‘Cadáveres’: una propuesta criminal que juega con el tiempo y el destino
Crítica de la serie (Netflix)

‘Cadáveres’, una original propuesta criminal que juega con el tiempo y el destino

Netflix estrena una serie con un potente punto de partida: la aparición del mismo hombre muerto en el mismo callejón londinense en tres periodos temporales distintos: 1890, 1941 y 2023.
Cadáveres

Shira Haas y Stephen Graham en 'Cadáveres', de Netflix.

Los viajes en el tiempo son un subgénero que, aunque no lo parezca, ofrece mucho margen para crear historias. Pueden ser bucles temporales, desplazamientos al pasado para evitar un futuro terrible o una catástrofe del presente, visitas de viajeros de una era diferente que alteran una comunidad en un periodo concreto, misiones para mantener prístina y en orden la línea temporal principal

Entre Loki, que está emitiendo actualmente su segunda temporada en Disney+, y Cadáveres, el estreno de Netflix de este fin de semana, existe un gran abanico de historias que, en muchas ocasiones, plantean también la posibilidad de que exista el destino. Y si es así, ¿para qué molestarte en vivir si puedes, simplemente, dejarte llevar?

https://youtu.be/RyZjIPB8paws

Esa es la gran pregunta que planea sobre la serie, de la que la prensa ha podido ver cuatro de sus ocho episodios. Adapta un cómic de Si Spencer, que escribió también para algunos números de Hellblazer, que Vértigo, el extinto sello para historias más adultas de DC, publicó en el verano de 2014.

El arranque de la miniserie, como mínimo, consigue que nos pique la curiosidad por averiguar si conseguirán resolver el misterio.

Y tiene un punto de partida que, desde luego, llama la atención: en un callejón de Londres, Longharvest Lane, aparece el cadáver desnudo de un hombre. Le han disparado en un ojo y tiene un peculiar tatuaje en una muñeca. Su muerte la investigan tres detectives, los inspectores Hilllinghead, Whiteman y Hasan. Pero, y aquí viene la gracia, cada uno de ellos está en una época distinta: 1890, 1941 y 2023. Y aún hay una cuarta policía que hará su entrada en escena un poco más adelante.

¿Cómo es posible que aparezca el mismo cuerpo en tres años distintos? Los tres agentes se enfrentan al caso con las armas de su época y en medio de contextos sociales distintos pero que, al mismo tiempo, los marcan a ellos como diferentes de los demás.

Cadáveres

Un mismo crimen, tres épocas distintas.

Hillinghead, por ejemplo, trabaja en Whitechapel solo dos años después de los asesinatos de Jack el Destripador y, además, se esfuerza por ocultar su homosexualidad. Whiteman está en Londres en pleno blitz alemán de la Segunda Guerra Mundial y es un judío que se ha cambiado el nombre y se enfrenta a los prejuicios existentes del departamento, mientras Hasan es una mujer musulmana de familia paquistaní en un cuerpo de policía donde su presencia es poco habitual.

En cuanto empiezan a husmear un poco, se dan cuenta de que el caso es extraño y a su alrededor circulan insinuaciones de que forma parte de algo más grande que ellos no pueden ni empezar a comprender. La frase “sabed que se os quiere” se vuelve recurrente e inquietante y el arranque de la miniserie, como mínimo, consigue que nos pique la curiosidad por averiguar si conseguirán resolver el misterio.

Pero esa resolución puede ser un regalo envenenado. ¿Con qué propósito envía alguien un cadáver a tres épocas distintas? ¿Desde cuándo lo envían? Y si es desde el futuro, ¿quiere eso decir que Hillinghead, Whiteman y Hasan van a seguir un hilo que está ya predeterminado y en el que no tienen capacidad de influencia?

Cadáveres parece moverse más en el debate de para qué molestarse en decidir si tu destino ya está fijado de antemano.

Así que Cadáveres se asienta sobre una tradición filosófica bien conocida y muy importante en los viajes en el tiempo. ¿Se altera el tiempo simplemente porque alguien vuelva al pasado? ¿Se crean líneas temporales alternativas con cada nuevo viaje y nuevo cambio? ¿O lo que pasó, pasó y es imposible de alterar? Aunque existe también una tercera vía en esto, que es que la mera presencia de un viajero temporal ya cambia la época en la que está.

Stephen Graham as Elias Mannix in Bodies. Cr. Netflix © 2023.

Así que Cadáveres se asienta sobre una tradición filosófica bien conocida y muy importante en los viajes en el tiempo. ¿Se altera el tiempo simplemente porque alguien vuelva al pasado? ¿Se crean líneas temporales alternativas con cada nuevo viaje y nuevo cambio? ¿O lo que pasó, pasó y es imposible de alterar? Aunque existe también una tercera vía en esto, que es que la mera presencia de un viajero temporal ya cambia la época en la que está.

El destino y el libre albedrío es un dilema que ha centrado discusiones filosóficas y teológicas durante siglos. Es posible remontarse hasta los mismísimos Sócrates, Parménides de Elea, Aristóteles o, más recientemente, Spinoza, Schopenhauer y Kant para encontrar diferentes posturas sobre el tema, y hasta Calvino creó toda una rama del protestantismo en su creencia en la predestinación. Y esto, solo si nos centramos en el pensamiento occidental.

Cadáveres parece moverse más en el debate de para qué molestarse en decidir si tu destino ya está fijado de antemano. Con el paso de los episodios, y según se va desvelando cuál es ese juego más amplio, da la sensación de que los policías poco pueden hacer para evitar lo que está por venir, por mucho que ellos crean que están trabajando activamente en ello. Evidentemente, en eso resulta fundamental un misterioso personaje a quien interpreta Stephen Graham que, bien está aprovechándose de esa predestinación, o bien está forzando a todo el mundo en creer en su existencia para salirse con la suya. ¿Qué mejor villano que uno que te dice que el fin del mundo es inevitable porque es lo que marca el destino?

Amaka Okafor as DS Hasan in Bodies. Cr. Matt Towers/Netflix © 2023.

Pero, aparte de toda esta discusión, Cadáveres resulta también entretenida en la construcción de sus personajes, aunque algunos, como Whiteman, caigan inicialmente en el cliché del galán pícaro del cine de los años 40.

Ahí, ayuda que Jacob Fortune-Lloyd tiene el aspecto de uno de esos héroes de películas de matiné en los que se inspiraron Steven Spielberg y George Lucas para crear a Indiana Jones. La red de presiones sociales y engaños en la que se va metiendo Hillinghead y la cabezonería de Hasan por llegar al fondo del asunto se presentan como más interesantes, en parte porque también imaginamos que todas las líneas temporales acabarán teniendo sus puntos de conexión.

Eso sí, la crítica queda incompleta a la fuerza porque da la sensación de que en esa mitad final de la temporada es donde la serie puede dar el do de pecho o, por el contrario quedarse en un principio pintón que luego no tiene un remate a la altura. Desde luego, potencial hay para presentar un misterio que enganche.

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