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El gremio del periodismo es uno de los que tradicionalmente ha conseguido llamar la atención de las series. Los motivos pueden ser diversos, desde una cierta endogamia (al final los periodistas son parte del ecosistema televisivo) hasta una idealización y mitificación de la profesión que se acaba retroalimentado con las series. A lo largo de la historia de la televisión, las series han mostrado su interés por enseñar el día a día de las mujeres periodistas e incluso han creado personajes considerados pioneros como Mary Richards, la protagonista de The Mary Tyler Moore Show, o Murphy Brown, dos mujeres –una de la década de los 70, la otra de finales de los 80 i principios de los 90– que trabajaban en medios de comunicación y que tenían que bregar con un ambiente profesional principalmente masculino.
Por casualidades del destino, las últimas semanas han coincidido en las plataformas diversas series que vuelven a sumergirse en las dificultades de las mujeres periodistas. No solo tienen en común la temática sino también la decisión de poner un marco retro a sus historias. Minx, de HBO Max, viaja hasta los años 70 para explicar el nacimiento de la primera revista erótica destinada al público femenino. The Newsreader (Movistar+ / Filmin) se traslada a los años 80 para mostrar los problemas a los que se tiene que enfrentar una presentadora de informativos que se resiste a ser simplemente la cara bonita del telediario. De alguna manera, las protagonistas de estas series son primas hermanas de Mary Richards i Murphy Brown. Además de Minx i The Newsreader, a la lista de series sobre comunicadoras podríamos sumar también, aunque sea tangencialmente, Julia (HBO), la serie sobre Julia Child, la chef que en los años 60 hizo uno de los primeros programas de cocina de los Estados Unidos.
https://www.youtube.com/watch?v=UTc5I86to_8&ab_channel=HBOMax
En cada una de estas series la desigualdades en el periodismo se abordan desde un género diferente. La comedia ligera es claramente la apuesta de Minx: Joyce Prigger (Ophelia Lovibond) es una periodista que aspira a seguir los pasos de referentes de la segunda ola del feminismo como Gloria Steinem, que a principios de los 70 fundó la revista feminista y liberal Ms. El problema de Joyce es que no tiene editor –todos con los que se reúne son hombres– que la apoye y acaba aliándose con Doug Renetti (Jake Johnson), responsable de un grupo de revistas porno que ve potencial en sus ideas siempre y cuando se mezclen con hombres desnudos. La visión diametralmente opuesta de la vida que tienen estos dos personajes es la raíz de buena parte de las situaciones cómicas de la serie, que en su primer episodio incluye un montaje de pollas de toda clase y condición que es un buen ejemplo de cómo las ficciones, por fin, han descubierto el cuerpo masculino se puede enseñar en pantalla.
Minx pone encima de la mesa muchos debates que aún continúan vigentes
Durante la puesta en marcha de la revista se hace evidente que los choques entre Doug y Joyce serán constantes (aunque, supongo que para evitar tópicos, esa tensión no deriva en una trama romántica, al menos en la primera temporada). La periodista no solo tendrá que tragarse el sapo de aceptar que su publicación vire hacía un tipo de revista que nunca se había imaginado, si no que también verá como muchas de sus ideas son rechazadas porque, aunque Doug es un poco más abierto de mente que el resto de editores, sigue siendo un hombre que ostenta el poder. La alianza con un editor porno es un arma de doble filo: por un lado le permite sacar adelante su proyecto pero, por el otro, hace que ella pierda parte del control sobre la revista, un hecho que acabará siendo el conflicto fundamental de la serie.
En tono de comedia Minx pone encima de la mesa muchos debates que aún continúan vigentes, porque casi cincuenta años después de la época que muestra la serie, sigue siendo tan raro encontrar una revista erótica dirigida al público femenino, como encontrar mujeres al frente de grandes medios de comunicación.
El desprecio por las ideas cuando éstas vienen de una mujer también lo conoce Alice Naman, la joven productora negra que está convencida que un programa de cocina con Julia Child como presentadora puede ser un éxito. Julia se basa en la historia real de la chef televisiva más famosa de los Estados Unidos, muchos de los personajes que aparecen existieron, aunque otros son una mezcla de realidad y ficción. Es el caso de Alice, que es una figura inventada pero creada a través de la suma de diversas personas reales, entre ellas Ruth Lockwood, que fue productora de The French chef.
La ficción toma la decisión que el personaje de Alice sea afroamericano y así puede sumar el racismo al machismo, aunque la serie explica de forma más realista la discriminación que sufre por el hecho de ser mujer que por el hecho de ser negra. Alice se siente incomprendida por su madre, a la que echa en cara que no entiende lo difícil que es labrarse una carrera profesional como la única productora de la cadena, y se siente ninguneada por su jefe, que en un principio es reticente a la idea de un programa de cocina pero que después se entusiasma con él.
Por lo que hemos visto en los primeros episodios, Julia es en esencia una serie de buenas personas, así que los conflictos –que los hay– se suelen resolver sin grandes dramas. Eso no quiere decir que las pinceladas de discurso social que da no sean interesantes o estén bien planteadas.
Mientras Julia apuesta por cierta sutileza, The newsreader es bastante clara respecto lo que quiere contar: la situación de desigualdad de las mujeres en el mundo laboral, y en concreto en el ámbito de la televisión. La serie, que acaba de anunciar que tendrá segunda temporada, parte de un conflicto clásico pero que siempre funciona, i que, además, se sigue planteando en la actualidad: la necesidad de Helen Norville, presentadora de informativos, de ser algo más que una busto parlante (y bonito). Helen pelea por intentar explicar las historias que considera importantes, como, por ejemplo, la de una madre de familia infectada de VIH por una transfusión de sangre, y eso hace que el director de informativos la califique de “problemática”, un adjetivo que suelen tener que soportar las mujeres que deben ser el triple de pesadas que un hombre para conseguir lo mismo que ellos. El mismo director que considera a Helen una auténtica pesadilla se planta en su casa e intenta convencerla de tener relaciones sexuales con él a cambio de ayudarla con su carrera.
Ni ‘Minx’ ni ‘The Newsreader’ habrían sido posible sin el renacer feminista de los últimos años
La escena que aparece en The newsreader no hubiera desentonado en la primera temporada de The morning show, otra de las series recientes protagonizada por mujeres periodistas, aunque, en este caso, ambientada en el momento actual. La serie de AppleTV+ es una muy evidente hija del movimiento MeToo, pero seguramente ni Minx ni The newsreader habrían sido posible sin el renacer feminista de los últimos años. Y aunque es estupendo revisar épocas pretéritas teniendo en cuenta el prisma actual, tampoco seria mala idea poner más foco cómo es ser mujer periodista hoy en día, con el sector más precarizado que nunca.
Fantasías como The Bold Type son estupendas para pasar una tarde de distracción, pero de tanto en tanto también se puede poner el dedo en la llaga. Temas de los que hablar, hay: según el primer estudio sobre la situación de las mujeres periodistas en España, realizado por la Plataforma por la Libertad de Expresión, un 63,3% de las profesionales encuestadas tienen como responsable superior último un hombre. El 66,7% de las periodistas no ve posible conseguir un ascenso. Según los últimos datos del INE –correspondientes al año 2018- las mujeres del sector ganan un 17,8% menos al año recibiendo un salario medio anual de 29.099 euros frente a los 35.411,35 que obtienen los hombres. En el resto del mundo, la situación no es mucho mejor.
Así que, aunque nos encantan los lookazos 70 y 80 y celebramos la reivindicación con poso vintage, podemos empezar a explicar como las mujeres periodistas aún tiene que bregar con ser el último mono.