Series del 2013
De "Utopia" a "Peaky Blinders"...

Series del 2013

Si eres un tipo amargado como yo, si te gusta llevar la contraria a la peña porque te aburres, si aborreces el gregarismo catódico y las conversaciones sobre Juego de Tronos en la máquina de café, si ya te han soplado trescientos spoilers de Homeland y estás hasta el manubrio de Abu Nazir, si te invade la soriasis cada vez que en las listas de las mejores series del año salen Modern Family, Breaking Bad, The Walking Dead y las de siempre, si eres todo eso y más, es decir: un auténtico hijo de perra, deberías saber que este top 5 está hecho para ti. Es una lista personal a rabiar, hecha con toda la subjetividad a mi alcance y sin la menor intención de incluir títulos consagrados. Estas son para mí, y sólo para mí, las auténticas joyas del año, títulos que no han hecho excesivo ruido en los mentideros seriófilos patrios, pero han dejado el listón dramático más allá del bien y del mal. Las cinco mejores del 2013 en mi sofá. Adelante, sentaos.

Utopia (Channel 4)

«Utopia es una rareza de principio a fin en la que detectamos influencias pop de todo tipo: la narrativa de Tarantino, la visión distópica de Black Mirror, el arrojo teen de Misfits, la neurosis de Pynchon, el surrealismo de Lynch…»

Utopia es un viaje distinto. Un panteón postmoderno levantado en honor de la paranoia. Una serie plagada de recursos innovadores; armada con un lenguaje televisivo moderno; un desquicio catódico 100% siglo XXI. Con un argumento repleto de trampas, giros y splash pages orientadas al shock, esta producción semifuturista de Channel 4 relata las peripecias de un grupo de nerds en busca de la novela gráfica The Utopia Experiments, una obra profética, maldita y anhelada por otras fuerzas implacables. Con este Mcguffin como línea de salida, Utopia sigue a este hatajo de adolescentes fascinados por la obra, en su perpetua huida de una peligrosa telaraña de conspiradores y asesinos sumamente interesada en la obtención de la novela gráfica. Una historia de perdedores que se convierten en héroes, de asesinos a sueldo a medio camino entre el esperpento y la psicopatía extrema, de conspiraciones políticas que van más allá de nuestra imaginación y de antiheroínas implacables en busca de la verdad. Cóctel Molotov.

Además, Utopia es una rareza de principio a fin en la que detectamos influencias pop de todo tipo: la narrativa de Tarantino, la visión distópica de Black Mirror, el arrojo teen de Misfits, la neurosis de Pynchon, el surrealismo de Lynch… Podría llenar una página con referencias. Lo cierto es que el pastiche se revela como algo nuevo, fresco, excitante; un producto, además, que bajo su puesta en escena rompedora y banda sonora marciana, esconde también mensajes de subversión nada despreciables. Si algo nos enseña esta serie de seis episodios –habrá segunda temporada, por cierto- es que no podemos fiarnos de los medios de comunicación, de los políticos, de las instituciones, de la policía, no podemos fiarnos ni de nuestra puta madre, pues como decía Hunter S Thompson, “la paranoia es otra máscara de la ignorancia. Cuando persigues la verdad, te das cuenta de que es mucho peor que tus miedos y visiones más terribles”. Bienvenidos a Utopia.

 

Southcliffe (Channel 4)

«Ejercicio de escritura titánico que va y viene en la corriente temporal y reconstruye el horror desde el punto de vista de los afectados por la cacería.»

Las imágenes de Southcliffe reverberan en mi cerebro como un eco atenazador y todavía ahora me despiertan la misma sensación de calma tensa que me produjeron al devorarlas por primera vez. Formalmente, la miniserie de Channel 4 es una postal de lo más golosa para los sibaritas catódicos. Ambientada en un pueblecito lluvioso del verdor inglés, Southcliffe introduce la cámara en las entrañas de tan reposado enclave para desmenuzar un contundente drama psicológico que golpea con sequedad el gaznate y tiene como máximo exponente el inquietante y pesaroso rictus de Stephen Morton, un ex militar con serios problemas psicológicos que un buen día, en pleno ataque de chaladura, sale de casa armado y asesina a sangre fría a un puñado de lugareños.

Soutchliffe repasa las causas y consecuencias del inesperado crimen en un ejercicio de escritura titánico que va y viene en la corriente temporal y reconstruye el horror desde el punto de vista de los afectados por la cacería. La serie nos susurra con placidez una historia espeluznante y desesperanzadora: la sangre puede correr en todas partes, incluso el lugar más tranquilo, incluso entre la gente más noble y sencilla. Brutal, lenta, magistralmente interpretada, perfectamente medida en su longitud -4 capítulos-, la joya de Channel 4 aterra con un trazo casi poético y deja profundas reflexiones escondidas en las imágenes que la perezosa lente derrama en el plasma. Orfebrería británica.

 

Hannibal (NBC)

«Estimulante mezcla de horror psicológico, drama policial, suspense y gore estilizadísimo.»

Había muchas dudas sobre este Hannibal Lecter, dudas que se volatilizaron en cuanto la serie cogió carrerilla y encontró una voz que considero única en la televisión actual. Elegante y sobrecogedora a partes iguales, la creación de Bryan Fuller (Pushing Daisies) ha conseguido darle la vuelta al ajadísimo calcetín procedimental, inyectando al género una estimulante mezcla de horror psicológico, drama policial, suspense y gore estilizadísimo. Toda esta sarta de elogios no sería posible sin ese doctor Benway de la tele actual que es Mads Mikkelsen, un actor de gesto glacial y mirada desasosegante que ha conseguido empequeñecer la interpretación de Anthony Hopkins impidiendo que apelemos a la nostalgia. Hannibal se come crudo, nunca mejor dicho, a Dexter; deja en bragas a The Black List; hace que The Following parezca una parodia de los Muppets. Nunca la carne humana había tenido tan buen sabor. Con un poco de Chianti, claro.

 

Peaky Blinders (BBC)

«Suburbios británicos de principios del siglo XX, repletos de prostitutas borrachas, buscavidas desdentados, mierdas de caballo y muchos dientes rotos.»

Mientras las pajas de la comunidad seriófila gangsteril apuntan directamente a Boardwalk Empire, os pido que dirijáis vuestra voracidad onanista hacia el otro lado del charco. Os pido que metáis el hocico en las mugrientas calles del Birmingham de los años 20 y lamáis los excrementos y la sangre de los adoquines. El sabor que tendréis en la lengua será una mezcla de alcohol, violencia callejera y depredación salvaje. El clan de los Peaky Blinders no es precisamente una ONG: sus miembros son feroces, ultraviolentos y dominan los bajos fondos de la ciudad a cuchillo y pistola. Entre ellos, un magnífico Cillian Murphy en el papel de mafioso estratega, un hampón con cerebro que se mueve con una extraña elegancia entre las hordas de trajes hechos a medida, gorras de fieltro, navajas kilométricas y muelas de oro. Peaky Blinders está asombrosamente ambientada y muestra sus deformes encantos a través de Polaroids apocalípticas de los suburbios británicos de principios del siglo XX, repletos de prostitutas borrachas, buscavidas desdentados, mierdas de caballo y muchos dientes rotos.

 

In The Flesh (BBC)

«Zombies existencialistas, tristones, emo y melancólicos.»

Walking Dead apesta. Huele a muerto. En cambio, los muertos de In The Flesh están muy vivos. Tanto que vuelven precisamente a la vida para reinsertarse en una sociedad que les desea la muerte otra vez. Junto a Dead Set y Les Revenants, In The Flesh es el giro más inteligente que se ha dado al género de zombies en televisión en los últimos años. La premisa argumental es magnífica. Se ha encontrado la cura para revertir los efectos de la plaga zombificadora que ha golpeado duro a la humanidad. Los zombies han recuperado la capacidad de razonamiento, vuelven a ser humanos, y ahora el gobierno debe devolverlos a sus familias para que se reinserten en la sociedad. Son los supervivientes del Síndrome del Parcialmente Muerto y su calvario no ha terminado, antes al contrario: acaba de comenzar. Las secuelas físicas que les han quedado –piel blancuzca, ojeras, mirada inerte- no se pueden comparar a las secuelas psicológicas derivadas de los turbadores recuerdos de su enfermedad y del odio de los vecinos. In The Flesh es una serie que mira hacia dentro y le confiere al género un impulso intelectual inédito hasta la fecha: zombies existencialistas, tristones, emo, melancólicos. Guiones con cargas de profundidad, magníficas interpretaciones, una relectura de género radical y segunda temporada en ciernes. Los muertos vivientes más cool del 2013.

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