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“El mayor truco del Diablo es hacernos creer que no existe”
–Charles Baudelaire
Aviso, como si de firmar un contrato con el Diablo se tratara, siempre que encaramos una serie de cierto prestigio o secretismo, las plataformas (Prime Video en esta ocasión) nos piden «estar de acuerdo» con un documento de embargo en el que se señalan qué spoilers se pueden decir en la crítica y cuales no. Un paso normal y habitual que, a veces, por torpeza del que escribe estas líneas, ha provocado que me «tragara» varios spoilers sin querer antes de mirar la serie. Mea culpa por hacer lo obvio: leer el contrato.
En todo caso, en esta pieza sobre El consultor no revelaré los spoilers que tal documento me avisó de no revelar. En este oficio uno ya ha encontrado la manera de decir ciertas cosas toreando spoilers. A veces es difícil y tienes que aceptar que algunos lectores se enfaden solo por el mero hecho de mencionar ciertas cosas. Siempre es mejor avisar.
Por eso aquí seré claro: El consultor tiene giros y sorpresas que hacen de su visionado, algo muy entretenido y adictivo. La serie se guarda escenas de lo más grotescas y perversas que hacen la delicia de los espectadores más macabros. Además, le dan un toque oscuro y misántropo a una serie que desentona en un entorno general de estrenos anodinos y rutinarios. Y eso es bueno, muy bueno. De hecho, la emparenta con otras rara avis que Prime Video ha estrenado en los últimos años, como son Outer Range, Them o Night Sky.
Dicho esto, el maquiavélico documento de Prime Video donde nos marcaban qué cosas no revelar sí me permite elucubrar sobre quién o qué es Regus Patoff, el consultor interpretado por Christoph Waltz que da título a la serie. Es aquí donde, ya me permitiréis, me voy a centrar para explorar lo que me parece más interesante de la serie.
Y no me matéis, por favor. Pues lo que viene a continuación, por mucho que lo parezca, no será un spoiler como la copa de un pino, sino una interpretación personal de algo que se intuye en la serie pero que nunca se acaba de revelar explícitamente. Además, he revisado de nuevo el mencionado documento y Prime Video me permite discutir sin miedo a un juicio sumarísimo.
Acertadamente, El consultor, pese a dar pistas bien sobre su personaje titular, tiene el buen gusto de dejar en manos del espectador la interpretación que se le quiera dar. Por eso me esperado unos días prudenciales a terminar esta pieza. Sin embargo, si aún no has visto la serie y prefieres dejar aquí el texto y volver cuando hayas visto la serie, lo entiendo, quizás sea lo mejor. Mis palabras seguirán aquí…hasta que quiera el Diablo.
El diablo está en los detalles
Satanás, Belcebú, Lucifer, Mefisto, el Señor de las moscas, Samael, Belial…Louis Cyphre, Regus Patoff o Christoph Waltz. Llamadlo como queráis. El Diablo lleva con nosotros desde que los humanos realizamos el primer acto de maldad de la historia y no nos abandonará nunca. Aunque creáis o no, su existencia se traduce en esto: en la maldad que llevamos todos dentro. Y en especial, en la maldad que está enraizada en nuestras estructuras sociales, ya sean el trabajo o la familia.
Hundirse o prosperar, no hay término medio en la dinámica de dos protagonistas que asumen el rol subrogado de la audiencia. Ante la llegada del diablo a tu vida, ¿qué harías?
Por lo tanto, ¿Y si el Diablo tan solo aparece para que nos demos cuenta de lo malvados que somos? O peor. ¿Y si llega para revelarnos que el Mal es lo que sustenta nuestra sociedad? Puede que, entonces, los métodos pocos ortodoxos de, en este caso Regus Patoff (Christoph Waltz), más que un acto de maldad, sean un acto revelador. Un espejo que nos muestra lo que somos capaces de ser. Eso es lo que acaba dividiendo el camino de los dos protagonistas que más ven sus vidas afectadas por el impacto del inquietante consultor interpretado por el actor ganador del Oscar por Malditos Bastardos y Django Desencadenado.
En El consultor, Regus Patoff llega, insospechadamente, a una empresa de videojuegos tras una crisis (que no revelaré) y en poco tiempo, en su posición de consultor, pone la empresa patas arriba, para asomo de los dos protagonistas de la serie, Craig (Nat Wolff, Ciudades de papel) y Elaine (Brittany O’Grady, The White Lotus), quienes empezarán a indagar sobre el misterioso consultor.
Ambos, como decimos, se implicarán y buscarán respuestas donde (quizás) no las hay. Por el trayecto sufrirán consecuencias dispares: ahogarse hasta el fondo o navegar la marea y llegar a la superficie. Hundirse o prosperar, no hay término medio en la dinámica de dos protagonistas que asumen el rol subrogado de la audiencia. Ante la llegada del diablo a tu vida, ¿qué harías?
La figura del consultor de Waltz, está llena de excentricidades que no tienen explicación. Algunas de ellas tienen un carácter, en apariencia, profesional (despidos crueles, denigrar trabajadores, robar ideas, alentar la competencia de forma macabra…) que no distan mucho de las que puede tener cualquier jefe motivado. Ya sabéis, de aquellos que piensan que todos debemos ser unos workaholics y darles las gracias constantemente por tener trabajo.
Otras excentricidades de Patoff, sin embargo, esconden una serie de secretos (como una puerta siempre cerrada, el uso de materiales analógicos en una empresa tecnológica, la construcción de su peculiar nombre o esa extraña imposibilidad para subir escaleras) que apuntan a respuestas más escatológicas, en la acepción teológica de la palabra, claro. Es ahí donde cobra sentido la interpretación mefistofélica del personaje de Christoph Waltz.
Corporativismo tóxico
Desde el arranque de la serie, ésta nos pone en preaviso con una secuencia de títulos de crédito en la que abundan las moscas y el color rojo. La macabra tragedia que da arranque a la serie, ante la que es imposible no quedarse boquiabierto, también nos sitúa en un escenario terrorífico. Pero no os asustéis, el auténtico miedo está en lo soterrado de El Consultor. En el subtexto que lleva implícita la sucesión de acontecimientos de los ocho entretenidos capítulos que conforman la serie de Prime Video.
Partiendo de esta interpretación personal sobre el personaje de Christoph Waltz, más allá de añadir al actor a una lista de de nombres que han interpretado a Satanás, junto con Robert De Niro, Jack Nicholson, Al Pacino, Vincent Price, pasando por Elisabeth Hurley y hasta el reciente Ignatius Farray en Pobre Diablo, nos topamos con la lectura más potente de la serie.
Él es la personificación del pacto que hemos hecho con el capitalismo y del que, amigos y amigas, ya es demasiado tarde para retirarnos.
Retomando la cita inicial de Baudelaire, si el Diablo nos ha engañado completamente en la idea de su existencia será porqué quizás hemos dejado que así sea. Si catalogamos al Diablo de Christoph Waltz en El Consultor como una vertiente capitalista del mismo, sin duda es así. Regus Patoff forma parte de nuestras vidas sin que ya nos demos cuenta de ello.
Él es la personificación del pacto que hemos hecho con el capitalismo y del que, amigos y amigas, ya es demasiado tarde para retirarnos. Y además, no le hace falta ni tentarnos, como ocurría con el Al Pacino en Pactar con el Diablo, embriagado con la abundancia occidental delos años 90. Tristemente, en pleno 2023, al Diablo de El consultor tan solo le basta con ponernos en alerta para que no perdamos nuestro apreciado curro. El sustento que nos permitirá compartir nuestro diminuto apartamento y pagar los deliveries de comida exótica.
Si este ser malvado hace acto de presencia, como ocurre en El Consultor es para corregir algún desvío puntual y solidificar nuevas tendencias. Como las crisis económicas que vienen y van y siempre tienen defensores que las justifican sin llegar nunca a señalar a los culpables. Mantras repetidos hasta la saciedad, como que «de una crisis se sale más fuerte», que esconden las inherentes contraprestaciones negativas que éstas siempre conllevan.
Irónicamente, Regus Patoff, como representante del Mal, no es un agente del caos que quiere ver el mundo arder, o en este caso castigar la empresa a la que llega. Al contrario, este demonio consigue resultados abiertamente favorables hasta el punto de redirigir la empresa que se iba a pique. En este perverso giro de la historia radica la esencia más satírica de El Consultor y, sin duda, lo que nos quiere contar la serie. ¿Este acto de salvación corporativa es una acción positiva o es el truco definitivo del Diablo?
A veces, los Regus Patoff de nuestro mundo nos confunden. Nos hacen creer que además de nuestros jefes, son nuestros amigos.
El torbellino personal, laboral y emocional que provoca Regus Patoff al llegar, por sorpresa, a la empresa en la que se ambienta la serie es la extensión de esta mentalidad corporativa. Una manera dominante de ver el mundo que, llevada al extremo competitivo, saca a relucir el Mal de una estructura, la económico-laboral, a la que estamos condenados a adheridnos, como almas en pena deambulando entre el azufre del infierno.
Ya no nos inmutamos ante la ola de despidos actuales de las grandes empresas tecnológicas (son reajustes económicos, nos decimos) o apenas le damos importancia a recibir whatsapps o llamadas de trabajo fuera de nuestro horario laboral. Hasta hay quién aplaude las frikadas de alguien como Elon Musk, a quien no le tiembla el pulso al despedir una empleada devota que incluso duerme en las oficinas para llegar a cumplir los deadlines.
A veces, los Regus Patoff de nuestro mundo nos confunden. Nos hacen creer que además de nuestros jefes, son nuestros amigos –aquello que en versión bondad torpe pretendía siempre Michael Scott–. Lo que realmente pretenden es comprar nuestra alma y esperar que hagamos buena cara mientras nos hacen sentir que formamos parte de algo.
Una transacción cuyo precio a pagar variará según como seamos, pero siempre llegará. Puede ser nuestra ansiedad, nuestra libertad, nuestra salud física y, por supuesto, nuestra bondad. A estas alturas solo queda decidir dónde nos situaremos en la dicotomía que acaban personificando los protagonistas de El Consultor. ¿Queremos hundirnos en la miseria y dejar que el Diablo nos machaque? ¿O preferimos hacer nuestras sus tácticas y sobrevivir en la escala laboral siguiendo su librillo?