El final de 'Barry': La redención imposible - Serielizados
Crítica de la T4 (HBO Max)

El final de ‘Barry’: La redención imposible

Barry no quiere ser Barry. Es la cruz que ha cargado desde el primer capítulo hasta el último de una serie tan sorprendente como maravillosa. La analizamos en este artículo desde la veneración a la oscuridad de su humor, la profundidad de sus personajes y la brillantez de su dirección. Spoilers a discreción.

Barry (Bill Hader) empieza la cuarta temporada en prisión.

“¿Soy malvado?”, le pregunta Barry a NoHo Hank en el primer capítulo de la serie. El mafioso checheno, tan lleno de tinta como de buenos modales, le responde: “Por supuesto”. Claro que Barry es una mala persona. Lo sabe él tan bien como nosotros. Si lanza la pregunta es porqué mantiene la esperanza de encontrar a alguien que crea lo contrario.

Así, a lo mejor, podrá llegar a creerlo él también; podrá hallar una base desde la cual alzar la mentira sobre sí mismo que tanto necesita. La acabará encontrando en el mundo de la interpretación, un reino que le brindará la posibilidad de satisfacer su gran anhelo: ser otro. Esta, y no otra, es la historia de Barry.

Antes de adentrarnos en el desenlace del capítulo final de la serie, me permitiréis ahondar en el episodio piloto de ésta. Cogiendo los extremos del lienzo con los dedos en pinza podremos ver en su totalidad la delicada obra de arte que es Barry. Como dijimos –medio en broma, medio en serio– con Guillem F. Marí, editor de Serielizados, el lunes 29 de mayo de 2023 terminó la mejor serie del año en HBO, y también Succession. Al lío.

Entre lo ficticio y lo real

Conviene recordar que en el primerísimo capítulo de la serie Barry confiesa al abyecto Gene Cousineau que es un asesino a sueldo. Gene no se lo cree. Piensa que Barry está llevando a cabo un monólogo con el objetivo de ser aceptado en sus clases de interpretación. Al darse cuenta de ello, la mirada de Barry pasa de forma muy visible del abatimiento a la esperanza. Si su vida real es confundida con una ficción, ¿por qué una ficción no podría convertirse en su vida real? En esa escena encuentra Barry la posibilidad de un cambio engañoso al que se aferrará a la lo largo de las cuatro temporadas de la serie.

Barry HBO

Bill Hader y Henry Winkler en una escena de la segunda temporada de ‘Barry’.

Momentos antes de esta revelación, Barry ha asistido a una de las clases de Cousineau. Allí conoce y conocemos a Sally. Para un ejercicio de clase está interpretando un monólogo que, con la serie terminada, adquiere un nuevo significado. Pertenece a la película Magnolia de Paul Thomas Anderson. Allí lo recita el personaje de Juliane Moore, una mujer tan perdida y deshecha como lo acabará siendo Sally al final de Barry. “Estoy rodeada de enfermedad. ¿Y tú preguntas por mi puta vida? ¿Has visto la muerte en tu cama? ¿En tu casa?”.

En ese momento Sally aún no ha visto la muerte en su cama, en su casa, pero la verá: es Barry. De este modo, lo que para Sally empieza siendo una simple ficción terminará convirtiéndose en su realidad. Ese constante trasvase entre lo ficticio y lo real, que en el fondo no son más que aguas del mismo río a distintas profundidades, es la gran clave de la serie. Lo vemos de nuevo en la temporada final de la serie.

¿Soy malvado?

La temporada arranca con Barry en prisión. Depresivo. No es para menos. La mentira que había ido construyendo a lo largo de las tres temporadas anteriores se ha venido abajo con su ingreso en la cárcel. Con ella, la posibilidad de un nuevo yo. ¿Soy malvado? Difícil responder que no cuando estás encerrado en una celda por asesinato.

En esa misma celda Barry experimenta unas visiones que de entrada parecen alucinaciones o, en el mejor de los casos, bruma de recuerdos demasiado lejanos. Como espectadores no sabemos qué pensar de esas escenas en un desierto donde dos niños desconocidos parecen peleados. El secreto tras esas visiones es, a mi parecer, la pirueta narrativa que permite a Barry convertirse en una serie inolvidable. No será la última.

En ‘Barry’ las identidades son fluctuantes, y fluctúan al son del convencimiento con el que los personajes deciden mentirse a ellos mismos.

Ni eran alucinaciones ni eran recuerdos. Lo que veía Barry en su celda era el futuro. Su futuro. Ni más ni menos. Uno de los niños peleados es su hijo. Tras una huida de la cárcel tan hilarante como espectacular, la serie reúne a Barry con Sally, que le propone escapar juntos. De un modo espantoso, y a pesar de conocer la verdadera naturaleza de Barry, Sally se siente segura junto a él. Entonces la serie hace un inesperadísimo salto temporal que nos lleva a un futuro –ahora presente– donde una Sally desquiciada y un Barry patético tienen un hijo y viven perdidos en un rincón sin alma de los Estados Unidos, país ya de por sí desalmado.

Que viene El Cuervo

La postal familiar es deplorable, con un Barry ultraprotector que intenta infructuosamente ser quien no es y una Sally dada a la bebida que odia vivir. ¿Qué trunca esa deprimente normalidad y vuelve a poner en marcha la acción? Lo de siempre: la ficción y la realidad entremezclándose. Barry se entera que Cousineau hará una película sobre su vida –la convertirá en una ficción– y debe impedirlo. Si el largometraje ve la luz, su secreto y el de Sally verá la luz. Su hijo sabrá que Barry es un asesino, y ese otro yo precario que construyó tras su huida de la cárcel desaparecerá.

Barry Stephen Root

Fuchs (Stephen Root), del patetismo a la brutalidad.

 

La solución es fácil: Barry debe matar a Cousineau. Y vuelve a Los Ángeles dispuesto a ello. Esa decisión nos brinda un excepcional finale en el que Bill Hader y Alec Berg, creadores de la serie, consiguen llevar esa mezcolanza entre las vidas reales y las vidas ficticias de los personajes hasta cotas brillantes. Cojamos por caso al personaje de Fuches, interpretado magistralmente por Stephen Root.

Durante toda la serie ha sido un pobre hombre que se ha debatido entre el amor paternal que siente por Barry y la voluntad de ganar dinero a su costa. En un momento de la serie, NoHo Hank filtra una pista falsa a la policía identificando una foto de Fuches con el nombre de El Cuervo, una especie de monstruo criminal sin corazón capaz de todas las atrocidades imaginables. Una ficción, puesto que Fuches no es más que un pobre imbécil.

La persona más sola del mundo

Sin embargo, cuando la trama de la serie lleva a Fuches a la cárcel y allí es traicionado por Barry, se convertirá realmente en El Cuervo. Saldrá de la cárcel convertido en la ficción que otro inventó por él. Más adelante, tras el gran tiroteo del último capítulo, esa ficción se vendrá abajo cuando el amor que siente por Barry destierre la mentira de El Cuervo de una vez por todas. En Barry las identidades son fluctuantes, y fluctúan al son del convencimiento con el que los personajes deciden mentirse a ellos mismos.

El caso más evidente de ello, a parte del de Barry, es el de NoHo Hank. Instantes antes del tiroteo final, Fuches le pone frente a un espejo que obliga al mafioso checheno a mirar su verdad, su verdadero rostro. No fueron los enemigos de NoHo quienes mataron a su gran amor Esteban, fue el mismo NoHo. Fuches, con gran sabiduría, apunta que para vivir con ello NoHo lleva todo ese tiempo “siendo otra persona”. Mintiéndose. Creyéndose su propia ficción, en este caso representada por la estatua de Esteban que preside el edificio corporativo de los chechenos.

A lo mejor es que Barry no quiere hacer el esfuerzo que requiere una redención verdadera.

NoHo Hank sabe que Fuches tiene razón, y no puedo soportarlo. Por eso todo termina en una balacera tremenda. NoHo muere a los pies de la estatua de Esteban, cogido de su mano, admitiendo su culpa y sellando un amor que va más allá de la muerte de ambos. Es la imagen más bella que nos brinda el capítulo final de la serie.

Barry Noho

Anthony Corrigan como el mafioso checheno «super-nice» ha sido una de las revelaciones de ‘Barry’.

El tiroteo provoca el aniquilamiento mutuo entre los hombres de NoHo Hank y los de Fuchs, a quienes Barry se disponía a matar para salvar a Sally y a su hijo. Cuando llega y encuentra ese panorama, cree que Dios ha intercedido por él. Que es el elegido y, por lo tanto, ha sido perdonado de todos los actos malvados que ha cometido en su vida. Una nueva mentira que Barry se cuenta en su búsqueda infinita –e infructuosa– de la redención.

Una nueva oportunidad de redención

Sally, sin embargo, es muy clara con él: “La única forma de redimirse es asumir la responsabilidad de tus actos”. Le dice que debe entregarse a la policía y admitir todo lo que ha hecho. Barry sigue en sus trece con el perdón divino y se niega a hacerlo. A lo mejor es que Barry no quiere hacer el esfuerzo que requiere una redención verdadera. No quiere hacer lo hay que hacer para cambiar de verdad. Sally lo sabe, por eso se larga con su hijo. Abandonan a Barry y le niegan lo último que le quedaba.

La desesperación lleva a Barry a casa de Cousineau, donde cree que están escondidos. Allí encuentra nueva oportunidad de redención: si dice la verdad a la policía, Cousineau –que está siendo acusado de uno de los asesinatos de Barry– no irá a la cárcel. Más por falta de opciones que por otra cosa, Barry acepta hacerlo. Está en un callejón sin salida.

En la sonrisa orgullosa del hijo tras ver la película está la victoria de su padre. Y donde decimos victoria también queremos decir derrota.

Sin Sally y sin su hijo ya no tiene nada, es la persona más sola del mundo. Qué más da volver a la cárcel, entonces. Se presta a admitir lo que ha hecho, por desesperación, y eso le brindará una redención chiquita; redención, al fin y al cabo. Pero aparece Cousineau y le mete un tiro entre ceja y ceja. El “Oh, wow” de Barry antes de su muerte es ya historia de las series. Cuando por fin iba a redimirse, lo matan. Ahora sí: la redención imposible.

¿Qué implica la muerte de Barry a manos de Cousineau? Nosotros, como espectadores, sabemos que fue Barry quien asesinó en su momento a Janice, novia de Cousineau. La policía, sin embargo, cree que todo fue obra del propio Cousineau. Matando a Barry, lo único que consigue es convertir esa teoría policial falsa en una verdad sólida, puesto que Barry ahora ya jamás podrá confesar la autoría del asesinato. Todo esto desemboca en la pirueta final de la serie que, cómo no, implica la conversión definitiva de la ficción en realidad.

Barry no es Barry

Han pasado unos años. El hijo de Sally y Barry es adolescente. Sally, por su parte, parece haber vuelto a la vida de algún modo, ligada de nuevo al teatro, aunque no ha olvidado a Barry. El hijo, a escondidas de Sally, va a casa de un amigo para ver una película. Es la película de la vida de Barry. Con Cousineau en prisión condenado por el asesinato de Janice y del propio Barry, el mundo tiene una visión muy distinta de lo que ha sucedido durante las cuatro temporadas de la serie a la que tenemos nosotros como espectadores. Eso queda plasmado en dicha película.

Barry Sally

Barry junto a Sally (Sarah Goldberg) durante un momento de la tercera temporada.

En ella Barry es el héroe. No es una persona malvada, papel que recae en Cousineau, sino un gran hombre que lucha contra la injusticia y la maldad de los demás. En la película, Barry no es Barry. Lo ha logrado. Jamás lo sabrá, pero lo ha logrado. En la sonrisa orgullosa del hijo tras ver la película está la victoria de su padre. Y donde decimos victoria también queremos decir derrota. Barry nunca dejó de ser Barry para Barry, aunque después de su muerte dejara de serlo para el resto del mundo.

Es ahí donde ser terminan de invertir ficción y realidad en Barry. La vida real de Barry que hemos conocido a lo largo de las cuatro temporadas de la serie queda sepultada por la vida ficticia que retrata la película. Para su hijo, el Barry real es el de la película, no el de la serie. La ficción se convierte así en realidad para toda la eternidad. Una eternidad en la que Barry morará por los tiempos de los tiempos sin conocer jamás el sabor de la redención, muy a su pesar.

en .

Ver más en Cult TV, Barry.