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Terapia sin filtro arranca con esta premisa: un terapeuta en duelo (Jason Segel) comienza a romper las reglas. Les dirá a sus pacientes exactamente lo que piensa. Dejando de lado su educación y su ética, pronto se encuentra operando importantes cambios en la vida de varias personas, incluida la suya propia.
Por fortuna, esta es una premisa, algo manida, de la que la misma serie olvida rápidamente. Paulatinamente, los pacientes a los que atiende Jason Segel van perdiendo importancia para que la serie se centre en lo que realmente tiene potencial: sus protagonistas. Algunos son más redondos que otros pero todos tienen algo especial que hace que te encariñes con ellos. Es el «toque Ted Lasso«, que se sigue notando pese a que, a la postre, Terapia sin filtro no tenga tanto acierto de cara al gol –permitidme la broma–.
Y es que el punto fuerte de la nueva serie de Bill Lawrence (acompañado en esta ocasión de Jason Segel y Brett Goldstein en la creación) es hacer virar este supuesto cambio de reglas en la terapia de los pacientes del protagonista hacía él y el resto del reparto. Pues todos ellos forman una imperfecta familia de circunstancias que deben aprender a arreglar sus problemas. O, si no hay más remedio, convivir con ellos.
Eso les convierte en personajes fácilmente identificables, con los que empatizar no resulta un esfuerzo. Por mucho que vivan en una burbuja de lo más cool como es la californiana ciudad de Pasadena, cada uno de ellos debe hacer frente a un problema emocional tan real como los tuyos o los míos.
Eclipsados por Harrison Ford
Además de Jason Segel, el reparto incluye a Christa Miller como su vecina, Jessica Williams como su compañera de trabajo, Michael Urie interpretando a su mejor amigo, Luke Tennie a un paciente al que acoge en su casa y a Lukita Maxwell, dando vida a su hija adolescente. Con ella mantiene una relación distante desde la muerte de su esposa; recuperarla será su principal objetivo.
Sin embargo, si hay un nombre que destaca por encima del resto, es el de Harrison Ford. Y como era de esperar, Ford los eclipsa a todos. La estrella de Hollywood, icónico por ser Han Solo, Rick Deckard e Indiana Jones, interpreta al jefe y mentor del protagonista. Un psiquiatra solitario y hermético que se enfrenta al ocaso de su carrera y su vida cuando le diagnostican Parkinson.
Para alguien como un servidor, nacido en 1987, Harrison Ford es sinónimo de héroe de la GRAN PANTALLA. Así, en mayúsculas. Nadie como él representa mejor, a ojos de los cinéfilos de mi generación, el prototipo heroico que nos gustaría ser en nuestras fantasías.
Si realmente aprecias al Ford actor, verlo aprovechar cada momento en ‘Terapia sin filtro’ es una pasada.
Su llegada a las series es una prueba más, casi definitiva, que en Hollywood la importancia y espacio del cine está menguando. Terapia sin filtro es la primera serie que aquí nos llega con Harrison Ford. Aunque, eso sí, el actor ha protagonizado antes el spin-off de Yellowstone, 1923, sin fecha confirmada aún de estreno en nuestro país.
Verlo en esta serie de Apple TV+ podría ser un «bajón» tremendo para los puristas del Harrison Ford de las películas. Pero lo cierto es que si realmente aprecias al Ford actor, verlo aprovechar cada momento en Terapia sin filtro es una pasada.
Y es que al igual que tantos actores y actrices de tipo más taquillero, a Harrison Ford nunca se le ha considerado un actor «serio» –uno de esos apelativos tan discutibles que se aplican demasiadas veces en la crítica– y pese demostrar con soltura sus dotes dramáticas en más de una ocasión (Único testigo, Frenético, La isla de los mosquitos...) todos nosotros preferíamos que cogiera el fedora de Indiana Jones o el bláster de Han Solo y se pusiera a repartir leña.
Por eso apreciamos su actuación en Terapia sin filtro como un triunfo y una reivindicación al mismo tiempo. Tiene mérito, a los 80 años, renunciar a tu ego y estatus y probar cosas distintas. En lugar de retirarse por lo alto –algo que de forma figurada ha hecho con sus recientes actuaciones como Han Solo, Rick Deckard y Indiana Jones–, el bueno de Harrison ha decidido probar cosas diferentes. Asaltar nuevas fronteras.
Aunque no es es tan divertida como ‘Ted Lasso’, al igual que ésta, ‘Terapia sin filtro’ mantiene el mismo espíritu de feel good movie marca de la casa.
Así lo reconoció hace poco en una entrevista cuando le preguntaron sobre su reciente fichaje por Marvel para ser el reemplazo de William Hurt en el papel del general Thaddeus ‘Thunderbolt’ Ross. Ford, siempre directo y bien claro dijo: «Mira, he hecho muchas cosas. Ahora quiero hacer algunas de las cosas que no he hecho». Terapia sin filtro entra directamente en esta descripción.
Y viendo la serie, no solo podemos afirmar que él es lo mejor de ella –compensando los puntos débiles de la misma–, sino que el actor se lo ha pasado en grande probando nuevas cosas. Mostrando una faceta más secundaria que le sienta de maravilla y donde puede explorar momentos emotivos en los que no ha sido habitual verle.
Una serie ‘Feel good’
Aunque no es es tan divertida como Ted Lasso, al igual que ésta –sin duda el mayor éxito de Apple–, Terapia sin filtro mantiene el mismo espíritu de feel good movie marca de la casa. Un estilo «buenrollero» muy habitual en la larga carrera de Bill Lawrence. Una carrera que va desde Spin City a Cougar Town, pasando por la MÍTICA Scrubs. Lawrence ha encontrado ahora dos buenos socios en Jason Segel (co-creador y protagonista) y Brett Goldstein.
Al primero, de sus días en Cómo conocí a vuestra madre, ya le conocemos de sobras. Probablemente, de todo ese reparto, fuera el actor con más ganas de salir de ese corsé y probar nuevas cosas. Ahí están papeles como el de The Discovery o su turno interpretando a David Foster Wallace en el biopic del añorado autor El final de la gira. En su faceta de guionista, películas como Paso de ti, Eternamente comprometidos o incluso Los Muppets, demuestran su inclinación por unos códigos de comedia romántica que aúnan lo grosero –por algo viene de la escuela Judd Apatow– con el feel good de lo más «cuqui».
Al segundo, lo hemos conocido siendo el rocoso Roy Kent de Ted Lasso. En sí misma, una versión cute y «buenrollera» de un futbolista real como el leñoso Roy Keane, ídolo del Manchester United. Su evolución en Ted Lasso, interpretando a un tipo duro con un interior dulce, nos vaticinaba que Goldberg tenía también su pequeño corazoncito como guionista. Terapia sin filtro nos lo confirma.
Por mucho que le duela a nuestro corazón gélido, golpeado y cínico, tal y como le sucede al personaje de Harrison Ford, a veces sienta bien aceptar y abrazar lo cursi.
Así pues, el trío creativo de Terapia sin filtro vierte todo su ADN en la nueva serie de Apple TV+. Sin duda, una propuesta que gustará a quienes conecten con Ted Lasso. Sin inventar la rueda ni suponer una gran novedad en el catálogo de la plataforma, Terapia sin filtro va de menos a más gracias a sus personajes y lo fácil que resulta cogerles cariño.
En un panorama, demasiadas veces, ofuscado y pesimista, la serie resulta ser una de esas ventanas –casi utópicas– que ofrecen positivismo y nos recuerdan que vale la pena dejar de comernos el coco y empezar a disfrutar de lo que tenemos. Por muy cursi que suene. Y es que la serie en efecto, es cursi. Como lo es Ted Lasso, no nos engañemos. Y además peca de tapar con modernidad superficial, cierta pátina conservadora. Algo, por cierto, muy yanqui.
Sin embargo, por mucho que le duela a nuestro corazón gélido, golpeado y cínico, tal y como le sucede al personaje de Harrison Ford, a veces sienta bien aceptar y abrazar lo cursi. En otras palabras, sienta bien dejarnos seducir por una lectura vitalista como la de Terapia sin filtro, en la que se obliga a los personajes a hablar entre sí, escucharse y encontrar en este ejercicio dialéctico demasiadas veces olvidado, una vía para mitigar sus problemas. Quién conecte con esta serie sabrá de lo que hablo.