Juego de Tronos: Daenerys y la batalla de Los Bastardos
Dossier 'Juego de Tronos': 10 capítulos 10 pensamientos

Daenerys y el inevitable triunfo de la revolución comunista

La serie de HBO gana el Emmy a mejor serie dramática y se convierte en la más galardonada de la historia de los premios. En este dossier analizamos las corrientes de pensamiento (político, religioso, social...) que nutren o intoxican las tramas de la serie de RR Martin.
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(artículo anterior – episodio 8)

Después de muchas temporadas de batallas solucionadas por elipsis o dosificando en gran medida los recursos invertidos, el noveno episodio de la temporada despliega un espectáculo épico que podría firmar el mismísimo Peter Jackson. Los dragones se vieron en acción mejor que nunca, la carga de caballería Dothraki parecía tan libre de extras digitales como una película del siglo XX y, finalmente, la Batalla de los Bastardos exhibió un choque entre fuerzas militares de una escala, variedad y verosimilitud capaces de hacer olvidar Roma, una de las pocas series con un coste por episodio superior a Juego de Tronos. La otra es Friends, por supuesto, aunque el dinero se concentraba en un casting ligeramente más reducido (ojo, este ranking es totalmente cierto). Tras un episodio en el que los diálogos shakesperianos dejaron paso a los efectos sonoros de vísceras desgarrándose, podría parecer un buen día para dejar la reflexión de lado y regodearse con la coreografía de un Jon Snow en modo Leónidas meets Aragorn. Pero no.

Una vez que los Stark han recuperado el Norte, podemos contemplar el equilibrio de fuerzas en el que se encuentra la serie. Podríamos dividir el panorama en tres grandes facciones: primero, los Lannister junto a los Tyrell, respaldados por el fanatismo religioso; en segundo lugar, Daenerys con sus Inmaculados, sus Dothraki, sus dragones y su recién adquirida flota y; finalmente, los Caminantes Blancos. Disgregadas las casas y mermadas en número, lejos quedan los días de un Rey en el Norte como alternativa viable para la supremacía de Poniente. David Benioff y D.B. Weiss, los responsables de la serie, siempre han dicho que durará entre siete u ocho temporadas. Es pues, un buen momento, para empezar a realizar nuestras porras sobre quién se llevará el huargo al agua. Y, tras el episodio de ayer, yo apuesto por la Madre de los Dragones a dos manos.

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“Daenerys es ‘el espíritu del mundo a lomos de un caballo’ o de un dragón, en el caso que nos ocupa”

Sería fácil defender la victoria final de Daenerys desde factores externos a la narración. Especialmente, pensar en la inversión de horas en pantalla de la que ha gozado el personaje pese a su distancia respecto al núcleo geográfico donde tienen lugar la mayoría de sucesos de la serie. Pero es mucho más interesante preguntarse qué tiene la última de los Targaryen que la diferencia del resto. Pues bien, Daenerys es lo que Hegel, el padre filosófico de Karl Marx, dijo que era Napoleón: el espíritu del mundo a lomos de un caballo. O de un dragón, en el caso que nos ocupa.

Una de las grandes apuestas de Marx fue su teoría de la historia. Según el marxismo ortodoxo, la historia estaría guiada por unas leyes universales que se manifiestan a través de los seres humanos, como piezas en un tablero de ajedrez que ignoran el plan maestro que las mueve1. En este paradigma de evolución lineal, todas las guerras, períodos de paz y revoluciones serían temporadas de relleno que conducirían al gran season finale de la política y de la Historia humana con hache mayúscula: la implementación del comunismo. Marx defendía que, desde el feudalismo hasta el capitalismo, todos los modos de producción que permitieran la desigualdad son injustos e irracionales. Y, claro está, Marx estaba convencido que la razón acabaría ganando la batalla. Al fin y al cabo, las masas ignorantes descubrirían la verdad de las condiciones que las subyugan -leyendo «El capital», por descontado- y, una vez fuera de la caverna, la revolución caería por su propio peso. ¿Y qué es Daenerys Targaryen? La voluntad racional de la historia hecha carne y hueso.

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“El amo necesita que el esclavo lo reconozca como tal para ser amo. Además, el amo depende del trabajo del esclavo para vivir”

La liberación de la ciudad de Mereen es un ejemplo excelente de la dirección necesaria hacia la que los seres humanos debemos tender según el paradigma marxista. En el fondo, se trata de un despliegue a gran escala del célebre micro-escenario que describió Hegel: la dialéctica del amo y el esclavo. Resumiendo en cuatro líneas uno de los pasajes más importantes de la historia del pensamiento: dos seres humanos se encuentran en la nada. Luchan a muerte. Uno gana y esclaviza al otro. Parece que el amo ha ganado. Pero no, el amo necesita que el esclavo lo reconozca como tal para ser amo. Además, el amo se da cuenta que el reconocimiento forzado no le hace sentir realmente digno. Peor todavía, el amo depende del trabajo del esclavo para vivir. Pero el amo no sabe trabajar, solo sabe hacer de amo. Giro inesperado: el amo se da cuenta que la única forma de ser libre es liberando al esclavo y tratándolo de igual a igual. Fin de la historia, y a comer perdices igualitariamente. La diferencia más interesante entre Hegel y Marx es que el segundo sostenía una implicación más activa del esclavo en forma de una revolución y unas cuantas cabezas capitalistas cortadas pero, a grandes riesgos, lo importante es que el reconocimiento mutuo entre iguales es el único destino racional posible de la historia de la humanidad.

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“La lógica cruel e injusta de las primeras temporadas de la serie parece desplazarse hacia una cierta redención”

Daenerys Targeryen es, pese a su mano de hierro y a sus tics autoritarios, el instrumento de liberación definitivo del universo de Juego de Tronos. Al igual que en la dialéctica entre el amo y el esclavo, se da la paradoja de que una mujer que ha conseguido su estatus gracias a la fuerza bruta acaba implementando principios igualitarios a través de su acción. Es el triunfo de la razón y de la moralidad a base de llamas y sangre. Y creo que Daenerys ganará porque expresa la motivación humana fundamental tal y como la describieron Hegel y Marx mejor que ninguna pieza en el tablero de Juego de Tronos. No sé si Martin es marxista, pero creo entrever que no es un pesimista tan grande como podría parecer. Y Daenerys es el personaje poderoso que más cree en la necesidad de igualdad y reconocimiento mutuo. Exactamente lo que se pudo palpar en el apretón de manos con Yara: un pacto que concede la independencia a las Islas de Hierro al tiempo que reconoce a la Madre de los Dragones como legítima soberana. Sin sumisión gratuita ni injusticia, sino mediante el respeto. Tal y como vimos en la derrota de Ramsay Bolton, la lógica cruel e injusta de las primeras temporadas de la serie parece desplazarse hacia una cierta redención. Al final de la historia –la de la serie–, estaremos más cerca del final de la historia –la de la humanidad que predijo Marx–: la de un mundo más justo. O eso apostaría yo.

1 Todos ignoran el plan de la historia menos Hegel y Marx, por supuesto. A poco que hayáis leído algo de filosofía sabréis que la modestia es una virtud más escasa en el mundillo que las frases sin subordinadas.

 

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