Comparte
Los lectores de cómics que han entrado con la tocha por delante en la adicción seriéfila hace años que practican un juego perverso con sus lecturas favoritas: ¿qué tebeos serían hitazos televisivos? Es imposible no pensar en estos términos. La invasión vírica de pijamas y máscaras en la televisión ha conferido un nuevo estatus a la viñeta, antaño despreciada y ahora considerada una fuente inagotable de inspiración para las cadenas; de hecho, en la actualidad se publica un gran número de cómics con una genética descaradamente adaptada a la frecuencia de onda de la tele. Por dicha razón, en 2014, decidí escribir en Serielizados una lista de cómics que deberían convertirse en series. Un buen número de peticiones se hicieron realidad, de modo que ya va siendo hora de renovar la carta a los Reyes Catódicos.
Se que en el mercado hay mejores cómics, pero lo que más se valora en esta lista es la plausibilidad de la adaptación. Por supuesto que me gustaría que Saga o Astro City fueran series, ¿pero realmente alguien se atrevería con ellas? Aquí tenéis cómics de gran calidad que sí podrían encajar en el formato televisivo; de hecho, apuesto a que algunos de ellos no tardarán en convertirse en series de éxito. Por cierto, todos los títulos destacados se publican o se han publicado en España. No hay excusa para no devorarlos.
Lazarus de Greg Rucka y Michael Lark (Norma)
Ambientado en un futuro distópico, en una sociedad dominada por poderosos clanes familiares, Lazarus se lee como un torbellino de acción, intriga, artes marciales, sci-fi y noir. Este cómic desprende un estimulante aroma a drama familiar, tiene guiños al cine de mafiosos, a veces adopta la forma de un extraño western futurista, y cuenta con una protagonista potente, magnética, letal. Posee todos los componentes químicos para producir un colocón televisivo de primer orden. Eso sí, la adaptación debería ser todo lo contrario que Into the Badlands (AMC), un plagio mal ejecutado de las claves argumentales de Lazarus. A mediados de marzo de 2015 se anunció que Legendary Television y el productor Matt Tolmach habían comprado los derechos del cómic: si respetan fielmente los arcos argumentales de Greg Rucka, el hit se huele desde aquí a Distopia.
Velvet de Ed Brubaker y Steve Epting (Panini)
El caudal creativo de Ed Brubaker, tocando todos los palos del noir (detectivesco, superheroico, espionaje), no parece tener fin. Con el paso del tiempo ha ido engrosando el número de títulos memorables (Fatale, The Fade Out) abonados a estas coordenadas, sin bajar nunca el listón. Velvet es seguramente su ejercicio de estilo más elegante y poderoso; una versión femenina de Jason Bourne, enfrentada a una conspiración imposible de su propia agencia. Velvet tiene el sabor de las viejas tramas de superagentes de los años 70, es una obra deudora de los mundos creados por Jim Steranko en su etapa Nick Fury, y no pierde en ningún momento el rumbo del cine de espías clásico. Una inyección letal de calidad que inundaría la pantalla con una protagonista femenina que devora toda la atención del lector y redimensiona el concepto de mujer fatal. FX debería empezar a mover ficha: Velvet sería la sustituta perfecta de The Americans.
Fantasmas de Joshua Williamson y Goran Sudzuka (Planeta)
Apurad ese chupito de Absolut, fumad montañas de OG Kush, pues lo que esconden las viñetas de Fantasmas es una mezcla de Ghostbusters, Ocean’s Eleven y Poltergeist que caería como lluvia de agua bendita sobre vuestra nueva Smart TV. Un ladrón profesional es contratado por un misterioso coleccionista para dar el golpe más exótico de su vida: ni más ni menos que entrar en una casa encantada y robar un fantasma. Ágil, sencilla, adictiva, la fórmula articulada por el guionista Joshua Williamson pide a gritos psicofónicos un desparrame televisivo que debería ser cool, noir, fantasmagórico y entretenido a rabiar. ¿Ladrones de espectros? Richard Matheson estaría tan orgulloso…
La Carta 44 de Charles Soule y A.J. Alburquerque (Norma)
Charles Soule se ha convertido en un fabricante de blockbusters de calidad para el mainstream americano, pero en La Carta 44 ha practicado nuevas incisiones para experimentar con un apasionante híbrido entre Expediente X y El Ala Oeste de la Casa Blanca. El nuevo presidente de los Estados Unidos deberá asumir el legado de la anterior administración, un hecho oculto al público que marcará para siempre su legislatura: Estados Unidos ha enviado en secreto una nave tripulada al espacio para interceptar una estructura alienígena colosal. El nuevo presidente tendrá que lidiar con este secreto y sacar adelante un país en la quiebra. La serie juega con una estimulante mezcla de ciencia ficción y política, y se divide en dos marcos a años luz, literalmente, uno de otro: los pasillos de la Casa Blanca y el espacio profundo; las estrategias políticas en tierra firme y el desafío de las leyes de la física y la filosofía en la negrura cósmica. Ambos mundos se comunican a la perfección en las páginas de un cómic que parece concebido para ser extrapolado a la ficción televisiva en todo su esplendor, incluidas las incontables referencias a Cita con Rama, 2001 Odisea en el Espacio, Contact, Alien y tantos hitos de la ciencia ficción que nos han restado novias y sociabilidad durante nuestra adolescencia, pero tantos royalties sexuales nos están dando ahora que el nerd is the new black.
Revival de Tim Seeley y Mike Norton (Aleta)
Revival es una hábil mezcla de distintas series de televisión en un solo cómic. El argumento os sonará. En un pequeño pueblo americano comienzan a resucitar los muertos, pero no son zombies, no están locos, sencillamente vuelven como se fueron, en plenas facultades y provistos de un halo de inmortalidad inquietante. Fargo, Les Revenants o In The Flesh son algunas de las ficciones televisivas que te masajean el cerebelo cuando desentrañas los misterios y capas de intriga de este magnífico noir rural parapsicológico. Diablos, HBO tiene aquí su nueva The Leftovers y nadie parece haberse dado cuenta.
Clase Letal de Rick Remender y Wes Craig (Norma)
Si fuera un ejecutivo de Netflix, ya habría secuestrado a la mujer de Rick Remender, le habría cortado un meñique y le habría exigido al guionista la cesión inmediata de los derechos de Clase Letal. Un adolescente inadaptado termina dando con sus huesos en la Escuela Kings Dominion de Artes Letales, un instituto donde los principales asesinos del mundo llevan a sus hijos para que se instruyan en el arte de matar e infligir daño. Ambientada a finales de los 80, en plena administración Reagan, Clase Letal tiene estilo, es puro coolness adolescente, resulta más molesta y descarada que un escupitajo con moco, estiliza la violencia, supura humor corrosivo, y cuenta con la galería de críos más amoral y cabrona del cómic actual. El canal que se haga con los derechos de esta bomba sucia de cultura pop, ultraviolencia, teen angst y nostalgia ochentera tendrá algo muy molón (y peligroso) entre sus manos.
Transmetropolitan de Warren Ellis y Darick Robertson (ECC)
Es el cómic más antiguo de los que he utilizado para esta lista, se publicó de 1997 a 2002, pero no hay una época más adecuada que la actual para resucitarlo en televisión y traquetear conciencias. Transmetropolitan es un hostionazo padre al sistema que en esta época adquiere más vigencia y sentido que nunca; si no lo habéis leído, ECC está reeditándolo en España a precios muy razonables. En una sociedad descoyuntada y abocada a la hiperinformación y la hiperconectividad, el periodista gonzo Spider Jerusalem –un Hunter S. Thompson sobretatuado, drogadicto y cyberpunk- lucha contra los poderes fácticos utilizando como arma sus artículos psicotrópicos y ultraviolentos. La serie de cómics es una radiografía salvaje, políticamente incorrecta y dopadísima de una sociedad aborregada, individualista, enferma, narcotizada; un tour de force de humor salvaje y violencia verbal y física al máximo nivel, cortesía de un genio como Warren Ellis, quien por cierto declaró que no se haría un largometraje del cómic para cine. El gran reto para la televisión, pues, sería reproducir el entorno urbano estilo Blade Runner de los cómics y no rebajar un ápice los índices de punkismo de la historia. Spider Jerusalem sería el antídoto contra los calambres y el delirium tremens del síndrome de abstinencia de Mr. Robot.
Day Men de Matt Gagnon y Michael Alan Nelson (Norma)
Un cómic de vampiros donde los vampiros son los actores secundarios. En la sociedad actual no es fácil ser un no muerto. Durante la noche campas tus respetos por el mundo, de acuerdo, pero durante las horas diurnas, cuando los humanos despiertan y el planeta se activa, los chupasangres tienen que ponerse a dormir y dejar sus negocios, recados, misiones y dinero en manos de los hombres de día: humanos que se encargan de proteger y velar por los intereses de sus clientes cuando amanece. Contada desde el prisma de los “perros del sol”, como se conoce a los lacayos entre las hordas vampíricas, y aferrada al libro de estilo de las películas de clanes mafiosos, Day Men tiene un guión sólido y resolutivo que no exigiría demasiados retoques para funcionar a pleno rendimiento en la pequeña pantalla. American Vampire + 100 Balas + True Blood + Los Soprano = QUE ALGUIEN COMPRE LOS DERECHOS DE ESTO YA.
Northlanders de Brian Wood y varios artistas (ECC)
Dado el éxito de Vikings, History Channel debería empezar a soltar a los perros de presa de su departamento de adquisiciones y pujar por la saga Northlanders. Ambientada en el 980 después de Cristo, el cómic se adentra en la era de los vikingos, y se despliega en una absorbente ficción histórica que abarca diferentes épocas, salta en el tiempo y juega con una nutrida telaraña de tramas y personajes. Violencia, traición, sexo, drama familiar, mitología e historia son los principales ingredientes de un relato que se come en crudo. Definitivamente, Northlanders sería el culebrón escandinavo definitivo: como no se haga esta adaptación, ¡juro por las raíces ultradimensionales de Yggdrasil y por las tetorras cósmicas de Freya que llevaré mi propio Ragnarok a Midgard!
Crossed de Varios autores (Glenat, Panini)
Ahora que las series de zombies parecen apestar más que los fiambres que la protagonizan, hace falta un acto de terrorismo que ponga el género más patas arriba que una actriz porno. Los primeros números de Crossed, guionizados por el salvaje Garth Ennis, son una maldita obra maestra de la depravación y la ultraviolencia. Crossed nos sitúa en un futuro cercano. Una extraña infección está convirtiendo a las personas en asesinos enfermos, sedientos de sangre, sexo y muerte; seres que conservan sus facultades, pero se han entregado a una depravación moral sin límites para horror de los no infectados. Este survivial sui generis para mayores de 18 años luz tiene tantas dosis de nihilismo, rezuma una brutalidad tan extrema, que deja las historias de zombies clásicas en un concierto de violines. Para que algo así se llegue a emitir algún día en televisión, será necesario encontrar una cadena de televisión de pago, comandada por un equipo de ejecutivos alarmantemente enganchados a la mejor coca boliviana… Ahora que lo pienso, tampoco será tan difícil.