Crítica de 'Express' (Starzplay): "Más rápido, más alto, más fuerte"
'Express'

Más rápido, más alto, más fuerte

La primera producción española de Starzplay es un frenético thriller que, a pesar de tener varios problemas, consigue llamar la atención por su potente estilo visual y un empuje narrativo innegable.
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Hay un momento en el primer capítulo de Express que creo que resume muy bien el espíritu de la serie. La protagonista, Bárbara, interpretada por Maggie Civantos, recibe una llamada del colegio de élite en el que estudia su hija: al parecer, durante un altercado, la niña ha acabado sacando una pistola y amenazando a sus compañeros con ella. Pero el enfado de Bárbara queda suavizado cuando descubre el contexto de la situación: un chaval se estaba burlando de su hija y de su novia.

Para colmo, el director del colegio le sugiere a la niña, delante de su madre, que mejor se guarde las muestras de amor con su novieta y de paso alargue un poco la longitud de sus faldas. Así las cosas, según la lógica interna de la serie de repente una transgresión tan loca como que una menor se saque de la manga una pistola real en medio de la hora del almuerzo (!) pasa de ser algo reprobable a algo casi necesario, ante el peso de la opresión homófoba, sexista y conservadora a la que está sometida la cría. Al acabar la reunión, Bárbara estará más furiosa con el director que con su hija.

Esta es precisamente la apuesta de riesgo de Express: poner a sus protagonistas a hacer cosas que rozan lo inverosímil, en una especie de realidad que es la nuestra pero a la vez mucho más intensa (como si España fuese de repente un estado más de EE. UU., o un apéndice de México, con el aumento de crimen que ello supone), y confiar en que el espectador pasará por el aro, ya que, ¿cómo se puede reaccionar a un mundo tan loco, tan injusto como el que plantea la serie, si no es a través de la locura? 

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No busquemos, pues, el realismo: el de Express es un mundo híper-estilizado en el que se producen secuestros exprés en España todos los días: un mundo más cercano al cómic o al cine de Michael Bay que a la clásica serie policíaca española. En este contexto, un equipo secreto formado por una expolicía (la propia Civantos, bastante cómoda en su papel de heroína de acción/madre), un hacker adolescente, una piloto de drones, un criminal y una señora ciega pero con una gran capacidad auditiva (Ana Marzoa, de momento lo mejor de la serie) se dedicarán a salvar a las víctimas de estos secuestros con la ayuda de una siniestra corporación de seguros capitaneada por una Kiti Manver disfrazada de súper villana. 

Comprar o no esta fórmula depende ya del espectador, pero lo que es indudable es que, aún con los problemas de tono que supone combinar el thriller tecnológico, el policíaco y el drama familiar, la serie consigue avanzar con energía gracias a un ritmo narrativo innegable y su potente estilo visual, en el que se nota la implicación de su director, Gabe Ibáñez.

Es muy de agradecer que en su apuesta total por la acción más desacomplejada no olvide cierto cinismo español

Que sus máximos responsables sean Iván Escobar (Vis a vis) y Antonio Sánchez (Perdiendo el Norte, Aída, Siete Vidas…) garantiza además una combinación bastante peculiar entre la tradición humorística televisiva española y los experimentos más recientes con el thriller puro y duro. En ese sentido, es muy de agradecer que en su apuesta total por la acción más desacomplejada no olvide cierto cinismo español, cierta forma de encarar el género desde el descreimiento, un aroma a Los Hombres de Paco o Mortadelo y Filemón

Los problemas, de hecho, surgen cuando Express se olvida de que aquí hemos venido, ante todo, a pasarlo bien, e intenta impostar un tono más serio o reflexivo que creo que no le sienta tan bien como esos momentos en los que decide entregarse a la locura. Así, la ficción se construye sobre una serie de temas (entre ellos, el más importante, la velocidad del mundo actual y nuestra incapacidad para pararnos a pensar ni aunque sea un segundo) que funcionan mejor sugeridos a través de su interesante puesta en escena (ese ritmo endiablado que late en sus imágenes, en su título, en la velocidad de los diálogos) que verbalizados.

Express starzplay serie ver

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Esto no quiere decir que el esfuerzo de Express por dotar de una excusa temática a sus loquísimas aventuras sea en vano, pero sí creo que demuestra que, a pesar del talento de los creadores y guionistas de la serie para salirse de la zona de confort del audiovisual televisivo español, la combinación de lo íntimo y del género más desaforado sigue siendo un arte muy peculiar en que muchas veces no llegamos a acertar del todo. 

Así, la mayor virtud y paradójicamente el mayor lastre de Express acaba siendo esa entrega a la velocidad, a llegar más alto, más rápido, a sonar lo más fuerte posible. Una intensidad que desde luego consigue que no podamos quitar ojo de la pantalla, pero que a la vez impide que la parte emocional de la serie tenga más peso.

Está el intento por profundizar en Bárbara, en sus traumas personales, en su dificultad para equilibrar un matrimonio que se rompe, la crianza de sus hijas, un trabajo a vida o muerte. Hay una construcción inteligente del grupo de investigadores que la acompaña, con sus personalidades histriónicas, sus choques, que sin duda ganará más peso en siguientes capítulos (ya que de momento solo hemos podido ver el primero). Un trabajo de personajes que sostiene la acción pero que queda aprisionado por el frenético ritmo que tiene todo. A Express lo único que le falta es atreverse a parar a respirar.

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