'Stranger Things' T4 (Crítica): Todo listo para el final más épico posible
Crítica 'Stranger Things' T4

‘Stranger Things’: Todo listo para el final más épico posible

La cuarta temporada de 'Stranger Things' ha terminado poniendo a prueba a todo el mundo: a sus personajes, sus creadores, sus espectadores y hasta a la propia Netflix. Se acerca el final y las cosas empiezan a estar más claras que nunca.

La cuarta temporada de Stranger Things ya ha terminado, después de su estreno en dos volúmenes y lo ha hecho por todo lo alto. La serie de los Hermanos Duffer supone el chute de autoestima que necesitaba Netflix. En especial, tras unos meses en los que la plataforma ha estado más de actualidad por sus bajada de suscriptores.

El plano final del último capítulo nos muestra a una Once lista para la acción. Confiada y decidida, mirando hacía un Hawkins patas arriba y al borde de la destrucción. Es inevitable ver en esa Once a punto de ser la superheroína definitiva de la serie, una metáfora de la importancia que tiene actualmente Stranger Things para Netflix.

Una serie como esta necesitaba (como agua de mayo) a un némesis concreto y tangible para amenazar a Once y al resto de personajes.

Del mismo modo, en esta cuarta temporada en la que las tramas han subido en intensidad y la partida ha llegado al punto climático, la serie ha demostrado que necesitaba hacer como su protagonista principal y buscar en su interior. Llevarse a sí misma al límite de sus posibilidades y ponerse más fuerte que nunca para encarar lo que está por llegar. Los ojos de todo el mundo estarán pendientes cuando llegue la temporada final. Y los cuchillos estarán muy pero que muy afilados. Culpa del hype y las ganas de destrozar a la que, probablemente, sea la gran serie-evento del último lustro.

Vecna, ¡qué bueno que viniste!

Sin duda, lo mejor que ha hecho Stranger Things en esta última temporada ha sido encontrar al malvado perfecto para ella, Vecna. Ya lo he dicho en más de una ocasión: se vive muy bien –narrativamente hablando– con un enemigo. Y una serie como esta necesitaba (como agua de mayo) a un némesis concreto y tangible para amenazar a Once y al resto de personajes.

Hasta ahora, las amenazas del Mundo del Revés eran demasiado dispersas. Peligrosas, sí, pero algo etéreas. Una amalgama de monstruos temibles aunque irrelevantes a nivel argumental. Ahora, con Vecna y su origen –perfectamente desplegado hasta culminar en el capítulo siete– al fin, la amenaza es real. Y no solo eso. Su historia personal con Once y Papá (Matthew Modine) le otorga un sentido de pertinencia totalmente genuino.

Porque Vecna ha estado siempre ahí y no éramos conscientes. Y como tal, está tan arraigado a Stranger Things como lo están Once, Mike, Lucas, Will o Dustin. Su conexión con lo que ocurre en Hawkins ha permitido a la serie perforar hacia su núcleo y encontrar la forma de concentrar todos los elementos que la hacen única. La llegada de Vecna ha supuesto también que Stranger Things suba la apuesta, en cuanto a la estructura argumental y sobre todo, el riesgo para sus personajes. Lo normal en una temporada totalmente diseñada para acercarse al clímax final. Por sus acciones, permite terminar la temporada con todos los personajes en un mismo lugar, ante una única misión y enemigo a batir. Y eso se agradecerá en la quinta y última temporada.

La relación entre Peter Ballard (Jamie Campbell Bower ) y Once (Millie Bobby Brown) es clave para la llegada de Vecna.

En consecuencia, Vecna es el MVP de esta cuarta temporada empatado, eso sí, con la magnífica Max. Ella es el personaje que más sufre emocional y psicológicamente en un arco que no solo ha resucitado para bien la carrera musical de Kate Bush, sino que funciona maravillosamente como exploración, en clave de cine de terror, de los abismos a los que tenemos que hacer frente en materia de salud mental. En esta línea, la actuación de Sadie Sink es, directamente, de diez.

De alguna forma, la manera en la que se han presentado los episodios y su polémica duración supone una suerte de prueba de fuego para los fans.

La llegada de Vecna supone también una ocasión ideal para elevar el nivel de terror hacia cotas más maduras y sofisticadas. La aparición de una figura como él da un volantazo en cuanto a las referencias más juveniles que tenía Stranger Things y la acerca a rincones más parecidos a los de películas como Pesadilla en Elm Street, sin dejar nunca de vista a novelas de Stephen King como It.

El arco de Vecna es el de un gran antagonista, con sus razones y motivaciones, lo cual le hace más peligroso. Hablando de Pesadilla en Elm Street, el origen de Vecna también nos ha servido para gozar con la pequeña aparición de Robert Englund, el actor que dió vida a Freddy Krueger, en una escena memorable, que no esconde su inspiración en otro clásico del terror psicológico adulto como es El silencio de los corderos.

Una serie llena de películas

Así pues, Vecna ha obligado a que esta cuarta temporada haya sido dura para sus protagonistas. Sin embargo, también ha sido así para su audiencia. De alguna forma, la manera en la que se han presentado los episodios y su polémica duración supone una suerte de prueba de fuego para los fans. “Si has llegado hasta aquí, si ves nuestra serie hasta cuando sus capítulos duran dos horas, es que eres un verdadero fan” parecen decirnos los Hermanos Duffer.

Sadie Sink como Max Mayfield ies la protagonista con mejor arco esta temporada.

Y es que la escalada en ambición de Stranger Things ha aumentado proporcionalmente a los centímetros que han crecido sus pequeños protagonistas. Hasta el punto de ir añadiendo nuevas líneas argumentales que han acabado por generar capítulos de más de dos horas. Esto sí que es el mundo del revés. Dejamos de ver películas para ver series y ahora los episodios de las series duran más que una película. Es tremendo. Pero hemos llegado a un punto en el que la trama está tan saturada a nivel climático que se le perdona todo.

La densidad argumental de este último volumen de episodios así lo requiere y por mucho que pensemos que estos dos capítulos se podrían haber editado en cinco o seis partes independientes, probablemente la inmensa mayoría de la audiencia los hubiera visto seguidos de todas formas. Así pues, por mucho que nos quejemos, la realidad es que tanto monta y monta tanto. Si (como decía anteriormente) hemos llegado hasta aquí, lo de menos es ya la duración de los episodios. Lo importante es que la resolución de cada trama nos satisfaga y que el espectáculo palomitero y escapista que es Stranger Things siga estando a la altura de sus referentes cinematográficos y de lo que esperamos de ella. Y con esta cuarta temporada se demuestra que así es.

PD: Que llegue pronto la quinta, en los volúmenes que quieran y el formato que deseen pero si esto se alarga más se gastarán más dinero en rejuvenecer a los actores que en El Irlandés.

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