Jón Gnarr, el alcalde que el mundo necesita - Serielizados
Serielizados Fest 2018

Jón Gnarr, el alcalde que el mundo necesita

Cómico funda partido político y gana las elecciones a la alcaldía. Esto pasó en 2010. En Reykjavík. Y él mismo, Jón Gnarr, vino a contárnoslo.
Jon Gnarr Oriol de Balanzó Serielizados Fest

Jón Gnarr charlando con Oriol de Balanzó en el Serielizados Fest 2018.

¿Alguno os hubierais imaginado que Islandia molara tanto? Pues resulta que tuvo durante cuatro años al mejor alcalde del mundo: Jón Gnarr, un tío que trabajó en el pabellón de un psiquiátrico. Invitado especial al Serielizados Fest 2018, Gnarr aterrizó sobre tierras barcelonesas con un ciclo que contenía un documental (Gnarr, 2010), que explica toda su campaña electoral, y un par de series de su cosecha propia bajo el brazo (Naeturvaktin y The Mayor).

Para que os pongáis en situación, Gnarr es un actor y humorista que fue elegido como alcalde de Reykjavík en 2010. Él mismo admite que no tenía demasiada idea de política en ese momento y que todo empezó como una broma. Pero la cosa cada vez fue a más y, con la tontería, Gnarr se convirtió en uno de los mejores políticos de su país. Si buscásemos un símil de nuestra proximidad, sería como si Berto Romero o Andreu Buenafuente se presentasen para ser alcaldes y ganasen de goleada al resto de candidatos –cosa que tampoco sería difícil ni descabellado, si uno se lo para a pensar-. Lo surrealista es que su espíritu caótico trajo estabilidad y orden a Reykjavík.

A pesar de que al islandés le hubiera gustado ser actor de The Wire –su serie favorita, que obligó a ver al partido de la coalición- la primera ficción que introdujo Gnarr al público fue Borgastjórinn (The Mayor) una sátira en la que encarna a un ficticio alcalde de Reykjavík que resulta ser su polo opuesto. El objetivo de Gnarr es romper los moldes de la política, transformarla en algo divertido. Eliminar la corrupción a golpe de la risa más contagiosa de la Tierra. En The Mayor Gnarr arrastra al absurdo y a la comedia más cochambrosa las actividades y responsabilidades de un alcalde.

En la charla posterior a la proyección del primer episodio de la serie, Gnarr aseguró que no sabía cuánta gente trabajaba en la oficina del alcalde hasta que él mismo fue y pudo comprobarlo él mismo. The Mayor convierte la figura del político en la de un bobo que lo único que hace es perder el tiempo en su despacho y creerse más listo que los demás. Llena de convenciones y sin un humor demasiado ácido, Gnarr se presentaba como un comediante que se convirtió en el rey de Reykjavík por no tomarse en serio los altos cargos políticos.

Pero el plato fuerte vendría posteriormente, con los dos primeros episodios de Naeturvaktin (Turno de noche) –la primera de una trilogía televisiva que culminaría con un largometraje que le arrebató el primer puesto en taquilla a Avatar en Islandia en 2009- donde caracterizado como el mismísimo Lenin, Gnarr se mete en la piel de un jefe de una gasolinera cualquiera en Reykjavík que tiene esclavizados a sus dos trabajadores. Tanto el escenario frío y oscuro como la esencia dictatorial que despide Gnarr, hacen que Naeturvaktin sea una de las mejores comedias que quizá hayan pasado por televisión. Y sin hacer demasiado ruido, lo cual es hasta indignante.

Volviendo a las comparaciones locales, para que os hagáis una idea si no la habéis podido ver, La que se avecina copia tanto como puede la figura de Gnarr en Turno de noche en lo que a carácter, vestimenta e incluso gestualidad se refiere para el personaje estrella de la serie, Antonio Recio. Solo que Gnarr es mucho más sutil y llena las secuencias de un humor único. Si se ve a posteriori de conocer toda su trayectoria, el efecto cómico funciona mucho mejor. Al contrario que en The Mayor, Gnarr no se toma en serio a sus personajes en Naeturvaktin, lo que facilita mucho más el poder hacer bromas totalmente fuera de lugar y con giros de guion que a nadie se le ocurrirían, salvo a él.

[amazon_link asins=’8494367617′ template=’SerielizadosProduct’ store=’serielizados-21′ marketplace=’ES’ link_id=’f1e8107e-c624-11e8-858e-1de4efbc56a9′]

No sé vosotros, pero un político que promete romper todas sus promesas y regala bolígrafos sin tinta a sus votantes, tendría mi voto de por vida. Jón Gnarr es el alcalde que el mundo necesita en estos momentos.

Texto con la colaboración de:

en .

Ver más en Festivales.