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800 metros son los que recorrió la forguneta conducida por Younes Abouyaaqoub esa fatídica tarde de verano en Barcelona. Un recorrido por las míticas Ramblas, desde la altura del Carrer Bonsuccés hasta el pavimento Miró, muy cercano a La Boquería. Espacios comunes de los barceloneses, así como de los turistas, que desde ese 17 de agosto de 2017, ya no han vuelto a ser igual. La herida sigue muy viva.
En sus tres episodios, 800 Metros reconstruye el impacto de los atentados en esos espacios, con alma propia, del centro de Barcelona. Y ofrece una interesante aproximación a la definición de víctima. A la relación de la sociedad con esas mismas víctimas. Además, 800 Metros nos muestra a otro tipo de víctimas, las personas que conocían y se relacionaban con los terroristas en su aparente vida normal. En ese sentido, 800 Metros también reflexiona sobre porqué unos chicos aparentemente integrados en la sociedad catalana puedan acabar atentado para Estado Islámico.
«Lo que he aprendido en este proceso es que la naturaleza del relato cambia mucho respeto al tiempo» – Elías León Seminiani
Ese mismo recorrido de Las Ramblas es el que da título a la miniserie documental de Netflix 800 Metros. La docuserie está dirigida por un experto en el género como es Elías León Seminiani, autor de films como Mapa o Apuntes para una película de atracos así como de docuseries como El caso Asunta o El caso Alcasser. Siminiani firma el guion junto a Ramón Campos, asimismo productor de la serie con su compañía Bambú Producciones (Jaguar, Fariña). Otro colaborador habitual de Bambú es el periodista Nacho Carretero (Fariña, En el corredor de la muerte) que ejerce aquí como coordinador de la investigación, apareciendo en pantalla en algunas escenas.
A continuación, podéis leer la entrevista que realizamos con los dos creadores de 800 Metros, aprovechando su presentación en 25º edición del Festival de Málaga.
Pregunta: Elías León Siminiani y Nacho Carretero, ¿Cómo surge esta colaboración? Algunos dirían eso tan yanki de “a match made in heaven”. ¿Han congeniado bien vuestros respectivos métodos de trabajo?
Elías León Siminiani: Hemos congeniado muy mal (Risas). No, en realidad que va. El «match in heaven» en realidad lo hace Ramón Campos, que es el productor ejecutivo de Bambú, que ya conocía a Nacho, por su trabajo en Bambú. Ramón también había trabajado conmigo en series documentales y entonces él desde el principio siempre me venía diciendo (y creo que a él –Nacho Carretero–también) que teníamos que encontrar algo para trabajar en común. Y yo creo que por otro lado había un interés mutuo en la disciplina del otro.
Yo desde que vengo haciendo las series de documental he tenido un interés creciente en el mundo del periodismo, en el mundo de la investigación, que era algo completamente ajeno a mí. Y creo que Nacho, en su propia deriva como periodista, también ha tenido un interés creciente en el relato audiovisual y en el mundo la producción ejecutiva y la producción. Entonces, creo que en ese sentido se da y es simbiótico.
Nacho Carretero: Sí, eso alimentado por el hecho, como sabes, que cada vez el periodismo y el audiovisual se dan más la mano. El audiovisual en el sentido más clásico, como el cine, la narración cinematográfica y y el periodismo cada vez son dos mundos más conectados y es una buena noticia para ambos mundos, yo creo. Y en ese contexto, ahora mucho más fácil, pues encontramos este proyecto y congeniamos estupendamente. Tanto es así que ojalá podamos hacer más trabajos juntos.
P: ¿Por qué quisisteis explorar este tema en este formato específico de docuserie? ¿Qué respuestas buscabais, que no tuviéramos ya sobre el 17A?
E.L.S: A ver, habían pasado tres años de estos hechos. Son unos hechos que de alguna manera, por el proceso político que se precipita muy poco después de los atentados, habían caído en un cierto eclipsamiento. No habían tenido una lectura reposada. Era inminente el proceso judicial que iba a ofrecer una sentencia como un relato judicial completo. Y al mismo tiempo sabemos que ese juicio iba a sacar a la luz pública una serie de testimonios, de imágenes, como así fue y que esas imágenes podrían encontrar una contextualización, una explicación y un nivel de profundización mayor en nuestra serie. Así como también pedagógico de cara a la ciudadanía.
«La herida todavía está abierta. Y ahora mismo hay determinados procesos en los que se puede palpar y registrar con bastante profundidad en qué consiste esa herida» – E.L.S.
Por otro lado, también coincide en que se publica, poco antes de que nosotros arranquemos la producción, el libro Los silencios del 17A de Ana Teixidor. Un libro que ofrece una profundización muy intensa, precisamente, en el enfoque que nosotros queríamos darle a 800 Metros. Que era tratar de acercarnos a contestar la pregunta de por qué se pueden dar unos hechos así. Qué hay detrás de un proceso de radicalización. Y cómo un grupo de chavales supuestamente integrados catalanoparlantes en una comunidad bastante idílica, con un futuro por delante, con trabajos, deciden abrazar esta radicalidad al punto de elegir morir matando.
Entonces esta concatenación de razones nos hace pensar que uno: a través de Ana vamos a poder acceder a ese entorno. Y dos: que es un momento para, con una cierta distancia, poder ofrecer un relato que trascienda el mero thriller. O la mera narrativa criminalística que es, de alguna manera, una marca de la casa en las otras series documentales que hemos hecho. Que partiendo de una premisa criminológica, de alguna manera pudiéramos profundizar en algún tema que fuese un aporte social o que reflexionar sobre la sociedad.
P: Me he encontrado con bastante gente que, por la cercanía de los hechos, tanto temporal como por el dolor emotivo, tienen cierta reticencia a 800 metros y el tema de los atentados de Barcelona en general. ¿Qué les diríais a esas personas?
E.L.S: Mi experiencia con otras series documentales es que una era más próxima, temporalmente hablando, que esta, la del caso Asunta, y la otra era muchísimo más lejana , el caso Alcàsser. Y esta es intermedia. Y lo que he aprendido en este proceso es que la naturaleza del relato cambia mucho respeto al tiempo, la distancia temporal que hay respecto a los hechos que se cuentan. He aprendido que, para mí, esto no es ni mejor ni peor. Simplemente tiene sus obstáculos y sus ventajas y sus retos.
¿Por qué puede ser interesante hablar de los atentados? Porque ahora mismo la herida todavía está abierta. Y ahora mismo hay determinados procesos en los que se puede palpar y registrar con bastante profundidad en qué consiste esa herida. Y porque creo que tiene una pertinencia poder hablar de estos hechos. Porque estamos en un nivel cuatro sobre cinco de alerta terrorista y hacen falta instrumentos para la ciudadanía para poder detectar y evitar procesos de radicalización. O pistas que puedan dar a entender que determinados procesos pueden estar sucediendo.
Yo creo que todo esto ofrece els uficiente interés para poder levantar un relato así. Más allá de esto, 800 Metros no pretende ser un relato definitivo. Y como en otros atentados terroristas, es un relato que probablemente en cinco o diez años requiera una, (vamos a decir) segunda temporada o una relectura.
Como ha sucedido con el 11M, o como hemos visto, que ha sucedido con el 11S, que en septiembre pasado cumplió su aniversario y surgieron contenidos muy relevantes al respecto. Entonces, creemos que este relato es pertinente como lo será el que pueda haber dentro de diez años. Porque ofrecerá unas inquietudes y unos tejidos humanos distintos a los que pueda ofrecer dentro de diez años.
«Puedes elegir entender o no entender, pero van a ocurrir igual las cosas. Nosotros creemos que que mostrando cómo son estos procesos se ayuda de alguna manera a prevenirlos» – Nacho Carretero
N.C: Sí, yo creo que, además 800 Metros tiene un valor añadido, que es que hace una aproximación a la figura de los terroristas, que yo creo que es bastante inédita. En otros documentales similares. el foco está muy, muy puesto en las víctimas y el relato de las víctimas. Aquí también lo tenemos, por supuesto, pero a mí me parece como un ejercicio muy interesante, al menos desde el punto de vista periodístico y que aporta muchísimo al espectador. Creo que por ahí diría que el espectador que duda de si va a ser un rato de sufrimiento ver eso, que le va aportar mucho periodística e informativamente y desde un punto de vista muy inédito.
Ese acercamiento al terrorista y descubrir que eran chicos de un pueblo integrados con una vida más o menos normal y qué proceso tuvo lugar para llevarles a estar convencidos de de matar muriendo. Y yo creo que eso es algo que el documental aporta, que está muy poco visto y que creo que tiene un valor periodístico y narrativo muy, muy potente.
P: Como barcelonés me ha resultado muy fácil llegar a la lágrima (y a la rabia) viendo 800 Metros. Pero también me ha producido un efecto curioso, que me pasa cuando veo imágenes de ese día: una sonrisa incómoda, como de incredulidad. Como si una parte de mi aún no se crea que eso es real y lo vea como una alucinación de película. Por eso os quería preguntar sobre vuestra relación con las imágenes y con Barcelona. Por eso os quería preguntar, ¿Cuál era vuestra reacción a las imágenes tan vistas en informativos, de ese día? ¿Ha cambiado desde que habéis realizado y completado 800 Metros?
N.C: Yo personalmente sí. De hecho, lo contábamos antes: una cosa que me ocurrió a medida que avanzamos la investigación fue que yo vi un vídeo del atentado de Niza, ¿te acuerdas? Que un camión entró en el paseo marítimo…y de pronto, me empecé a hacer preguntas sobre quién era el que iba dentro del camión, cuál era su historia y qué pensaría su madre viendo esas imágenes. Preguntas que yo nunca antes me había hecho y que me hice a raíz de investigar y de hacer este documental. Preguntas que son muy complicadas porque hay algo balsámico y sencillo en reducir al terrorista a ser solo eso: un terrorista y punto. No hay por qué entender nada de lo que hace, simplemente acabar con ellos.
Y en cambio, la complejidad de acercarte a esa figura, ver esas imágenes y verlos como unos chicos que se han transformado definitivamente en unos terroristas pues evidentemente, por un lado es muy interesante desde punto de vista periodístico. Pero claro, también a nosotros nos suscitó unas reacciones bestiales. Nos hizo cambiar la manera de ver esas imágenes, como tú dices. Pero sobre todo nos hizo aproximarnos a ellos con un interés que yo creo que sería muy positivo si eso conseguimos trasladar al espectador.
Porque ese interés es un aprendizaje. Y al final, eso va a suponer también un entendimiento que prevenga rechazos, que prevenga fobias injustificadas y que también haga que entendamos mejor por qué ocurren estas cosas. Que evidentemente no significa justificarlas, sino simplemente entender. Porque tú puedes elegir entender o no entender, pero van a ocurrir igual las cosas. Nosotros creemos que que mostrando cómo son estos procesos se ayuda de alguna manera a prevenirlos.
«Hay una especie de ‘duelo ilegítimo’ en las familias de los terroristas que es muy difícil de expresar. Muy humano pero muy confuso también para ellos» – N.C.
E.L.S: Te diría, respecto a la ciudad concreta de Barcelona, yo soy un amante profundo de Barcelona. Es una ciudad que conozco mucho. He vivido allí por tramos y me interesa mucho su urbanismo, su arquitectura y sus espacios. Y yo tuve una voluntad y creo que se palpa la serie, que literalmente recorre los 800 metros, casi tramo a tramo, a través del testimonio de los otros supervivientes, porque yo tengo una convicción muy clara a la hora de hacer cine y es que los espacios retienen memoria emocional. Creo que eso es una herramienta cinematográfica para para explorarlo, para explorar determinadas emociones.
Y en ese sentido, para mí es estar muy pegado al espacio. He paseado mucho por esos lugares. He cogido el sumario, he ido calle por calle, sabiendo exactamente dónde estaba esta persona, dónde estaba es otra. Es como si hubiera sido una especie como de lavado de ese espacio para de alguna manera nuestra serie pueda levantar un poco, y esto es una especie de placebo creativo, pero pueda levantar o aligerar ese peso emocional. Para mí el espacio es una herramienta esencial, sobre todo a la hora de contar realidad.
P: Como apuntábais, en 800 metros también se habla de lo doloroso que es ser familiar, amigo o conocido de un terrorista. ¿También son víctimas?
N.C: Es algo que también nos resultó muy interesante desde el punto de vista narrativo y periodístico al aproximarnos al entorno de los terroristas. Porque te encuentras como una especie de víctimas ilegítimas. Hablo del entorno, no de los terroristas. Los terroristas no tienen nada de víctimas. Por supuesto, son los perpetradores y no tienen absolutamente nada de víctimas porque tienes que estar dispuesto a llevar a cabo un acto así. Pero en su entorno sí, porque al final la madre es la madre de un terrorista. Pero también es la madre de ese chico que crió. Y lo mismo ocurre con el vecino, el profesor, el amigo.
Eso nos resultó muy interesante y creo que también es algo que en 800 Metros se refleja. Y es ver como hay una especie de duelo ilegítimo que es muy difícil de expresar. Muy humano pero muy confuso también para ellos. Porque tenían una mezcla de sensación de bueno, «es que me da pena» y es lógico, porque por qué no te va a dar pena tu amigo, tu hijo, tu alumno. Pero a la vez también «siento un enorme enfado, una enorme sensación de traición, un enorme cabreo y un enorme odio». Todo eso conviviendo en una sola persona, resulta una sensación brutal. Y desde luego muy interesante de intentar reflejar y de intentar comprender en la serie.
E.L.S: Bueno, en realidad comparto lo que dice Nacho. Hay dos conceptos psicológicos que he aprendido en este proceso que me parecen muy interesantes. Uno es el de duelo ilegítimo y otros es el de segunda herida en los supervivientes. Que tiene que ver con la herida que le inflige el Estado a la hora de que se les reconozca su condición de víctimas del terrorismo. De alguna manera son las dos caras de la moneda de unos hechos como estos. Y de alguna manera, la relación entre entre estos dos fenómenos, son una plasmación de la complejidad de las consecuencias de unos actos como estos. Yo creo que si al final 800 Metros transmite algo es que estos son unos hechos muy complejos. Y que como ciudadanos adultos de alguna manera lo mejor que podemos hacer es tener conciencia al respecto.