10 cómics que deberían convertirse en series de televisión
Del papel a la pequeña pantalla

10 cómics que deberían convertirse en series de televisión

Viagra televisivo para radicales de la viñeta; bienvenidos a mi sueño húmedo.

Los lectores de cómics de la rama más hardcore somos alimañas despreciables. Nos enoja que ese pequeño mundo de capas y villanos que hemos ido cultivando desde la adolescencia se transforme, por obra y gracia de Hollywood, en un menú fast food masivo para todos los públicos. Somos unos resentidos, lo admito, nos perturba sobremanera que los que otrora nos catalogaban de nerds pajilleros por leer cómics de Batman y Los Vengadores ahora hablen de la trilogía cinematográfica de Christopher Nolan y de los Avengers de Joss Whedon como las mejores películas de acción de los últimos años, ¡e incluso se pongan a leer esos mismos cómics que catalogaban de basura infantiloide con julandrones en pijama! De acuerdo, el tiempo ha puesto a muchos en su sitio y nos ha dado la razón a los que llevamos devorando viñetas desde que nos sorbemos los mocos. No obstante, nuestro comportamiento cerril y despreciativo siempre nos ha llevado a ser puntillosamente críticos con prácticamente todas las adaptaciones que se han hecho tanto en el cine como en la televisión, que es el campo que nos interesa. Los nerds somos zorras rencorosas. No perdonamos.

«A diferencia del celuloide la TV todavía no ha encontrado el guante comiquero definitivo al que ajustar sus torponas zarpas»

Hay que decir en nuestro descargo, que pese a alumbrar intentos loables y propuestas de éxito, a diferencia del celuloide la TV todavía no ha encontrado el guante comiquero definitivo al que ajustar sus torponas zarpas. Hemos pasado de la nostalgia en cartón piedra de leyendas de la ternura como el Batman panzón de los años 60 o el Hulk simiesco de los 70 de Lou Ferrigno a una cuasi profesionalización de las series basadas en viñetas. Y digo cuasi porque el formato catódico, siempre lastrado por la carencia de los efectos especiales faraónicos del cine e incapaz todavía de encontrar un tempo, un ritmo, un latido que se ajuste a las pulsaciones de los tebeos, aún no ha parido su Batman de Nolan, sus Avengers de Whedon. Si productos como Smalville, Arrow, Agents of S.H.I.E.L.D. o la sobrevaloradísima The Walking Dead son los mayores exponentes actuales de la retroalimentación entre tinta y tele, está claro que o los ejecutivos de las cadenas no han leído un maldito cómic en su vida o todavía no ha nacido un tipo con dedo y medio de frente capaz dar con la tecla mágica, esto es: el título adecuado.

«Aquí sólo tienen cabida cómics que podrían verse en la pequeña pantalla, nada de empresas utópicas, desafíos asumibles por las arcas televisivas»

Para el amante pasional de los cómics resulta no solo desalentador sino fastidioso que en un mercado literalmente infestado de títulos tan golosos, bien escritos y adaptables al formato serie, todavía ningún lumbreras haya sabido dar con la cabecera adecuada. De hecho, y seguro que los adictos a las capas coinciden conmigo, si nos pagaran por cada neurona que hemos malgastado pensando en los cómics que convertiríamos en serie nadaríamos en una opulencia de proporciones cosmológicas. De ahí el siguiente listado de sugerencias. No es una carta a los Reyes Magos ni nada parecido, de hecho, la selección se basa en la calidad pero también en la plausibilidad de la adaptación. He evitado sagas cósmicas y títulos de ciencia ficción o fantasía extrema que demandarían un esfuerzo sobrehumano en recursos y FX. Aquí sólo tienen cabida cómics que podrían verse en la pequeña pantalla, nada de empresas utópicas, desafíos asumibles por las arcas televisivas. Abogar por Saga, Sandman o BRPD sería pedirle demasiado a un formato presupuestariamente encorsetado. Por tanto, el único requisito que me he autoimpuesto es ser realista, apostar por opciones realizables. Estoy convencido de que, con el respeto adecuado, los títulos de esta wishlist inyectarían calidad en cantidad en el titubeante y todavía tímido affaire que mantienen las cadenas de televisión con el séptimo arte. Viagra televisivo para radicales de la viñeta; bienvenidos a mi sueño húmedo.

«Scalped». Jason Aaron y R.M Guéra (Vertigo, 2007-2012)

«Este cómic es un bulldozer de pura mala baba chocando a trescientos kilómetros por hora contra un muro de hormigón armado»

Antes de convertirse en una fábrica en cadena de guiones para el mainstream superheroico, el guionista Jason Aaron deslumbró a los lectores adultos con un thriller noir a cara de perro no apto para morales celiacas. Ambientado en una reserva india estadounidense castigada por la violencia, las drogas y la vileza humana, este cómic publicado por Vertigo es un bulldozer de pura mala baba chocando a trescientos kilómetros por hora contra un muro de hormigón armado. Leerlo es lo mismo que hundir la cara en una sopa de mierda, sangre e injusticia: un vertedero aislado del mundo en el que languidecen mafiosos psicópatas, agentes encubiertos, mujeres fatales y toda clase de inadaptados. Scalped, además, no sólo funciona como una atenazadora y crudísima trama policial, también es un contundente drama social que introduce al lector a hostia limpia en los rigores y la marginalidad extrema de las reservas indias norteamericanas, convertidas en la actualidad en estercoleros pesadillescos.

Scalped lo tiene todo para ser una serie acojonante. El escenario de la reserva es un infierno perfecto para desarrollar las siniestras líneas argumentales que se entrecruzan en el cómic. La galería de personajes es también jugosísima en términos televisivos; son perfiles ambiguos, torturados, infelices y siempre al límite. Sería una serie de culto desde el minuto uno si los responsables fueran capaces de reproducir la atmósfera polvorienta y asfixiante del reducto indio, y se mantuvieran fieles al tono negrísimo y sin concesiones de las viñetas –Jason Aaron es devoto de Dashiell Hammet y James Ellroy-. ¿Qué saldría entonces de una buena adaptación de Scalped? Imaginad una mezcla noir de Deadwood y The Wire. Morcillona, ¿hum?

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«Fatale». Ed Brubaker y Sean Phillips (Image, 2010)

«Una fusión de Raymond Chandler y Lovecraft que aporta una nueva dimensión al thriller ocultista»

Ed Brubaker ha conseguido ganarse el amor eterno del lector mainstream –su etapa en Capitán América es brillante– pero todo parece indicar que las capas y los pijamas cada vez tienen menos peso en su currículum. Afortunadamente, Brubaker ha sabido cultivar una trayectoria en paralelo que ha vuelto locos a los estetas del género policíaco para adultos. La serie Criminal, una de las más aclamadas de los últimos años, podría ocupar perfectamente un lugar de privilegio en esta wishlist. Sin embargo, es su última incursión en el noir la que me produce los ataques más severos de priapismo cada vez que fantaseo con su adaptación televisiva. “Fatale” es uno de los mejores cómics de la actualidad, y podría ser una serie tan buena o incluso mejor que en papel. A través de las hipnóticas y penumbrosas viñetas de este cómic, Ed Brubaker explora los lugares comunes del género negro desde una óptica sobrenatural, distorsionada por los mitos de Ctuhlhu. Para entendernos, una fusión de Raymond Chandler y Lovecraft que aporta una nueva dimensión al thriller ocultista. Un ejercicio de estilo 100% hard-boiled, aunque corrompido en su genoma por sectas satánicas, entidades extradimensionales y constantes referencias al terror cósmico. Un viaje alucinatorio al horror, trazado con la siniestra brocha del policiaco más canino: mujeres fatales, traiciones, polis corruptos, alcohol, tabaco y tentáculos. HIT.

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«Ex Machina». Brian K. Vaughn y Tony Harris (Wildstrom, 2004-2010)

«Combinación perfecta del drama político y el género fantástico»

Una mezcla de El Ala Oeste de la Casa Blanca y Héroes. Con esta frase debería bastar para que alguien comprara los derechos de Ex Machina y se pusiera manos a la obra para hacer realidad la transmutación televisiva de este sensacional cómic. El siempre inspirado Brian K. Vaughn, uno de los guionistas de cómic más audaces del mainstream americano, agudizó su privilegiado ingenio en pos de una idea burbujeante, aunque realmente difícil de llevar a cabo sin descoyuntar las costuras argumentales. Una locura que funcionó contra natura.

ex-machina-detail4Y es que el cómic relata la ascensión a la alcaldía de Nueva York de Mitchell Hundred, un ingeniero que después de entrar en contacto con un misterioso artefacto alienígena, obtiene el poder de hablar con las máquinas y darles órdenes. La serie combina en perfecto equilibrio drama político y género fantástico, ubicando a Hundred en una doble carrera en paralelo. El alcalde metahumano debe enfrentarse al durísimo desafío de gobernar una ciudad esquizofrénica desde los despachos y, al mismo tiempo, se ve envuelto en una guerra interdimensional que, por supuesto, pone en peligro nuestro plano existencial.

No tengo ninguna duda de que Ex Machina marcaría un antes y un después en la televisión, si fuera ejecutada con el ritmo implacable de los diálogos originales –muy sorkinianios-, la mordacidad de las reflexiones, la complejidad de los tramas políticas y, por supuesto, el tono oscuro y apocalíptico de la amenaza constante que Hundred debe afrontar con todas las consecuencias, armado con su extraño poder. No es habitual que se combinen con tanta inspiración, atrevimiento e ingenio dos géneros tan dispares. La tele necesita a “Ex Machina”; los que hemos leído este cómic de principio a fin, soñamos con ello. Una mezcla del Ala Oeste de la Casa Blanca y Héroes. A mí, me bastaría.

«100 Balas». Brian Azzarello y Eduardo Risso (Vertigo, 1999-2009)

«Batidora postmoderna con todos los tópicos del género policial, agitada, eso sí, con el nervio y la velocidad del cine de Quentin Tarantino»

Culebrón ultraviolento donde los haya, 100 Balas es una de las cumbres más altas que ha alcanzado el cómic de los últimos 10 años. Brian Azzarello, posiblemente uno de los mejores escritores noir del panorama editorial mainstream, consiguió dar vida a un universo vivo y palpitante que respiró a lo largo de 100 entregas; un andamio paquidérmico de historias cruzadas, regido por la sed de venganza y administrado por el misterioso agente Graves, un tipo que recorre la piel americana ofreciendo a personajes aparentemente inconexos la posibilidad de vengarse de alguien que les ha destrozado la vida. Graves lleva una maleta con una pistola, 100 balas irrastreables y documentos con información sobre el objetivo. Como cabía esperar, algo se esconde detrás de las aparentemente altruistas acciones de Graves; algo mucho más grande que las pequeñas historias de venganza desmenuzadas en el cómic.

Esta disposición argumental (tramas cortas y autoconclusivas al servicio de un arco argumental universal que funciona como argamasa para todas las piezas) resulta perfecta. 100 Balas admite todas las etiquetas achacables al género policial más exquisito; es una batidora postmoderna con todos los tópicos del género, agitada, eso sí, con el nervio y la velocidad del cine de Quentin Tarantino. Pulp, noir, conspiranoia, si hay un guión que pide a gritos ser llevado a la pequeña pantalla es éste. Y aunque hace unos años se esparció el rumor de una posible traslación a la televisión, todavía hoy ninguna cadena se ha atrevido a abrir la maleta de Graves, coger el maldito revólver y vaciar el cargador en la cara del televidente. Esperaremos.
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“Balas Perdidas”. David Lapham (El Capitán, 1995-2005)

Negro no, negrísimo. Duro no, durísimo. Un puñetazo a traición en la boca, una voladura dental sin anestesia. Creo que después del Batman Año Uno de Frank Miller, Balas Perdidas es mi cómic noir favorito de todos los tiempos. Por encima de Criminal. Palabras mayores. David Lapham se dio a conocer en la escena independiente, merced a la autopublicación de esta historia coral de perdedores, olvidados y personajes al borde del abismo. La larga historia se despliega en diferentes relatos que funcionan como capilares de un entorno urbano inclemente, asilvestrado, feroz; un óleo de sangre, drogas y pólvora que no deja respirar a los más débiles y se ceba en la miseria ajena. Esta bíblica epopeya en los bajos fondos es un caramelo para el formato televisivo. Tiene un pulso frenético, se fragmenta en diferentes líneas argumentales que luego confluyen, no tiene un solo ganador en nómina, juega con perfiles dramáticos que harían las delicias del público adulto y es, en definitiva, un apretón en los huevos que no cesa hasta la última viñeta. Por cierto, si la serie se presentara en pantalla en el truculento blanco y negro de las páginas de Lapham, estaríamos definitivamente hablando de la cabecera más cabrona de la tele. Con diferencia.

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«Hellblazer». Varios autores (Vertigo, 1988-2013)

«Una sopa pulp espesada a base de espectros, demonios y rituales macabros, y removida por algunos de los mejores guionistas del medio»

A los ultras de Hellblazer la excrementicia adaptación cinematográfica, con Keanu Reeves en cabeza del despropósito, todavía nos hace morder la almohada entre sudores. Desde tamaña profanación del mito, el mago nicotinómano John Constantine, acaso escarmentado de su aventrura en Hollywood, ha decidido esconderse de las zarpas de la industria audiovisual, manteniéndose fiel a las sórdidas viñetas de uno de los cómics más de culto de los últimos 25 años. ¡Pues ya va siendo hora de que la televisión le haga justicia, por el cipote de Nergal!
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Creado por Alan Moore en las páginas de La Cosa del Pantano, el ocultista británico ha conseguido sobrevivir en el superpoblado universo DC gracias a una efectivísima mezcla de cine noir, horror clásico, mitología, ocultismo, drama, crítica social, magia negra y género detectivesco; una sopa pulp espesada a base de espectros, demonios y rituales macabros, y removida en su larguísima trayectoria por algunos de los mejores guionistas del medio (Paul Jenkins, Grant Morrison, Warren Ellis, Mike Carey…). Hellblazer sería un magnífico culebrón ocultista para la pequeña pantalla. No entiendo qué separa a la BBC de la adaptación de este cómic, quizás un asunto de derechos se interpone, quizás su envoltorio apocalíptico y amoral resulta demasiado incómodo para las corbatas de la cadena.

Ambientado en las dimensiones ocultas del holograma mágico londinense, Hellblazer no sólo se despliega en una estructura argumental perfecta para el formato televisivo –tramas pequeñas ubicadas en un tablero de juego-, no sólo juega con factores atractivísimos para los seriéfilos –giros ocultistas, terror, suspense, misterios sobrenaturales-, también cuenta con un protagonista demoledor, un tipo despreciable que sólo sabe mentir y engañar a la gente para conseguir sus propósitos. Un mago corrupto, alcohólico, pendenciero y misántropo que sólo consigue que mueran todas las personas que se consideran sus amigos y desata el caos allí donde opera.

Las últimas noticias al respecto son que la NBC ya está preparando una serie de Hellblazer con David Goyer al frente y el actor galés Matt Ryan como protagonista. Hay incluso un póster promocional que parece bastante halagüeño. Con un casting inspirado y un respeto máximo por las constantes que hacen del Bastardo de Liverpool uno de los personajes más especiales de la historia del cómic, Constantine podría convertirse en uno de los antihéroes más reverenciados de la televisión adulta. Le necesitamos a toda costa inundando de colillas los ceniceros de nuestro salón.

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“Powers”. Brian Michael Bendis y Michael Avon Oeming (Image/Icon, 2000)

Brian Michael Bendis es un guionista de doble filo. Capaz de lo más aborrecible cuando tiene entre sus manos grandes macrosagas superheroicas, el estadounidense tiene también en su haber obras «menores» que en realidad son palabras mayores. Powers es uno de sus logros más destacables. Esta extensa saga –más de una década en activo- tiene como protagonista al dúo de detectives de la policía de Chicago, Christian Walker y Deena Pilgrim. ¿Su cometido? Resolver crímenes relacionados con superhéroes.

Thriller policial y mitos superheroicos se confunden en una fórmula que parece diseñada para triunfar no sólo en papel, sino en la pequeña pantalla. Al parecer, Sony está preparando su traslación a la tele a través de su plataforma Playstation, deduzco que el material será en formato animación. No me parece mal, pero Powers tiene suficiente trilita para convertirse en una excelente serie con humanos. Si dicha adaptación se consuma, y se reproducen las virtudes de este procedimental noir con superhombres –un CSI con capas, para entendernos– vive Dios que «¿Quién mató a Retro Girl?» podría convertirse en el nuevo «¿Quién mató a Laura Palmer?«.

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«American Vampire». Scott Snyder y Rafael Alburquerque. (Vertigo, 2010)

«El mejor tebeo de vampiros que podéis encontrar actualmente en las tiendas»

La historia de los Estados Unidos explicada con la épica de Sergio Leone, azuzada el ritmo endiablado de Robert Rodríguez y protagonizada no por hombres, sino por vampiros, muchos vampiros. Vampiros de todo tipo, con diferentes capacidades según su lugar de origen, una plaga en la sombra que ha sabido convivir con el hombre sin que éste sepa de su existencia, dejando su impronta diabólica en los principales acontecimientos históricos del Sueño Americano.
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El guionista estrella Scott Snyder firma el mejor tebeo de vampiros que podéis encontrar actualmente en las tiendas. Para su peculiar lección de historia sin concesiones, utiliza al primer chupasangre americano, Skinner Sweet, como excusa para vertebrar diferentes arcos argumentales con distintos actores cuyos caminos (y caninos), de un modo u otro, terminan cruzándose con el del no muerto protagonista durante los principales momentos de la historia yanqui. Todo explicado con pulso de blockbuster y a velocidad de crucero. Un espectáculo 100% seriéfilo. Y es que no hay nada en este cómic que no apunte a una adaptación televisiva.

Tiene componente fantástico, poso histórico, un antihéroe perfecto, épica a raudales, acción, sexo, violencia y unos guiones sólidos. Sólo cabría pedir lo de siempre para que la fórmula triunfara: presupuesto adecuado, efectos especiales decentes, recursos suficientes para bucear por la historia de América, casting certero y respeto máximo por la cronología y ramificaciones argumentales que dan vida a este truculento cómic: dientes, dientes, que es lo que les jode.

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«Fell». Warren Ellis y Ben Templesmith (Image, 2005)

Obra maestra absoluta, cómic infravalorado donde los haya, Fell es una de las joyas más personales y bien nacidas de la burbujeante imaginación de Warren Ellis. El escritor y guionista de cómics aporta su visión apocalíptica al género policial, enviando a un detective acabado a un estercolero de ciudad que se hace llamar Snowtown. El entorno urbano hostil y pesadillesco, y la calidad noir de las tramas autoconclusivas de los 9 números hasta ahora publicados son reclamos de lo más alimenticio para nuestro plasma. Una ciudad hundida en su propia vileza, habitada por maníacos, locos, asesinos enfermos, un descenso a los infernos de un antihéroe al borde del colapso, y ni un solo resquicio para la esperanza. Sería tan del culto que dolería.

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«DMZ». Brian Wood y Ricardo Burchielli. (Vertigo, 2005-2012)

Hartitos del engañabobos de las series apocalípitcas, ¿hum? Revolution os produce urticaria, lo sé. Falling Skies os hace hablar en latín y os pone los ojos en blanco. Desde Jericho que no sentís ese cosquilleo en la nuca. Con un poco de suerte, algún ejecutivo cogerá DMZ de la estantería de su hijo, comenzará a leerlo y se percatará de que la mejor serie de televisión pots-apocalíptica del mundo la ha escrito Brian Wood. Y aquí todavía no nos habíamos enterado.

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DMZ propone un futuro descorazonador en tierras americanas. Estados Unidos está sumergido en una implacable guerra civil que ha convertido Manhattan en una zona desmilitarizada. El escenario es dantesco y nos ofrece una panorámica aberrante de una nación en pleno proceso de desintegración. Drama, geopolítica, acción y suspense se combinan en un producto impecable tanto en la forma como en el fondo. Al parecer Syfy ha pujado por ella y podría estar desarrollando un episodio piloto. Teniendo en cuenta las toneladas de basura radioactiva que produce, mucho me temo que la cadena se pasará por el calzón la crudeza, profundidad y desolación de esta epopeya militar post-apocalíptica en una Gran Manzana con demasiados gusanos en su interior.

Bonus Track: «Predicador» es un hecho

Predicador, de Garth Ennis y Steve Dillon, es uno de esos tebeos capaces de rasgar la membrana que separa la secta comiquera del público ocasional y hacerse fuerte al otro lado, en las lides del gran público (cómo nos molesta a los biliosos integristas de la tinta que el populacho lea nuestros pequeños tesoros). La adaptación televisiva de esta sangrienta y amoral road movie, protagonizada por el reverendo Jesse Custer y una colección aberrante de secundarios, fue anunciada oficialmente por la AMC hace un par de meses. Además, los nombres implicados en el proyecto –entre ellos Seth Rogen y Sam Caitlin, el productor ejecutivo de Breaking Bad– han satisfecho plenamente a su belicoso creador, el guionista punk Garth Ennis. Tendré que dejar que me crezcan las uñas para volver a mordérmelas.

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