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Planteemoslo así: entramos cada día al mismo trabajo a la misma hora. Salimos a la hora de siempre. Cada día es lo mismo. Una rutina tras otra. Sin embargo, nuestra mente está dividida en dos; separada entre un yo laboral y un yo personal. Uno no recuerda nada de lo que vive el otro y viceversa. Los asuntos personales no interfieren en nuestro trabajo. Y al revés. ¿Aceptamos esta Separación?
Estamos ante una separación de personalidades en toda regla, a partir de una pequeña intervención quirúrgica en el cráneo. ¿Somos, pues, la misma persona en el trabajo y en casa? Con dicha operación, no cabe duda. Nuestra mente se divide en dos entidades diferenciadas cuya existencia solo tiene sentido en un lugar u en otro.
Salen y entran y vuelven a entrar y a salir. Para ellos no hay sueño, no hay descanso ni pausa. Tan solo una vivencia contínua en la que nunca abandonan el trabajo.
Una separación que da título a esta nueva serie de Apple TV+, con aires de sátira distópica, filmada por Ben Stiller y cuyo reparto es, sencillamente, espectacular: Adam Scott, Patricia Arquette, Britt Lower, Zach Cherry, Dichen Lachman, Jen Tullock, Tramell Tillman, Michael Chernus y –señoras y señores–, John Turturro y el gran Christopher Walken.
Separación (o Severance en su título original) plantea en su premisa un escenario, sobre el papel, tan gratificante como terrorífico. Como lo es la vida misma. Pero la idílica perfección corporativa con la que se quiere presentar el invento, esconde una devastadora verdad. Y los protagonistas, que habitan sus días laborales dentro de esta utopía de gratificación trabajadora, ignorantes de su realidad fuera de las paredes de la empresa, empezarán a cuestionarse su propia existencia. Pero atención, porque ya sabemos que pensar demasiado puede acabar con tu (aparente) felicidad.
El trabajo (no) nos hace libres
En Separación, Mark Scout (Adam Scott) dirige un equipo de cuatro personas en la misteriosa empresa Lumon Industries. La empresa es famosa por ser la abanderada de un polémico procedimiento quirúrgico que separa los recuerdos entre trabajo y vida personal. La llegada de una nueva empleada, Helly, al equipo de Mark, en substitución de un compañero que ha desaparecido, le hará cuestionarse el sentido de su existencia en la empresa. Y, poco a poco, el resto de su equipo se va deshaciendo del corsé vital en el que ellos mismos se metieron.
En el apartado visual, ‘Separación’ roza la matrícula de honor. Ben Stiller se luce en cada plano de la serie que sucede en el interior de la empresa.
Todos ellos viven dos vidas. La de su “outtie”, es decir, el ser que vive fuera de la empresa, con su vida normal. Y su “innie”, el que trabaja en Lumon y cuya experiencia vital se limita a lo vivido allí dentro. Salen y entran y vuelven a entrar y a salir. Para ellos no hay sueño, no hay descanso ni pausa. Tan solo una vivencia contínua en la que nunca abandonan el trabajo.
El ascensor del edificio es empleado por Ben Stiller como recurso visual para expresar este bucle, recurriendo a una especie de dolly zoom customizado que recrea lo que siente cada personaje cuando entra y sale del trabajo. O lo que es lo mismo en este caso, cuando tienen la apariencia de salir del trabajo.
En este apartado visual, Separación roza la matrícula de honor. Ben Stiller dirige seis de los nueve episodios de la primera temporada y se luce en cada plano de la serie que sucede en el interior de la empresa.
Su dirección es la que marca el tono a seguir durante toda la serie y bebe claramente de influencias más canónicas como la simetría obsesiva de Kubrick a acercamientos más indie a la ciencia ficción como los que ha hecho Charlie Kaufman, Shane Carruth o Yorgos Lanthimos.
Cuando ‘The Office’ se vuelve ‘Brazil’
Para Lumon, éste es un sistema perfecto. E intentan inculcar dicha noción a unos trabajadores que parecen seres de barro moldeados a gusto de la empresa. La base de su felicidad está precisamente en la ignorancia. Pues de esa ignorancia surge una primera duda: “Si mi yo exterior ha querido hacerse esta separación es porque la vida fuera es una mierda”. Por tanto, bendito trabajo, refugio sagrado que nos protege de una realidad dañina. Si tenemos trabajo, tenemos seguridad. ¿Pero vivimos para trabajar o trabajamos para vivir?
Los protagonistas principales de Separación no son conscientes de haber tomado esa decisión y sin embargo, una serie de glitches en el sistema pueden romper esa noción por completo. Se trata de abandonar la ignorancia para empoderarse con conocimiento y buscar el lugar donde sí radica la libertad. Aunque eso suponga, en el caso del protagonista, afrontar la realidad trágica que le espera en su vida personal.
Así, esos mismos seres de barro ven como empiezan la serie en un espacio narrativo que bien podría ser una versión refinada de The Office o la magnífica y siempre reivindicable película de Mike Judge Trabajo Basura. Para luego tornarse en un espacio más cercano a la Brazil de Terry Gillian. No solo por su estética retrofuturista y el mundo burocrático/corporativo que desarrolla. También por el sentido de aventura paranoica donde lo que importa es salir de la cueva.
Christopher Walken es eterno en esa cosa tan suya. Parece un alien llegado del planeta Mercurio que juega a su propio juego.
La nueva empleada, Helly, es la primera en buscar respuestas pero una serie de hechos inician un efecto dominó que dará razones a cada uno de ellos para buscar esa salida y ejercer, ahora sí, con total libertad. Aquí es donde más resuena el argumento de conspirathriller de Separación. Con toques incluso de thriller setentero, editado con el pulso de Alan J. Pakula, John Frankenheimer, Richard Fleischer, William Friedkin o Brian De Palma, además de algo del Welles de El Proceso
Además, esta desembocadura de revelaciones permite a la trama darnos momentos realmente especiales para cada personaje, en los que brillan las interpretaciones. Adam Scott personifica –como también podría haber hecho el Stiller actor, por cierto– la mezcla ideal de comedia y drama de Separación. Patricia Arquette sigue a lo suyo, dando lecciones en cada nueva serie que hace. Realmente da gusto disfrutar de esta nueva colaboración director/actriz que ha surgido entre ella y Ben Stiller desde Fuga de Dannemora.
Britt Lower, Tramell Tillman y Zach Cherry resultan caras frescas que dan oxígeno y por último, lo de Christopher Walken y John Turturro sigue siendo de otro mundo. Separación tiene el acierto de juntar sus dos personajes, en una trama emotiva y sorprendente que es carne de meme. En el buen sentido. La capacidad de Turturro para transmitir esa falsa calma que esconde una bomba a punto de implosionar es ya famosa. Y Christopher Walken es eterno en esa cosa tan suya. Parece un alien llegado del planeta Mercurio que juega a su propio juego. Pero nos encanta. Y lejos de parecer algo ajeno a la propuesta, su presencia etérea va a favor de Separación.
En definitiva, Separación es una de las joyas de la temporada. La serie, creada por Dan Erickson (en su primer trabajo acreditado), gestiona muy bien la revelación de secretos y giros al final de cada episodio, hasta culminar con un brutal último capítulo que te deja sin aliento y con ganas de más. Por suerte, Apple TV+ ya ha confirmado la segunda temporada y podremos mitigar esa sed que nos deja.