Comparte
Un «¡ohhh!», con mohín nostálgico incluido, y un sorpresivo «¡ahhh!» son indudablemente los sonidos que acompañan, de este lado de la pantalla, la emisión del primer capítulo de And Just Like That (en HBO Max desde el 9 de diciembre) ante la aparición de cada personaje. Una expectación ante el que sería un nuevo capítulo de Sexo en Nueva York que se ha generado y alimentado durante meses a través de redes sociales.
Han pasado veintitrés años desde la primera vez que Carrie Bradshaw (Sarah Jessica Parker), Samantha Jones (Kim Cattrall), Miranda Hobbs (Cynthia Nixon) y Charlotte York (Kristin Davis) hicieron su aparición estelar en las televisiones de medio mundo calzadas con sus Manolo Blahnik y hablando de sexo de forma natural y sin tapujos. Diecisiete años desde que acabara la serie de televisión de HBO en 2004, tras seis temporadas. Y once años desde la última vez que las cuatro pasearon por Manhattan después de volver de Abu Dhabi en la segunda película.
En And Just Like That la frescura ha dado paso a una madurez conservadora, más acorde con el estilo de las dramedias
Producción, ésta última, por cierto, ampliamente denostada pero que, vista en retrospectiva, es la más honesta de todas, incluida la serie, porque ofrecía sin ambigüedades lo que realmente subyacía bajo el rótulo de Sexo en Nueva York: sexo, amistad, frivolidad, mucha mucha moda, lujo, situaciones absurdas, clasismo, risas y un guion flojo pero efectivo por novedoso.
Y es que Sex and the city, una vez encarriló algunos aspectos (mejor olvidar aquellas rupturas de la cuarta pared en las dos primeras temporadas y una dirección descuidada), despegó, se regodeaba en un clímax de euforia y marcó a una generación de mujeres ávidas por visionar cada capítulo.
https://www.youtube.com/watch?v=Cy8Zz7Q56dY
Sexo en Nueva York era una comedia fresca, desenfadada y aún así con aciertos y errores. Gamberra, descarada, sexy y deslenguada. Con personajes amados y otros insoportables aún en su pedestal protagónico. Pero, actualmente, en 2021, intentando aprovecharse de los réditos de la serie original, en And Just Like That la frescura ha dado paso a una madurez calmada y conservadora más acorde con el estilo de las dramedias tradicionales.
En este estreno de HBO Max, el elenco es diferente, el tono ha variado, se ha ensombrecido, y el enfoque ha dado un giro de sino trescientos sesenta grados, sí de trescientos grados. Incluso el aire que envuelve la Gran Manzana se percibe pesado y melancólico, no sincero en su celebración de un reencuentro nostálgico. Cuando recordemos que, en la serie pionera, Nueva York presumía de sus estaciones irrumpiendo en las aventuras amorosas y en el vestidor de las cuatro amigas, vestidas con «los colores de su amistad» como decían ellas. En And Just Like That tres de ellas van desnudas.
La ausencia de Samantha pesa más que la presencia de las tres integrantes en pantalla
Darren Star vuelve a ponerse al timón de esta propuesta, como lo hizo con su predecesora y la dirección corre a cargo de nuevo de Michael Patrick King. Aunque el sexto capítulo todavía por estrenar en enero mostrará cómo se desenvuelve Cynthia Nixon dirigiendo un capítulo por primera vez. Y las protagonistas nuevamente Miranda, Charlotte, Carrie… Y Samantha. Una Samantha cuya ausencia pesa más que la presencia de las tres integrantes en pantalla. Una Samantha no sólo añorada por el público sino mal tratada y necesitada por un guión insulso que adolece de autenticidad y chispa.
¿Quién es Samantha en And Just Like That? Porque está presente de forma explícita desde los primeros segundos de metraje en boca de sus amigas. Samantha es la cuarta mosquetera, egoísta, interesada, orgullosa, sin clase (ella nunca mandaría flores de ese tamaño en esos momentos) y rencorosa. Esa es la Samantha que nos quiere vender Sarah Jessica Parker en tanto que productora e impulsora inicial de esta serie.
Y eso no es justo. Porque la ausencia de la actriz Kim Kattrall no justifica, de ninguna manera, la destrucción del personaje de Samantha de esta manera tan incoherente. Dejando de lado trifulcas personales entre las actrices, los espectadores y amantes de SATC merecen un respeto a la serie que les cautivó en un principio.
Somos muchos los que pensamos que Samantha Jones era realmente el Sexo de Sexo en Nueva York; Miranda el personaje más valioso, menos glamouroso quizás pero el más interesante; Charlotte un secundario necesario alzado a la categoría de principal; y Carrie… Carrie un maniquí ególatra. Sin Samantha, en And Just Like That sólo existe sexo oral. O sea, hablar de sexo…
Paradójicamente, el personaje de Bradshaw es el más congruente en su incongruencia respecto a la serie original. Si en la serie de los 90 escribía únicamente una columna semanal y aún así se costeaba su apartamento y lujosos zapatos, a base de contar la vida de sus amigas, en And Just Like That sigue siendo un personaje sin talento. Su actualización al año 2021 consiste en conseguir followers en su cuenta de Ig a base de publicar fotos de desconocidos, seguir prescindiendo de contenido propio y colaborar en un podcast únicamente riéndose y con bromas trasnochadas.
Dos capítulos plagados de microagresiones raciales y de género bajo el falso supuesto de querer reflejar la realidad actual
And Just Like That no existiría sin Sexo en Nueva York pero a su vez podría existir perfectamente sin él porque corre por un camino paralelo al no identificarse con su antepasado. La necesidad de realizar una serie adaptada al año 2021 provoca una serie de decisiones que decepcionarán sin esfuerzo a aquellos fans de los años 90 ávidos de conocer cómo han evolucionado las cuatro protagonistas. En ocasiones, la ignorancia da la felicidad y esta podría ser una de ellas.
A las tres protagonistas se les une un elenco de actrices potentes de renombre cuya presencia obedece a cubrir la cuota de diversidad. Tal cual. Che Diaz (Sara Ramirez) es la presentadora de un podcast, «diva queer, no-binaria, mexicana e irlandesa» que, además, si la química que se intuye en el segundo capítulo entre ella y otro personaje se desarrolla, sí que sería un giro de guion muy interesante; Lisa Todd Wexley (Nicole Ari Parker), apodada (sin necesidad y con mucho de vergüenza ajena al escucharlo) como la «Black Charlotte»; y, por el momento, la Dra. Nya Wallace (Karen Pittman) también mujer negra como Lisa. Y otros personajes que están por llegar pero que caminan por el mismo sendero restrictivo.
Sólo dos capítulos estrenados de And Just Like That y ya dos capítulos plagados de microagresiones raciales y de género bajo el falso supuesto de querer reflejar la realidad actual. Pero el equívoco es el mismo que ya se criticó en su momento a SATC: la forma de respetar la diversidad es integrándola, no resaltándola ni discriminándola positivamente ni, por supuesto, exhibiéndola desde un punto de vista blanco privilegiado. Eso mismo ya ocurrió erróneamente en la primera película cuando Jennifer Hudson, mujer negra, ofrecía la «cuota» de diversidad que empezaba a demandar la sociedad pero en un papel secundario.
And Just Like That ha proclamado a los cuatros vientos durante meses que quería reflejar la evolución de las tres protagonistas y cómo vivían su cincuentena en la sociedad actual en Nueva York. Bien… esta es la sinopsis real: tres mujeres en su cincuentena cuya amistad ha perdido el brillo de antaño, desfasadas, inapropiadas en sus comentarios y actitudes que creen políticamente correctos (fallos de guion sin duda), desdibujados sus perfiles de lo que eran sus personajes de hace años, pero… con un estilo envidiable a la hora de vestir.
Aún permanece la ciudad, pero el sexo ya no es el que era porque el momento ya no es el que era
Aquí sí. No hay ningún pero y llega el momento de disfrutar con un manhattan en la mano, el mando a distancia en la otra y atentos a cada detalle. Vuelven los «ohh» y los «ahh». And Just Like That no tiene rival en cuanto a vestuario, tendencias y moda… al igual que no lo tuvo Sex and the City desde sus inicios. Curiosamente, Patricia Field, la encargada de vestuario de todas las temporadas desde 1998, no firma los modelos de esta nueva producción pero nadie lo diría. Y es porque no se ha dado puntada sin hilo. Molly Rogers y Danny Santiago son los responsables, en esta ocasión, de cada outfit. Dos diseñadores estrechamente vinculados a la diseñadora que además ya colaboraron en el vestuario de las película y que continúan el legado de Field.
Por lo tanto, la moda es el único elemento que devuelve toda la magia de Sexo en Nueva York al momento actual. Durante los 10 episodios de And Just Like That, Carrie & Co visten prendas y complementos actuales, modernos y como si de una portada de Vogue se tratara firmados por YSL, Balenciaga, Óscar de la Renta, Valentino, Gucci, Hermès, Chanel, Dries van Noten, Fendi… y un sinfín más.
También hay lugar para prendas vintage y guiños muy notorios para los verdaderos fans de la serie (tutú reloaded) y algún traspié muy notorio, como apropiaciones culturales indebidas con outfits, en esta nueva realidad que pretenden teóricamente respetar y mostrar en su diversidad. Y en cuanto a zapatos… new girl in town, darling. Los taconazos Manolo, Prada, Louboutin, Jimmy Choo, Zanotti… van a convivir por primera vez con la colección de calzado creada por Sarah Jessica Parker: SJP. Y su presencia no es puntual. Han llegado para quedarse, lucirse y deslumbrar en las calles de Manhattan.
Desde un punto de vista esperanzador, quizás tanto Darren Star como Parker, Nixon y Davis (protagonistas pero también productoras de la serie) han sido conscientes del riesgo que supone intentar emular al transgresor Sexo en Nueva York. Al fin y al cabo, es bien sabido que, cuando algo se idealiza, las distancias cortas pueden arrebatarle su halo de culto. Y las cosas ya están bien como están.
Sexo en Nueva York tuvo su momento de gloria, su época y es mejor que se quede en el pasado, como un bonito recuerdo en la historia televisiva. En el 2021, And Just Like That es una serie nueva, diferente en muchos aspectos y con otra voz. En esta ocasión, aún permanece la ciudad y algunas protagonistas, pero el sexo ya no es el que era porque el momento ya no es el que era.