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La fase actual en la que se encuentra Marvel es la de ofrecer a diferentes públicos superhéroes con los que puedan identificarse si nunca fueron muy de los Vengadores. Es una fase que ya atravesó en los cómics hace algunos años; la empresa creó la línea Max para títulos algo más adultos (línea en la que apareció por primera vez Jessica Jones, por ejemplo) entre 2001 y 2014, y se animó a dar entrada a personas que no fueran los típicos hombres blancos híper musculados en su panteón de superhéroes, desde Kamala Kahn (Mrs. Marvel) a Miles Morales (Spider-Man), Riri Williams (Ironheart) o la serie limitada de Jane Foster como Thor.
Ese mismo propósito parece haberse trasladado al MCU una vez que la etapa de los Vengadores y la pelea contra Thanos se ha cerrado. Las series en Disney+, en realidad, debían cumplir dos propósitos: conectar las últimas películas de la Fase 5 (cometido de Bruja Escarlata y Visión con Doctor Extraño y el multiverso de la locura o Mrs. Marvel y The Marvels) y presentar a esos nuevos superhéroes (para la pantalla) como Kate Bishop (en Ojo de Halcón), Hulka o Maya López, un personaje que cumple dos funciones en este caso. Por un lado, expande el universo audiovisual de Marvel con una mujer sorda y nativo americana; por el otro, estrena una marca, Marvel Spotlight, que el estudio quiere dedicar a series de tono más adulto y, en teoría, no conectadas con el resto del MCU.
El recuerdo de ‘Daredevil’
Vista la corta primera temporada de Echo, ese tono adulto parece ser el de las series que Marvel produjo para Netflix en 2015 y, en concreto, una mezcla entre Daredevil y Luke Cage. Maya alberga en su interior una rabia que solo sabe gestionar si muele a alguien a palos (o lo mata), consecuencia del duelo nunca superado por la muerte violenta de su padre que vimos en Ojo de Halcón.
‘Echo’, probablemente, necesitaba algo más de sus cinco capítulos para conseguir que el legado choctaw y de Tamaha en Maya sea más contundente.
De hecho, el primer episodio es casi una fancam, que dirían los jóvenes, de Maya en aquella serie, poniendo al día a quienes no vieran en su momento a Clint Barton llevando a sus hijos a Rogers, the musical. Por otro lado, Echo quiere construir una sensación de lugar vivido con Tamaha, el pueblo de Oklahoma de donde procede la familia de Maya, que ayude a dar además importancia a sus ancestros choctaw.
Luke Cage tenía muchos puntos débiles, pero la construcción de ese Harlem que Cage quiere proteger a toda costa no era uno de ellos. Echo, probablemente, necesitaba algo más de sus cinco capítulos para conseguir que el legado choctaw y de Tamaha en Maya sea más contundente. Si lo que, en teoría, se quiere contar es cómo su herencia ancestral y su vida como matona de Kingpin tiran de Maya en direcciones opuestas, no termina de verse claro en pantalla.
Porque se supone que ella vuelve a Tamaha tras veinte años para acabar lo que empezó al disparar a Wilson Fisk al final de Ojo de Halcón, solo para darse de bruces allí con su pasado y con los espíritus de otras choctaw que estuvieron antes que ella y que le otorgan, en ocasiones, ciertos poderes. Ese es el eco al que hace referencia el título de la serie, el de los ancestros que reverbera en sus acciones presentes. Sobre el papel, es un dilema interesante, pero solo alcanza su potencial en contadas ocasiones. De hecho, la relación con Fisk, que debería de ser fundamental, está construida de manera más endeble de lo que la serie cree.
La primera de Marvel Spotlight
Las ficciones de Netflix sufrían muchas veces para llenar de historia interesante sus trece episodios por temporada, pero a Echo, quizá, le habrían venido bien para dar más profundidad a las relaciones de Maya con su familia y con su figura paterna tras la muerte de su progenitor. También habrían beneficiado el retrato de ese pueblo con potencial para ser una versión nativoamericana del Harlan de Justified.
‘Echo’ tiene buenas escenas de peleas y actores que sacan adelante lo que haga falta pero su protagonista principal, Alaqua Cox, se queda un poco corta de carisma.
Y eso que Echo sale bastante airosa del caótico modo de producción de las series de Marvel, que pretenden aplicar el método utilizado en las películas en el que el guion se cambia constantemente y el director es quien manda. Es un método que ha llevado a que Daredevil: Born again haya sufrido parones varios en el rodaje y cambios de responsables y que ha estado a punto de hundir otras ficciones anteriores como She-Hulk: abogada Hulka, y del que Kevin Feige se ha dado cuenta, finalmente, que no funciona en televisión.
Echo tiene buenas escenas de peleas y actores que sacan adelante lo que haga falta como Chaske Spencer o Tantoo Cardinal, pero su protagonista principal, Alaqua Cox, se queda un poco corta de carisma para soportar el peso de toda la serie sobre sus hombros. A veces, da la sensación de que Maya funciona mejor como personaje que aparece para trastocarlo todo que para sostener un dilema personal durante mucho tiempo, en parte porque Cox se pasa enfadada y no queriendo que nadie se acerque a ella durante todos los episodios. Los pocos momentos relajados que se le permiten apuntan a que Maya podría encajar bien con Kate Bishop y Kamala Khan, por ejemplo, si adquiriera algún matiz más.
Quienes echen de menos Daredevil pueden pasar un rato entretenido con Echo porque la acción está a su nivel, pero su lucha interna no llega a estar tan bien construida como la de ese Matt Murdock que teme estar convirtiéndose en lo mismo contra lo que lucha. Como presentación de Marvel Spotlight es un poco más ligera de lo esperado, pero para Disney+ ya debe de ser arriesgado mostrar sangre y muerte durante las peleas.