Mozart era hipster
En defensa de la ligereza

Mozart era hipster

La segunda temporada de la serie de Roman Coppola y Jason Schwartzman se confirma como un divertimento de fácil digestión.
rodrigo hailey mozart era hipster - Alejandra Palés - Serielizados

En el postureo televisivo la ligereza cuenta con pocos defensores. Si quieres forjar tu carácter de adicto con pedigrí y, sobre todo, ganarte el respeto de tus congéneres, lo más probable es que optes por mofarte de aquellos que escogen ficciones que, simplemente, les hacen pasar un buen rato. Si eres un pura sangre, tu destino es entregarte a series que te destrozan por dentro. Mozart in the jungle no forma parte de esta categoría. Mozart in the jungle está pensada por y para hipsters que no tienen miedo a las cosas ligeras, para espectadores que tocan el Nirvana cuando oyen la adaptación instrumental de Lisztomania de Phoenix. Y eso no tiene porqué ser malo.

El retrato de las interioridades de la Filarmónica de Nueva York pasa de largo de los dramatismos y abraza la excentricidad que, según el tópico, es inherente al mundo artístico. Habrá quien diga que es superficial, que está llena de tópicos y al final no va a ninguna parte. Bueno, vale, de acuerdo, pero lo creadores son Roman Coppola y Jason Schwartzman, ¿qué narices os esperabais de los guionistas de Moonrise Kingdom y Viaje a Darjeeling, tótems del hipsterismo? Confío en que no fuera la versión sinfónica de Cisne Negro.

Que la serie es un divertimiento sin más pretensión, aunque muy disfrutable, lo deja claro su personaje protagonista, Rodrigo de Souza, una parodia de la genialidad que se les supone a los grandes músicos. Una versión modernizada pero igual de histriónica del retrato que Milos Forman hizo de Mozart en su Amadeus. Como en ese caso, se trata de un personaje que polariza: o te fascina o te irrita. Intencionadamente estereotipado pero con una importante dosis de verdad: es el reflejo de todas las chorradas y salidas de tono que permitimos a aquellos que creemos han sido tocados con la varita de las musas o que, simplemente, tienen la confianza de creerse mejores que el resto. Gael García Bernal clava a un extravagante de manual que sigue designios artísticos y es capaz de dotar al personaje de ese encanto que consigue subyugar a la orquestra y al público.

lola kirke gael garcia bernal mozart era hipster - Alejandra Palés - Serielizados

La caracterización excesiva de Rodrigo de Souza es indispensable para que funcione el juego del yin yang con Hailey Rutledge (Lola Kirke), la joven oboísta que intenta hacerse un hueco en la orquestra que el músico dirige y que en la serie funciona como la figura del “straight man” (en esta caso woman). Más allá de un posible acercamiento romántico, que los guionistas ya han dejado claro, necesitamos que ambos personajes se mantengan en las antípodas para que el conflicto cómico funcione. Un Rodrigo más terrenal echaría por la borda toda la diversión.

En la segunda temporada se repite el esquema de Pigmalión, más que evidente en la primera, y que es y será el hilo conductor de la serie. Ello conlleva que algunos secundarios, aquellos más insulsos, pierdan peso. Otros, los que se ganaron el puesto, han vuelto y por la puerta grande, como el caso de Gloria Windsor (Bernadette Peters), la presidenta de la sinfónica, que gana cuerpo e historia. Ella, como Hailey, es otro contrapeso que intenta, sin mucho éxito, que el genio de Rodrigo baje a la tierra.

Y es que los paseos por las nubes del director de orquestra son el motor que hace evolucionar la serie que, en última instancia, habla de una manera amena de cómo la genialidad y la vida mundana se encuentran, se compenetran y, en ocasiones, colisionan. En el fondo, se trata de una comedia de enredo de las de toda la vida, a pesar de la premisa intelectualoide.

Los que solo ven en la serie de Amazon un compendio de tics farragoso no han acabado de entender que nunca ha querido ir más allá de lo que enseñan. En la vida te puedes dejar arrastrar por la intensidad de Tanhäuser de Wagner o divertirte con Las Bodas de Figaro de Mozart, ambas igual de geniales. Y Mozart in the jungle es un producto de fácil digestión del que te puedes dar un buen atracón.

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