Crítica de 'La Casa del Dragón': Poniente vuelve a brillar
Crítica de 'La Casa del Dragón'

‘La casa del Dragón’: Poniente vuelve a brillar

HBO Max estrena la esperada 'La Casa del Dragón', un retorno triunfal a Poniente que hace del intimismo y el gusto por los pequeños detalles su gran fuerza de atracción.

Rhaenyra Targaryen (Izq.) y Alicent Hightower (Der.) son el arma secreta de 'La Casa del Dragón'.

Han pasado tres años, tres meses y tres días –y dale con el tres– desde que Juego de tronos terminara su andadura de siete temporadas con un marcado sabor agridulce. Convertida en el fenómeno seriéfilo de masas más importante de lo que va de siglo, las expectativas del público junto a las prisas que los creadores tenían por cerrar las tramas de una serie cada vez más cara de producir (y difícil de escribir), terminó por dejar un mal sabor de boca en todo el mundo. Quizás porque, tal y como argumenta Peter Dinklage, la frustración de los fans por ver acabar aquello que tanto querían superó cualquier juicio objetivo. 

Sin duda, quienes realmente no querían que Juego de tronos acabara en 2019 eran los ejecutivos de HBO. Nadie en su sano juicio mataría a tal gallina de los huevos de oro, ¿verdad? Juego de tronos no es una serie cualquiera que puedas acabar y dejarla ahí como si nada. En el mundo del entretenimiento actual, controlado por corporaciones adversas al riesgo, tener una marca reconocida y exitosa es el mejor de los salvavidas. Ya sea Marvel, DC, Star Wars o Harry Potter, si tienes una marca –o cómo les gusta decir una IP– debes convertirla en franquicia y estrenar contenido de esa marca hasta que el público se canse. 

Así las cosas, en agosto del 2022, nos encontramos con el primero de los inevitables spin-offs de Juego de tronos que nos llegarán: La Casa del Dragón. Como si fuéramos Homer Simpson atravesando el país para comer la exclusiva nueva Costiburger de Krusty Burger, aquí estamos. Impacientes por saber cómo será este retorno a Poniente. 

Y la verdad, ni tan mal. Puede que sea incluso mejor que la hamburguesa original. Por lo menos, La Casa del Dragón nos recupera las sensaciones de aquel primer mordisco que hicimos en 2011 con la llegada del Rey Robert Baratheon a Invernarlia para convencer a Ned Stark de ser su mano y esposar a sus hija Sansa con su hijo Joffrey. Y eso ya es suficientemente excitante. Porque reconozcámoslo, nosotros, la audiencia, también tenemos cada vez más aversión al riesgo. Y estamos tan metidos dentro de la rueda del consumismo de sagas que deseamos que éstas nos ofrezcan contenido y sustento. Siempre con los ingredientes que lo hacen reconocible pero ofreciendo las justas modificaciones aquí y allá. 

Una familia por encima del resto

La Casa del Dragón se presenta como una precuela situada doscientos años antes de la serie original. Su propósito es el de contarnos la historia de la familia Targaryen. De cómo pasó de dominar con sus temibles dragones el Trono de Hierro durante una larga era a destruirse a sí misma. Para acabar al borde de la desaparición, relegada al destierro, como nos la encontramos al inicio de Juego de tronos.

Paddy Considine es Viserys Targaryen, un rey preocupado por su sucesión.

Es, precisamente ese componente interno-familiar lo que permite a La Casa del Dragón distanciarse lo necesario de su predecesora. Pues el hecho de centrarse en una sola familia le confiere un carácter más intimista y detallista. Con pocos personajes centrales que notan, en la gestión de sus emociones, las consecuencias de cada acción que ocurre. En contraste con la tendencia expansiva y épica de Juego de tronos, La Casa del Dragón apenas sale de Desembarco del Rey –al menos en los seis primeros episodios distribuidos a la prensa–, el lugar donde las intrigas de la corte Targaryen y las dinámicas entre los tres o cuatro nombres clave de la serie, ocupan la mayoría de la trama.

Ahí tenemos al Rey Viserys, interpretado por un siempre excelente Paddy Considine (El Visitante) que expresa a la perfección el peaje físico que trae consigo la Corona y el Trono de Hierro. U Otto Hightower, la mano del Rey. Rhys Ifans (Berlin Station) es quien se encarga de interpretarlo y el actor  consigue, a través de su temple, parecer tan leal como maquiavélico. Por no hablar del rabioso y caótico contendiente al trono Daemon Targaryen, el hermano de Viserys. Matt Smith le confiere una perfidia que le viene como a anillo al dedo al personaje. El actor de Doctor Who o The Crown se come la pantalla cada vez que aparece. Y lo hace con la fiereza propia de un dragón.

‘La Casa del Dragón’ demuestra, una vez más, el enorme potencial del mundo creado por George R. R. Martin

En total, tres actores de gran prestigio que, de alguna manera, triplican la oferta de caras conocidas que hacía en su día Juego de Tronos con Sean Bean. Una década después, la nueva serie ambientada en Poniente parte así, de entrada, con más ambición y presupuesto en su reparto.  Y en consonancia también, con más espectacularidad en su ambientación y producción.

Matt Smith está estupendo como Daemon Targaryen.

Un apartado que consigue marcar muy bien la distancia temporal entre ambas series con un diseño de aspecto fácilmente reconocible pero que a la vez destila un aire más arcaico, propio de tiempos, en apariencia, más pacíficos y prósperos. Lo cual demuestra, una vez más, el enorme potencial del mundo creado por George R. R. Martin. Asimismo, La Casa del Dragón tampoco se queda corta en sus efectos especiales. Como muestra, la primera escena tras el prólogo inicial: un bellísimo vuelo a Dragón efectuado por la auténtica reina de la serie, acabe con corona o no, Rhaenyra Targaryen.

Ellas son las auténticas protagonistas

Hemos destacado tres nombres –y dale con el tres–, masculinos todos ellos pero no nos equivoquemos, La Casa del Dragón es la serie de dos mujeres, la mencionada Rhaenyra, hija de Viserys y Alicent Hightower, hija de Otto. En su amistad rota y en su dolor compartido está la gran fricción que va moviendo las tornas del poder a medida que avanza la trama.

‘La Casa del Dragón’ es una especie de reválida o, mejor, una prueba de fuego para una cadena que está viviendo tiempos convulsos.

Ambos personajes sufren las consecuencias de las decisiones que les imponen los hombres. Así como la frustración que sienten cuando sus deseos y ambiciones son cortadas por un machismo sistémico que ambos desafían de maneras opuestas. Una con la furia de quien cabalga dragones y otra con un sigilo palaciego que puede ser aún más letal y ruin, si cabe. 

Emma D’Arcy interpreta a la adulta ​​Rhaenyra.

Tanto Rhaenyra como Alicent son también los personajes principales que sufren un cambio de reparto con el salto temporal que se da a media temporada. De jóvenes son interpretadas por la semidesconocidas Milly Alcock (Rhaenyra) y Emily Carey (Alicent). Más adelante por las más experimentadas Emma D’Arcy (Truth Seekers) y Olivia Cooke (Bates Motel). 

Todas cuatro están fantásticas y la transición entre las dos etapas se realiza de forma elegante y fluida. Pero lo cierto es que es una pena despedirnos tan pronto de las dos primeras encarnaciones. Sin despreciar a D’Arcy o Cooke –solo aparecen en uno de los seis episodios que hemos visto– esto es algo especialmente traumático en el caso de Milly Alcock. La actriz australiana parece cortada por un patrón especial, llena de aquella clase de magnetismo que solo el objetivo de una cámara sabe captar. 

La serie no escatima en dragones, ni giros en su trama, ni en espectaculares batallas. Y cómo no, tampoco en la habitual dosis de sangre y sexo (con incesto incluido).

En definitiva, después de ese sabor agridulce que experimentamos hace tres años, La Casa del Dragón es una especie de reválida o, mejor, una prueba de fuego para una cadena que está viviendo tiempos convulsos tras la fusión de Warner con Discovery. Es imposible no pensar que el éxito o no de La Casa del Dragón marcará gran parte de las estrategias futuras de esta nueva compañía. 

Mientras que Milly Alcock se encarga de la versión joven de ​​Rhaenyra.

Por un lado, supone la confirmación de que la saga es ya una franquicia al nivel de Star Wars o Marvel. Con todo lo que ello conlleva. Por otro lado, el buen sabor de boca de los primeros episodios hará que los fans de la saga vuelvan a encontrarse con el espíritu de los inicios de Juego de Tronos. Cuando las tramas eran más pequeñas y centradas en las dinámicas entre personajes.

La Casa de Dragón lo tiene todo para triunfar. Y es que además, no escatima en dragones, ni giros en su trama, ni en espectaculares batallas. Y cómo no, tampoco en la habitual dosis de sangre y sexo (con incesto incluido). La serie es un viaje a pasado en todos los sentidos. Nos devuelve lo mejor de Juego de Tronos pero nos pone también en alerta desde hoy mismo. Pues como buenos consumidores de sagas, ir auditando la serie semana a semana, esperando que ésta no decaiga ni se torne en algo corrosivamente efímero.

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