flashbacks que llegan cada vez que Boba se sumerge en su tanque bacta.

Una decisión que, por ahora, veo más como una arma de doble filo. En el lado positivo, los flashbacks nos brindan una oportunidad única para entrar a explorar rincones del lore de Star Wars que pueden ser fascinantes. Para los fans más curiosos y enciclopédicos, todo lo que sea ver y conocer más en profundidad determinadas cosa hasta ahora reservadas a los libros, cómics u otros medios, es una gozada.

Pasado contra presente

En ‘Las tribus de Tatooine’ eso mismo se ejemplifica a la perfección con la trama del pasado, que centra la mayoría del capítulo. En ella, Boba está viviendo con una tribu de Tuskens –anteriormente conocidos como moradores de las arenas, tal y como los llamaba Ben Kenobi (Alec Guiness)– y empieza a integrarse en ella. Aprende parte del idioma y le enseñan a luchar con el arma predilecta de los Tuskens: el gadderffii. Se trata de un báculo de madera con una punta redonda y puntiaguda.

¿Boba Fett está mejor con traje y máscara?

Durante el flashback, los Tuskens son atacados por un imparable tren desde el que disparan y asesinan a varios de los suyos. Boba promete atacar el tren y descubrir quién se esconde tras el ataque. Será la oportunidad ideal para probarles su valía y ganarse aún más su respeto hasta ser prácticamente uno de ellos. Antes de abordar el tren, Boba traza un plan: atacar a un grupo de bandidos y robarles sus motos o speeders.

En una escena que podría recordar al arranque de Terminator 2, Boba entra en un bar para luchar cuerpo a cuerpo con los bandidos y llevarse sus vehículos. Son los mismos bandidos que vimos en el anterior capítulo y su presencia en El libro de Boba Fett puede esconder alguna que otra sorpresa. Anteriormente los vimos marcar con un graffiti la casa que saquearon y ahora vemos el mismo logo que pintaron en cada uno de sus speeders.

Es un logo (que recuerda a una «J» invertida junto a una «L») que aún no hemos visto en el canon de Star Wars. Podría ser la insignia de un clan, de la misma banda o de una organización superior. ¿Podría ser una nueva encarnación del sindicato criminal «Alba Escarlata» que fundó Darth Maul? ¿O quizás tiene algo que ver con los Hutt? Las teorías están servidas. 

Al final del episodio, Boba Fett es un Tusken más y viste de la misma forma que lo recuperamos en ‘The Mandalorian’

Tras enseñar a los Tuskens a manejar los speeders, todo está listo para el abordaje al tren. De nuevo, las reminiscencias al western clásico resuenan con fuerza. Los nativos atacando un convoy de invasores que se enriquecen explotando el territorio invadido. Boba Fett liderando a los nativos y tras una secuencia adrenalítica, llena de acción en movimiento, para el tren y se queda con todo lo que lleva dentro. Será para los Tuskens y advierte al líder del convoy que le perdona la vida pero que a partir de entonces, todo el tráfico de mercancías que pase por la zona, deberá pagar un peaje a sus legítimos habitantes.

Con esto, Boba Fett se gana definitivamente el favor de los Tuskens con un rito de paso final. Tras una ceremonia en la que es vestido con sus ropajes característicos, le es ofrecido un regalo. Se trata de un pequeño lagarto que deja sorprendido al protagonista. El lagarto salta hacia su cara y se introduce por su nariz. No, no es una PCR. El bicho subirá hasta su celebro y le guiará, empezando una especie de viaje alucinatorio que lo lleva a andar hasta un aislado árbol. Allí, Boba es atrapado por sus ramas y las pesadillas y los recuerdos le inundan: el estómago del Sarlacc, su infancia en Kamino…Hasta llegar al clímax de la alucinación.

Vuelve al asentamiento con una rama y ya comprendemos la importancia del rito. Boba debe construirse su propio gadderffii y ser así un tusken de pleno derecho. La significación del rito es especialmente bella y además de unirla con tantos otros ritos similares de la historia humana, guarda paralelismos al rito clave en todo Jedi de Star Wars, la construcción de su propio sable láser. Al final del episodio, Boba Fett es un Tusken más y viste de la misma forma que lo recuperamos en The Mandalorian

Una de cal…y otra de arena (de Tatooine)

Pero vayamos ahora al lado negativo de esta, por ahora, estructura dividida entre presente y pasado. Puede que a partir del tercer episodio, ahora que su rito con los Tusken marca un cierto punto y a parte, la serie abandone completamente esta estructura y nos comamos nuestras palabras. Pero de seguir con ella, El libro de Boba Fett puede acabar siendo una serie muy frustrante. 

Será así si, como en este capítulo, la línea argumental del presente se abandona a la mínima. Sirve de introducción y poco más, con la llegada del flashback cortando la trama en seco, dejando una sensación de cliffhanger inútil. Esto tiene el riesgo de acabar menospreciando a personajes que necesitan desarrollo, como Fennec Shand o la aparentemente rival Garsa Fwip (Jennifer Beals), o de cortar tan intermitente la trama que perdamos interés en ella. Y sería una pena si así sucede. Probablemente toda la trama pasada con los Tuskens se hubiera podido contar con un episodio en concreto, sirviendo de cierto escape off-topic que no produciría esa sensación de «rollo cortado» cada vez que se salta a un flashback.

Hay momentos de la serie que nos dejan tumbados en el suelo de frustración, como al pobre Boba aquí.

Si algo demuestra este capítulo es precisamente eso. Pues cuando el flashback arranca y no se vuelve a interrumpir, centrándonos solo en él, el capítulo fluye bien. Tanto si nos quedamos en una línea como en la otra, creo que los capítulos de El libro de Boba Fett, requieren de más atención y foco en su narración corta, de entre 40 y 60 minutos.

Los problemas de ‘El libro de Boba Fett’resurgen con una escena que devuelve criaturas propias de las saga como los Hutt, pero que promete un clímax que no llega

Da la sensación que en la trama del presente, los creadores de la serie aún no consiguen crear elementos suficientemente interesantes para mantener la atención allí. Al menos, este es el mensaje que envían con sus dos primeros episodios. Y eso que la trama del presente con la que arranca este capítulo sí nos deja pinceladas de hacia dónde puede ir el conflicto que tendrá Boba como nuevo Daimio de Tatooine.

El alcalde de Mos Espa parecía una amenaza clara pero revela –engañando o no– que fue Garsa Fwip la que ordenó la muerte de Boba y Fennec. El conflicto entre los dos, sin embargo, se ve interrumpido por la entrada de dos personajes que, pese a plantear un futuro excitante, vuelven a acrecentar esa misma sensación de frustración. Pues interrumpen, valga la redundancia, la tensión creada entre Garsa y Boba. Demasiada suspensión de una tensión que en lugar de acumularse dramáticamente, se va enfriando.

Se trata de dos primos de Jabba el Hutt que reclaman la atención de Boba, pues asumen que el vacío de poder dejado por Jabba les pertenece. De nuevo, los problemas de El libro de Boba Fett, resurgen con una escena que devuelve criaturas propias de las saga como los Hutt, pero que promete un clímax que no llega, resolviéndose, otra vez en una charla entre el respetuoso Boba y unos extrañamente comprensibles jefes mafiosos.

Algo no cuadra entre tanta dilatación de la trama y, o bien nos llevaremos una sorpresa agradable con un tramo final lleno de giros y acción o nuestras frustraciones se confirmarán ante una serie que por ahora, va dando bandazos y repartiendo una de cal y otra de arena. En efecto, las arenas de Tatooine del flashback principal son la parte buena de la clásica expresión.

Anotaciones galácticas

  • Durante la trama con los Tusken, también resuena otra gran influencia de Lucas, Dune, con el tráfico de especia presente y el mar de dunas de Tatooine como escenario. Eneste caso, los Tusken son como los Fremen de la novela de Frank Herbert.
  • Además se vuelve a mencionar a las minas de Kessel. Recordemos, Han Solo presumía de haber recorrido el corredor de Kessel, la infame ruta contrabandista, en menos de 12 pársecs. 
  • El asesino al que interrogan Boba y Fennec pertenece al grupo «La orden del viento nocturno» que, hasta la fecha, no se había mencionado en ninguna otra iteración de Star Wars.
  • Es la segunda vez que vemos un tren en Star Wars, tras el spin off Han Solo: una historia de Star Wars. El tren, cuyo maquinista es un robot, está impulsado con un motor como el de las vainas de la mítica carrera en La amenaza fantasma.
  • Los traficantes del tren probablemente forman parte del Sindicato Pyke, que ha sido referenciado muchas veces y son el clan que suele traficar con especia.

Ese Max Rebo, que no caiga el ritmo.

Criaturas espaciales

  • Volvemos al local de Garsa en el que recuperamos a la banda de la cantina con el músico por excelencia de Totaooie, Max Rebo, un Ortolano de piel azul del planeta Orto. Junto a él, a las cuerdas, un músico de la especie Bith. La percusión corre a cargo de un droide de clase 2, la misma clase que R2-D2
  • Los bandidos que apaliza Boba en el bar pertenecen a la raza Nikto, del planeta Kintan. Con un aspecto a lo Hijos de la anarquía, ya los vimos en el primer capítulo saqueando una casa.
  • Qué pena no volver a ver a un Rancor en el palacio de Jabba, aunque la escena funciona muy bien así.
  •  El alcalde de Mos Espa es de especie de los Ithorianos, oriundus del planeta Ithor. Como vemos, la población de Tatooine es un melting pot considerable (a lo Estados Unidos), lo cual mantiene la metáfora con los Tusken como nativos aún más fuerte. Por cierto, la voz que emana de su traductor es la de Robert Rodriguez, ni más ni menos.
  • Los dos primos de Jabba son obviamente Hutts. La especie de grandes babosas del planeta Nal Hutta que siempre han ejercido como clan criminal. Son claramente una «cosa nostra galáctica». En la escena los acompaña un imponente soldado Wookie de pelaje negro con canas y con más de una cicatriz. Impresiona y sin duda queremos más. Parece que puede tratarse de Krrsantan el Negro, un personaje de los cómics que, como tantos otros, puede dar el salto al canon oficial actual.

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