Crítica ‘Loki’ (T2): Cómo salir del bucle del UCM - Serielizados
Crítica de la serie (Disney+)

‘Loki’ (T2): Cómo salir del bucle del UCM

La segunda temporada de 'Loki' consigue un cierre redondo que reconduce el caos de las infinitas y descontroladas líneas temporales con un sacrificio a la altura de un Dios.

Aviso: consumir responsablemente on spoilers.
Loki Tom Hiddleston

Tom Hiddelston ante el papel de su vida: Loki.

La segunda temporada  –¿y última?– de Loki ha terminado tal y como empezó la primera. En concreto, ambos episodios, el primero y el último –¿o el último y el primero?– de Loki comparten título: ‘Glorioso propósito’.

Afortunadamente, ni son el mismo episodio ni ocurre lo mismo en ellos pues Loki, en su totalidad, consigue darle una evolución completa a su personaje principal. Tras los doce capítulos de la serie, el hermanastro de Thor –o, al menos, la variante que protagoniza la serie– alcanza aquello que tanto deseaba desde su primera aparición en el UCM: su auténtico (y glorioso) propósito. Un propósito que, por cierto, se le está resistiendo a tantas y tantas producciones Marvel actuales y que, por el contrario, sí consigue realizar Loki como serie. 

Un inicio y un final con título compartido que simboliza la idea del círculo eterno, el Uróboros que tantas culturas han representado a lo largo y ancho del tiempo y cuyo nombre comparte con un nuevo personaje clave de esta segunda temporada, interpretado por Ke Huy Quan (El templo maldito, Los Goonies) tras su resurgir ganando el Oscar por Todo a la vez en todas partes. 

Ke Huy Quan as O.B (Ourboros) en la T2 de ‘Loki’.

Con este final, Loki es un círculo cerrado, una serpiente que se muerde la cola. Un Uróboros que, tras experimentar con los viajes en el tiempo, ya no percibe el mismo de forma lineal, sino circular. Un cierre redondo que reconduce el caos de las infinitas y descontroladas líneas temporales con un sacrificio a la altura de un Dios. Un villano convertido en héroe que velará por la salud del multiverso Marvel de ahora en adelante. Y un desenlace que debería permanecer como tal, terminando una serie que merece un punto y final; ya se encargarán otras producciones Marvel futuras para convertirlo en un punto y aparte si es necesario. 

Atrapado en el tiempo

A lo largo de esta segunda temporada de Loki se ha introducido el concepto del deslizamiento temporal, que sufría Loki en sus carnes. Una especie de “nuevo poder” con el que el dios asgardiano se desplazaba a través del tiempo, a modo de convulsiones, sin saber muy bien por qué, ni a dónde le llevaba. 

Es inevitable ver a Loki como el paradigma de lo poco bueno del momento actual de Marvel Studios

La mayoría de estos deslizamientos le trasladaban a la misma AVT (Autoridad de Variación Temporal) en distintos momentos, algunos incluso separados por poco espacio, lo cual reforzaba la idea de bucle temporal que se ha desarrollado en esta temporada. A diferencia de la primera, en la que las explicaciones sobre el funcionamiento de la sagrada línea temporal y la AVT abundaban y los saltos temporales eran más “exóticos”, esta temporada se ha desarrollado casi toda ella dentro de la AVT, en ese mencionado bucle temporal que llevaba irremediablemente a la destrucción total de la sagrada línea temporal.

Mobius y Loki

La relación de amistad entre Mobius (Owen Wilson) y Loki es sin duda de lo mejor que nos ha dejado la serie.

Como Bill Murray en Atrapado en el tiempo, Loki ha entendido que para salir del bucle debía encontrar un propósito, y a través de esta búsqueda, dominar su nuevo poder, dure lo que dure Si le lleva siglos aprender física cuántica, así será. Cueste el tiempo que cueste, repite el bucle ad aeternum con tal de evitar la destrucción total del multiverso. Es inevitable ver a Loki, un personaje cuyo éxito descomunal se explica en parte por el carisma increíble de Tom Hiddleston, como paradigma de lo poco bueno del momento actual de Marvel Studios  y por ende, como la gran esperanza de la compañía para evitar que la saga actual del Multiverso no caiga en saco roto.

El trono de Loki no estaba en Aasgard

Los momentos finales de Loki son cruciales. Tras siglos y siglos intentándolo, cayendo una y otra vez en el abismo del fin de los días, el protagonista comprende que más allá de todo lo que pueda aprender a base de intentos, lo que al final requiere un héroe en su camino es un sacrificio desinteresado. 

Loki emerge como el guardián, el tronco del árbol en el que se han convergen las distintas líneas temporales del multiverso Marvel

Algo que el Loki de toda la vida, desde que lo vimos en Thor o como primer rival de los Vengadores en la fundacional Vengadores, no podía entender. Ser un rey, poder sentarse en el trono no es algo que deba venir gratis. La evolución de Loki, de villano a héroe, es fascinante y no deja de hablarnos de cómo, hoy en día, preferimos los héroes que vengan de un lugar oscuro que no tanto los héroes puros y blancos que han poblado nuestras historias heróicas durante milenios. 

Loki y su equipo dispuestos a solucionar el problema.

Tanto la variante principal de Loki en Vengadores: Infinity War como la protagonista de Loki –y por extensión la variante que es Sylvie– culminan su periplo vital sacrificándolo todo por el bien común. En el caso del Loki de Loki –perdonad tanta reiteración– dejando atrás a los amigos que ha hecho en la AVT como Mobius y Sylvie, para que puedan seguir viviendo en la nueva realidad que surgirá tras el inevitable colapso del telar temporal que ha centrado la trama de la segunda temporada.

El árbol de la vida. O del tiempo

Y ahí llega el momento clave: Loki en el trono. Aunque no es, ni de lejos, el tipo de trono que habría imaginado a lo largo de su vida. Ni está donde él hubiera creído. Al final del tiempo, Loki recoge a puñados cada una de las ramas temporales que forman la sagrada línea temporal del multiverso, una corona emerge en la frente de Loki con sus enormes cuernos tan característicos. Como si fueran cuerdas desbocadas, Loki va agarrando en su puño cada línea temporal mientras las impregna de un halo verde. A su alrededor, el resto de ramas se van agrupando y alineando en los márgenes de un trono. 

Yggdrasil Marvel

Yggdrasil: el multiverso Marvel cambia completamente.

Una vez Loki se sienta en el trono y las distintas ramas que sujeta le envuelven lo vemos claro, tan claro como él. La imagen no engaña: un enorme árbol llena el plano y Loki emerge como el guardián, el tronco del árbol en el que se han convergen las distintas líneas temporales del multiverso Marvel. Adiós a la Sagrada Línea temporal que, como un hilo, estaba formada por distintos hilos (las distintas líneas temporales) que necesitaban de un telar (temporal, claro) para integrarse en una sola. Ni las variantes de Kang, como El que pertence o Victor Timely, son tan importantes como lo es y será nuestro Loki. 

Ante nosotros, un nuevo panorama. El multiverso Marvel es ahora un ente orgánico, un gran árbol de la vida como el Yggdrasil de la misma mitología nórdica de la que proviene Loki. La cara de satisfacción por el deber cumplido de Loki en su último plano lo dice todo: ha aceptado que su propósito eterno será salvaguardar el árbol que contiene a todo un UCM que, si crece más de lo recomendado, quebrará sin remedio.

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