'Heartstopper': Oda al amor adolescente
Crítica 1a temporada (Netflix)

‘Heartstopper’: Oda al amor adolescente

Estamos ante una serie pequeñita y sincera que remarca la importancia de una adolescencia queer sin dramas a través de personajes entrañables

La premisa de Heartstopper es sencilla: Charlie, un estudiante de instituto neurótico, de voz suave, con tendencia a pedir perdón de forma compulsiva y abiertamente gay, entabla amistad con Nick, un atleta popular, amable y (supuestamente) heterosexual, con quien comparte pupitre en clase de matemáticas. 

Ambos pertenecen a esferas sociales completamente diferentes en su escuela de chicos. Pero se hacen amigos, y poco a poco el espacio entre ellos se estrecha. Saludos tiernos, conversaciones cortas. Empiezan a enviarse mensajes de texto y explicarse las presiones de la escuela el uno al otro. Y nosotros, mientras tanto, asistimos medio embobados a sus charlas a través del teléfono, llenas de escribir, borrar, reescribir y enviar.

Con el paso del tiempo, de forma tranquila y veraz, su vínculo se vuelve romántico y ambos inician un camino en el que, mientras afrontan la salida del armario de Nick, los problemas en sus respectivos grupos de amigos y el acoso escolar, su amor florece de forma incondicional y sincera.

Este incipiente romance impulsa el inicio de Heartstopper, una serie que más allá de enmarcar  lo que implica salir del armario o el romance adolescente, se centra en la lucha que supone el autodefinirse y la reivindicación de la personificación de las identidades queer en la ficción

Heartstopper se basa en una serie de novelas gráficas escritas por Alice Oseman del mismo nombre. Su historia tuvo mucho éxito gracias al boca a boca y a las recomendaciones de los lectores y creadores de contenido sobre libros en las redes sociales. Tanto, que cuando en 2018 Oseman abrió un Kickstarter para autopublicar un número limitado de copias físicas, recaudó más de 25.000 dólares en tan solo 24 horas

Alice Oseman, autora del cómic ‘Heartstopper’, fue la encargada de escribir el guion de la serie

En 2019, Hachette publicó el primero de varios volúmenes del cómic, y ese mismo año, Heartstopper fue opcionado por See-Saw Films para ser desarrollado como una serie de televisión. Oseman fue la encargada de escribir la serie, y aunque no tenía experiencia previa, el guion resultante acabó gustando mucho a la productora. Llevar el cómic a la pantalla resultó ser una tarea emocionante para la autora, pero también un reto, especialmente a la hora de encontrar actores jóvenes que dieran vida a la historia. «Queríamos un reparto auténtico, y obviamente necesitábamos gente con talento«, dijo Oseman. «Así que sabíamos que iba a ser una tarea difícil. Pero, de alguna manera, ellos hallaron el camino hacia nosotros».

Al poco tiempo de iniciar los castings, encontraron a Nick y Charlie en los jovencísimos Joe Locke y Kit Connor (Rocketman). La mayor parte del proceso se hizo a través de Zoom, pero la audición final fue en persona. Cuando Oseman los vio juntos en la misma habitación lo tuvo claro: «Hicieron la escena que lleva al primer beso», explicaba, «ya sabíamos que ambos eran talentosos, pero teníamos que descubrir si había química y si podían dar vida al romance de Nick y Charlie. Y lo hicieron genial. Fue como si ambos personajes cobraran vida delante de mí«.

Ilustración del cómic ‘Heartstopper’ de Alice Oseman

Pero, ¿por qué ‘Heartstopper’ es tan importante?

Por muchos motivos. Esta historia marca un antes y un después en el mundo de la ficción televisiva estableciéndose como una de las primera series de carácter romántico-adolescente protagonizada y centrada exclusivamente en personajes con identidades queer. Llegados a este punto las comparaciones son inevitables. Heartstopper se aleja de títulos tan populares como Euphoria, Élite o Young Royals. Aquí no hay dramas existencialistas, grandes reflexiones, sexo desenfrenado o fiestas inducidas por las drogas y el alcohol. Donde otras series vislumbran el vacío, Heartstopper brinda luz y calor a la experiencia adolescente.

‘Heartstopper’ ayuda a deshacer años de estereotipos heteronormativos reforzados por los medios de comunicación y la ficción

Muchas historias queer siguen siendo excesivamente serias o centradas en el trauma. Pero con Heartstopper pasa algo poco común: es imposible verla sin sonreír. Nunca deja de ser refrescante encontrar una historia centrada en un grupo de adolescentes que se preocupan los unos por otros, que presenta el amor gay desde un ángulo entrañable sin quedarse estancada en la tristeza, y que muestra a una adolescente trans siendo aceptada calurosamente por lo que es. Y todo esto con personajes interpretados por actores apropiados para su edad e identificación de género (¡así sí!).

Otra cosa que me encanta de Heartstopper, es la mención constante a los términos «lesbiana», «transgénero» o «bisexual». Me cuesta pensar en otras series que hayan normalizado tanto estas palabras. La presencia de estos términos ayuda a deshacer años y años de estereotipos heteronormativos reforzados constantemente por los medios de comunicación y la ficción. Su uso repetido puede parecer un gesto sutil y discreto en apariencia, pero su normalización y vocalización significará mucho para los miembros de la comunidad LGBTQ+.

Los adorables Elle (Yasmin Finney) y Tao (William Gao)

Y ahora, vamos a ponernos nostálgicas y sentimentales. Heartstopper es todo lo que muchas habríamos deseado ver en la televisión cuando éramos un poco más jóvenes. La serie llega para demostrarnos una vez más que la representación importa. Crecer y ver sólo versiones idealizadas de personas y relaciones cisgénero heterosexuales, es muy perjudicial para todas aquellas personas que no se identifican con esas realidades. Heartstopper es una gran contribución a los cambios que empezamos a ver en la ficción reciente, permitiendo que las nuevas generaciones se sientan cómodas y se acepten a sí mismas de un modo que quizás generaciones más adultas no tuvieron la oportunidad de hacer.

Su celebración de los personajes y el amor, demuestran que detrás del dolor y la marginación, mucho más allá del acoso y la opresión, hay un sinfín de posibilidades y margen a la aceptación y el bienestar

Su éxito está ligado a la necesidad de consumir relatos protagonizados por personas LGTBIQ+ que esquiven la tragedia

Aunque probablemente muchas de las personas queer que vean la serie hayan tenido experiencias personales que disten de esta bonita narrativa, debemos estar agradecidos de que exista y que sirva como referencia para mucha gente joven a la hora de navegar y explorar sus propias sexualidades, mostrándoles que el amor debe ser sano y correspondido. Su éxito está estrechamente ligado a la imperiosa necesidad de consumir relatos protagonizados por personas LGTBIQ+ que esquiven la tragedia.

Habrá quien la tilde de naif o de ser excesivamente optimista, pero es importante que empecemos a contar con un tipo de representación más plural e inclusiva, ya que hay tantas formas de retratar la comunidad como personas pertenecen a ella. Habrá gente que se verá representada y gente que no, del mismo modo que hay realidades que a algunas personas les pueden parecer surrealistas y a otras, en cambio, les resultarán de lo más cotidiano. Pero que siga habiendo problemáticas en torno a al colectivo, no significa que Heartstopper navegue en la utopía, todo lo contrario, significa que salir de ciertas imágenes negativas muy repetidas siempre es algo positivo.

La pareja principal de la serie: Nick (Kit Connor) y Charlie (Joe Locke)

Aparecerán los créditos y os veréis a vosotros mismos reflejados en la pantalla negra con la lagrima en los ojos. Os quedará ese dulce sabor de boca y esa sensación de abrazo fuerte que tanto reconforta. Y seguramente vayáis corriendo a Spotify para poneros la banda sonora.

Puede que la serie no sea ninguna proeza audiovisual destacable, pero el corazón Heartstopper es tímido y sincero y no necesita de grandes artilugios para traspasar su mensaje. A demás, como dice Elle, «sometimes change is a good thing».

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