Crítica 'Mood': Retrato de una mujer en llamas
Crítica de la serie (AMC+)

‘Mood’: Retrato de una mujer en llamas

'Mood' es un fascinante viaje al vacío, a lo plástico y superficial. A la angustia. Una serie sobre el desasosiego de los que se dedican a sobrevivir sin dejar de soñar con una vida mejor.

Estrenada en Reino Unido este pasado marzo, Mood llega meses después de que Rap Sh!t, -serie de la multitalentosa Issa Rae-, cubriera un terreno similar: las aspiraciones musicales de una mujer joven en una industria dominada por los hombres, las redes sociales, y la intersección entre el empoderamiento y la explotación sexual.

Basada en el monólogo Superhoe del 2019 de su protagonista y creadora Nicôle Lecky, (un título chulísimo que lamentablemente se pierde en la traducción final); Mood está dirigida por Stroma Cairns y Dawn Shadforth, y cuenta la historia de una mujer decidida a dinamitar su vida con el fin de renacer y ser alguien ¿mejor?

Nicôle Lecky es Sasha

Conectada a nivel simbólico y temático a series como Cardo, Fleabag, Rap Sh!t o Chewing Gum (¡vivan las mujeres desquiciadas! mi género televisivo preferido), esta ficción nos adentra en la vida de Sasha, una aspirante a cantante y rapera de 25 años que vive en casa con su madre y su padrastro en el este de Londres, mientras navega por el fascinante, vacío, colorido y nocivo mundo de las redes sociales

Mood, al igual que I May Destroy You (las comparaciones son inevitables, pero siempre en el mejor de los sentidos), se establece como un retrato certero de la diversidad del Londres contemporáneo. Aquí no hay ladies, gentlemen, té, pastas, monarquía o etiqueta. Aquí hay sufrimiento, precariedad y soledades. Agárrense que vienen curvas.

Aquí no hay moraleja que valga, sino la curiosidad por saber si nuestra errática heroína llega a su destino de una pieza.

Los inteligentes diálogos de Lecky nos permiten ir ‘desnudando’ y descubriendo poco a poco todas las capas de piel, vergüenza, dolor, aceptación e impostura a las que Sasha debe enfrentarse para destapar el núcleo de la vulnerable verdad que hay en su centro: angustia vital

A pesar de todos los altibajos a los que la serie y su propia protagonista se enfrentan, siempre somos capaces de discernir una verdad: esto no es un cuento moral. Lecky no intenta demostrarnos lo vacío que es ser un influencer. Esta es la historia sobre el viaje emocional y físico de Sasha. Aunque entendemos y compartimos que todo lo que se nos muestra sobre las redes es dañino; lo que realmente nos interesa es si Sasha sobrevive a este periodo de su vida, saliendo victoriosa, o convirtiéndose en alguien aún más miserable de lo que ya era.

No podemos despegar los ojos de ella porque empatizamos con su desasosiego y queremos saber si encontrará su lugar en la vida, conseguirá cerrar el círculo y logrará lo que quería con su música. Aquí no hay moraleja que valga, sino la curiosidad por descubrir si nuestra errática heroína llega a su destino de una pieza.

Sasha, heroína errática y superviviente

Plagada de momentos musicales estelares, Lecky es capaz de vislumbrar alegría y bondad a través de la música. Esta es sinónimo de fuerza y esperanza para Sasha. Y ambas, aunque sean efímeras, son dos de los motivos principales por los que apostamos por ella. 

Escritas por Lecky y Kwame Kwei-Armah «KZ», las canciones de Mood son crudas, directas y pegadizas. Un reflejo (muy acertado) de la búsqueda de identidad de Sasha. Estas sirven como catalizador de las emociones de la protagonista. Cuando un momento musical estalla, sabemos que estamos ante un instante de necesidad de escape, o de colapso mental.

Lo que conecta todas las ficciones recientes sobre mujeres cuestionables es la enorme fisura entre la verdad y lo que ellas muestran de cara al resto

La banda sonora, junto la dirección y la fotografía, nos ofrecen un espectáculo constante en el que no podemos escapar de la angustiante sensación de estar viviendo al límite junto a Sasha. Siempre nos mantenemos en la fina linea que separa la victoria del olvido. O, como diría nuestro director patrio por excelencia, el dolor de la gloria

Lo que conecta todas las ficciones recientes sobre mujeres cuestionables en la posición de antiheroínas, es la enorme fisura entre la verdad y lo ellas muestran de cara al resto. En Fleabag y Cardo hablan a cámara, vemos los mensajes de texto y hay voces narradoras; en I May Detroy You hay flashbacks y confesiones entre amigas; y en Mood están los beauty filters y las redes. Las dos caras de la moneda. Diferentes formas de separar la persona social del precipicio al vacío.

‘Mood’ está disponible en AMC+

Mood podría haber sido un drama genérico sobre una chica triste y autodestructiva estándar. Pero su forma de eludir las expectativas conjuga una sintaxis mucho más novedosa de lo que sus componentes parecen sugerir inicialmente. 

Y no seamos ingenuas, la oscuridad está ahí desde el principio, amenazando con entrometerse, abrazando a Sasha lentamente cómo un poder diabólico omnipotente. Y nosotras decidimos verlo. Hacemos ese pacto.

Sabemos que ella es una mujer que sufre, y nos encontramos queriendo apartar los ojos, apretando los dientes. Pero esta ficcióncon una visión innegablemente triste de la vida en el siglo XXI– es también es una puerta abierta a lo inesperado, y a la necesidad de creer, desear, y esperar lo mejor para todos aquellos que en algún momento se han sentido a la deriva.

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