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El 20 de diciembre de 1973, justo hace 50 años, la banda terrorista ETA mató al presidente del Gobierno español, el almirante Carrero Blanco. Un magnicidio en toda regla ejecutado con un atentado bomba espectacular y de una precisión inaudita. La magnitud del golpe fue brutal y, ante la proximidad de una muerte natural de Franco (que llegaría dos años después) en cierto modo, ese atentado marcó el inicio de la etapa de la transición.
La docuserie de Movistar Plus+ Matar al presidente explora los recovecos de un magnicidio que aún hoy ofrece más sombras que luces. Un atentado cuyos autores nunca fueron juzgados y en el que la abundancia de secretismo sigue siendo abrumadora y lo que es pero, nos dice mucho del tipo de estado en el que vivimos actualmente.
A través de sus tres episodios, que funcionan magníficamente como un puzzle realizado a través del relato de diversos periodistas de investigación, familiares de las víctimas, analistas y otros protagonistas cercanos al entorno de ETA y los servicios secretos, el espectador de la docuserie se va haciendo una idea de la complejidad de un atentado en el que, de una forma u otra, confluyeron muchas partes implicadas o si más no, interesadas en que eso pasase. Desde la CIA al núcleo duro del Gobierno.
¿Conspiración? ¿Connivencia? ¿Una serie de casualidades muy coordinadas? Lo cierto es que aún nos siguen faltando muchas respuestas y hasta podríamos decir que Matar al presidente lucha contra los elementos. En este caso elementos de Estado que nos impiden saber toda la verdad, incluso 50 años más tarde. Probablemente la docuserie sea lo más cerca que nos quedemos de esa verdad, gracias a ciertas nuevas pruebas que aporta y a su buen hacer en cuanto a dibujar un mapa, lo más detallado posible, de todo lo ocurrido previamente y posteriormente al atentado.
Matar al presidente es un original de Movistar Plus+ producido en colaboración con 100 Balas (The Mediapro Studio) y está dirigido y escrito por Eulogio Romero, quien nos ha recibido para esta entrevista en la que indagamos en varios de los temas que explora la docuserie así como en la dificultad de hacer pedagogía (y entretenimiento) histórico en un país democrático en el que, sin embargo, recordar e investigar según qué temas parece una misión suicida.
Empecemos por el final de la docuserie Matar al presidente, ahora que está entera en Movistar Plus+, y en concreto, con esa frase de Antonio Rubio, que siempre he creído muy cierta, que es que “estamos en un país sin memoria”. Me gustaría saber si ha sido difícil hacer un documental en un país como este, sin memoria.
Eulogio Romero: Me gusta mucho empezar por ahí, porque yo no tenía tan claro hacia dónde nos podía conducir esta historia, precisamente porque había tantas lagunas, tantos puntos oscuros y obviamente había muchos elementos que sacar a flote, muchos elementos que descubrir. Y al final Antonio Rubio, con su lucidez y con esa experiencia que te dan tantos años de investigación, dio con la clave. Y es que hay tantas cosas por descubrir todavía en nuestro país, ocultas por esa ley de secretos oficiales, que es una ley de 1968 y que no nos permite a los periodistas, a los investigadores, a los documentalistas tener la información de muchas cosas de las que estamos intentando conocer. Porque como él dice también, “es imposible mirar hacia el futuro sin conocer bien tu pasado”. Entonces, claro, es el primer obstáculo que te encuentras. Tú pides documentos oficiales y no puedes tener acceso a ellos. ¿Cómo es posible que 50 años después tú no puedas tener acceso a lo que ocurrió en tu país? Esa documentación nos pertenece a todos. No le pertenece a quien está intentando que no salga adelante, que obviamente es una élite de poder controlada por los partidos políticos, que son los únicos que pueden cambiar la ley. Pero sin embargo da igual el color del partido político (esto es una cosa que me parece importante), nadie está interesado en que salga a la luz esta documentación y esto hace que sea muy complejo narrar o contar lo que pasó. A eso también hay que sumarle que han pasado 50 años y muchos de los protagonistas han fallecido. Entonces, gracias a la labor de los periodistas de investigación que participan en la serie, hemos podido dar voz a aquellos que han fallecido, como son Eduardo Blanco, que era el jefe de seguridad en aquella época, o como otros protagonistas que salen a través de grabaciones o de prensa escrita o de otros elementos que hemos utilizado.
«Hay demasiado silencio sobre una transición que no fue lo que nos contaron»
Pero claro, por desgracia, es muy difícil hacer series documentales en un país donde no se graban las cosas, donde no se guardan bien o donde no dan acceso a ellas. Digo por desgracia, porque en este sentido no somos como en Estados Unidos, que se guarda y llegas a ver documentales donde tienen incluso grabado el momento en el que fue asesinado x persona. Es increíble. Creo que somos una democracia que tiene miedo de mirar al pasado y esto es algo que hay que empezar a superar todo este ocultismo que hay dentro del mundo de los servicios secretos, de la documentación, del acceso a los datos y a los documentos. Creo que ha llegado el momento de superar esto y dar un paso definitivo en este tema. Y Antonio Rubio lo denuncia en la serie y me hago eco de sus palabras porque creo que ha llegado el momento.
Siempre me ha fascinado que, por ejemplo, en España hubieron 5 magnicidios en un periodo de unos 100 años, del 1870 al 1973 aproximadamente, de Primo a Carrero Blanco, y sin embargo seguimos hablando mucho más del magnicidio de Kennedy. Siguiendo con el concepto de memoria, o mejor dicho, de desmemoria, ¿Crees que tenemos algo de culpa en esto como sociedad? Y, ¿porque sentiste que era necesario hacer una docuserie como Matar al presidente?
E.R: Sí, yo creo que has dicho una cosa muy interesante. Y creo que más bien, en lugar de que no le interesa a la gente, hay un gran interés porque esto no le llegue a interesar a la gente. Obviamente nosotros hemos tenido un siglo muy convulso. Mucho más convulso que el de otros países, ¿no? Ha sido muy difícil para nuestro país, con mucha división, con mucho enfrentamiento (que sigue reflejándose a día de hoy), es algo que estamos todavía intentando superar. Entonces claro, de alguna manera con el tema de la transición, después de tantos años de sufrimiento, de tantos años de dictadura, también es normal que la sociedad lo que intentara fuera mirar hacia adelante. Pero ahí está el trabajo y la labor de los periodistas, de los investigadores, de los historiadores, por dar un poco de luz y por poner el foco en los lugares adecuados. Hay demasiado silencio sobre una transición que no fue lo que nos contaron. Por suerte salió bien ,porque dio paso a la democracia. Es decir, el resultado fue bueno, pero quedan muchas cosas por entender y por poner luz sobre cómo se gestó. Porque no siempre el resultado es lo único que importa. Es decir, el camino y el recorrido importa precisamente para intentar entender mejor las cosas.
¿Por qué es importante Matar al presidente, y porque yo, que ni siquiera había nacido, estoy tan interesado en contar la serie de Carrero Blanco? Porque soy de los que piensa que sólo conociendo tu pasado puedes afrontar bien tu futuro. Creo que es fundamental que pongamos luz, no solamente sobre Carrero Blanco, sino también sobre muchísimas otras cosas que pasaron durante la transición. Cómo se tejieron las luchas de poder en esa época en la que es realmente interesante la influencia que tuvo Estados Unidos en la transición española. Hay un libro maravilloso de Alfredo Grimaldos, que por desgracia ya no está entre nosotros, que dice una frase que a mí me parece superinteresante y es que “La CIA ha sido fundamental en en los hechos clave de nuestra historia reciente”. A mi aquella aquella frase me pareció súper interesante, y eso ha dado pie a muchas de mis investigaciones. Creo que hay que conocer qué pasó, hay que entender quiénes son las personas o las organizaciones, grupos de poder que dieron pie a que sucediera realmente lo que sucedió. Porque creo que hay algunas personas que dieron la cara, que estaban en el primer frente, pero que obviamente estaban controladas, manipuladas e impulsadas por otras que estaban en la sombra. Me parece fundamental entender qué pasó para entender quiénes somos hoy, ahora.
En términos generales, los espectadores de Movistar Plus+ que se acerquen a Matar al presidente, ¿Qué se van a encontrar en estos tres capítulos que la completan?
E.R: Mira, yo quería hacer la serie sobre el asesinato más importante de la historia reciente de España y eso, de entrada, es lo que se van a encontrar. Está muy de moda el True Crime, un género televisivo que ahora en el mundo del documental probablemente sea el que más espectadores atrae y yo quería contar esto y todas la derivaciones que tenía el asesinato. O sea que se van a encontrar una serie que es eso, un True Crime, un thriller de espionaje en el que van a encontrar, no solamente las claves del asesinato, sino las claves de cómo se gestó la transición, y cómo se gestó esa lucha de poder para que España sea lo que es hoy. Y creo que eso es muy interesante, porque a mí las series que me interesan son aquellas que tienen muchas capas, donde descubres realmente cómo se construye un país. Y en Matar al presidente hay mucho de cómo se construyó la democracia en España.
Me da la sensación que a nivel de guion, este ha sido un trabajo muy centrado en organizar todos los relatos y las investigaciones de los distintos periodistas que intervienen pero ¿cuánto hay de investigación por vuestra parte? ¿Cómo ha sido este proceso?
E.R: Hoy en día todo va muy rápido. Entonces, por desgracia, las series de televisión no tienen todo el tiempo que nos gustaría para investigar temas tan complejos. Pero nosotros desde el principio teníamos claro que había algunos periodistas de investigación que habían hecho una labor fundamental precisamente por varias razones. Primero, porque hay muchas personas que habían fallecido, o sea, muchos de los protagonistas habían fallecido. Entonces ahí aparecían personajes clave como son Estévez o Mármol, que son los primeros que investigaron el tema, y los primeros que realmente profundizaron y que pudieron tener el tiempo para hacerlo y pasarse varios años investigando, algo que les permitió acceder a una información clave y a unas entrevistas que fueron clave, como es la de Eduardo Blanco que pudimos rescatar. Estoy súper agradecido a la generosidad de Estévez y Mármol por compartir con nosotros de una forma desinteresada toda su investigación, todo su archivo, permitiendo que 50 años después, podamos tener la información clave de lo que ocurrió. Ellos son los que descubrieron muchas de las cosas y hay que darles ese mérito.
Por nuestra parte, hay una gran labor de coordinación, porque hay varios investigadores que tienen matices entre ellos, pequeñas diferencias, o que han encontrado elementos diferentes. Y como no existe el documento que lo corrobore, hay que centrarse en los testimonios. Fueron Mármol y Estévez los que encontraron el sumario hace 25 años, como contamos en la serie, porque estaba oculto. Es decir, estaba escondido dentro de la caja fuerte del Tribunal Supremo, que obviamente no es el lugar para un sumario. Los sumarios deben estar en otro lugar, pero estaban muy interesados en ocultarlo. La cuestión es que durante 25 años más, el acceso fue muy complejo, muy difícil. Ese sumario estaba oculto, con un acceso muy limitado y gracias a que ahora nuestro equipo de investigación ha conseguido tener el acceso completo, hemos podido descubrir algunas cosas que habían estado ocultas hasta hoy. Entre ellas un elemento que me parece muy simbólico como es el tema de la pintada en el sótano.
«Nadie quería a Carrero Blanco, era una de las personas que tenía más enemigos en este país»
Es muy simbólico porque claro, el día del atentado esa pintada no estaba, que es lo que nos han hecho creer durante 50 años. ¿Quién hace esa pintada? Y es muy simbólico porque durante 50 años lo que se ha intentado es que el atentado sea cosa de ETA y sólo ETA. Es decir, que las miradas se dirijan en una sola dirección y que nunca se desvíen. ¿Por qué? Porque ETA estaba interesada en ser ellos y sólo ellos los responsables, pero todos los demás actores implicados en aquella época estaban interesados, insisto, en que en que no se les relacionara con con el atentado. Y eso es un elemento clave en lo que hemos intentado basar Matar al presidente: ¿Quién ayudó a ETA? Porque ellos fueron los que cometieron el atentado. De eso no cabe duda. Ellos estaban allí, ellos pusieron y activaron el explosivo. Pero, ¿cuál es la cuestión? Es muy difícil que ellos pudieran hacerlo solos porque eran terroristas sin preparación en explosivos, en túneles. Invito a cualquiera a hacer un túnel de siete por siete metros sin conocimiento con la ayuda de un libro, y a hacer una explosión tan controlada. ¿Cómo mides eso? La posición de las cargas. ¿Cómo? ¿Por qué? Pero lo que a mí más me llama la atención siempre de este caso es el silencio que se ha guardado durante 50 años por los miembros del comando Txikia de ETA. Estos 50 años en silencio, ¿por qué? Si fue el gran atentado del que siempre se sintieron tan orgullosos, tanto que hicieron un libro sobre él. Hicieron un libro en el que se sentían tremendamente orgullosos de haber incitado o haber impulsado la transición en España, la democratización de España. Entonces, claro, ¿por qué nunca han querido hablar? En la serie hay una declaración de Carlos Estévez en la que dice que puede que fuera para no entrar en contradicciones u otra de Paco Mármol en la que puede que fuera porque ni siquiera ellos tuvieron el control de lo que hicieron. Sea como fuere, 50 años después nosotros hemos intentado hablar con miembros del Comando Txikia y siguen sin querer hablar.
Para la ETA de ese momento, fue una operación de marketing brutal que le otorgó bastante apoyo popular como “abanderados” de la lucha antifranquista.
E.R: Claro, es que hay que recordar a los espectadores que esa ETA no era la misma ETA que la de después de la democracia. No era la misma ETA, no eran las mismas personas ni los mismos objetivos. Era otra ETA. Yo no estoy ni estaré nunca a favor de ningún tipo de terrorismo pero era otra ETA diferente a la que conocimos las generaciones posteriores. La cuestión, sin embargo, es esa, si estaban tan orgullosos porque nunca han hablado? ¿Por qué no quieren hablar? Pasa lo mismo con algunos ex miembros del Servicio Secreto de la Época. Siguen sin querer hablar. Es decir. ¿Qué interés hay allí? Hay una frase muy interesante en el juicio del 23F a Antonio Cortina que fue un ex miembro del Servicio Secreto muy destacado, en la que él mismo relaciona que había coches del Servicio Secreto durante el 23F, igual que los había durante el día del atentado de Carrero Blanco, como contamos nosotros en la serie. Y eso es algo que el propio Cortina cuenta en el juicio del 23F relacionándolo con el magnicidio de Carrero Blanco. Una cosa que me parece muy llamativa es que Cortina en el juicio del 23F es el único de todos los imputados que sí es liberado sin cargos precisamente. Muy curioso que sea el único que lo relaciona con el atentado de Carrero Blanco. Esto es algo que se ha hablado mucho, se ha escrito mucho, sobre todo Antonio Rubio que dice que bueno, “hay personas que todavía tienen información por la que es muy difícil que se le llegue a juzgar algún día”.
¿Y qué crees que es peor, la conspiración o la connivencia?
E.R: Te hago una respuesta directa: creo que la conspiración es peor que la connivencia. Creo que ambas son negativas, obviamente, pero creo que en muchos casos no, no es lo mismo conspirar, gestionar o inspirar un atentado que compartir el beneficio.
Cui bono
E.R: Exacto. Aquí creo que hay mucho de compartir el beneficio en este caso. Es decir, a todo el mundo le interesaba que Carrero desapareciera de la escena política. Lo dice Estados Unidos en alguno de sus telegramas. Obviamente la cuadrilla del Pardo eran los primeros interesados en que el poder se quedara dentro del Pardo y no que Carrero siguiera acumulando poder como estaba acumulando. Las personas que estaban alrededor del entonces Príncipe Juan Carlos tenían sus dudas sobre la participación de Carrero. También la KGB, la antigua URSS y los movimientos de izquierdas con Santiago Carrillo a la cabeza que obviamente tenían una lucha de poder en aquel momento por intentar salir a flote y por intentar encontrar su camino. Nadie quería a Carrero Blanco, era una de las personas que tenía más enemigos en este país. Y ahí es donde entra la connivencia, ¿no? Y parece que mucha gente sabía que esto iba a ocurrir y nadie hizo nada. Y eso es un dato que para nosotros es clave en Matar al presidente, más allá de que no haya un documento que corrobore quién hizo qué. Que mucha gente lo supiera y nadie hiciera nada para protegerlo dice mucho. Pero claro, quizás el dato más llamativo es que la persona que tenía que protegerlo, como era que Arias Navarro fuera nombrado presidente del Gobierno días después del atentado. Esto es un dato que sin duda llamó mucho la atención.
«Kissinger es una de las personas más oscuras de la historia del siglo XX»
A veces pienso que en temas de historia política española hay una cadena de coincidencias extrañas, o sobre todo de chapuzas, y que por eso tantos españoles son así. También da la sensación de que somos un país complicado donde pasan estas cosas, que a veces parecen que solo suceden en las películas.
¿Qué te ha sorprendido más descubrir en todo este proceso?
E.R: Mira, lo que más me ha sorprendido es la cantidad de enemigos que tenía Carrero. Esto es un hecho, y es algo de lo que yo al principio no era tan consciente, y es algo que genera muchos elementos de investigación. Obviamente que siempre está el “quién se beneficia”, y esta pregunta puedes encontrar muchas respuestas. A mí quizás lo que más me ha sorprendido, aparte de la cantidad de enemigos, es que 50 años después todavía haya gente que tenga miedo a hablar o que todavía no podamos tener acceso a los documentos oficiales. Esto es algo que a mí me llamó mucho la atención y ahí creo que tiene mucho que ver el trabajo de los servicios secretos. Creo que los servicios secretos al final se encargan, como digo yo, de que la verdad nunca vea la luz. O al menos de distorsionar esa verdad y de confundir la verdad con las teorías y esto creo que en aquel momento lo hicieron muy bien. Fíjate, aún habiendo sucedido tantas chapuzas creo que hay ciertas cosas que se hicieron bastante bien para que la verdad esté tardando tanto en salir a la luz.
Precisamente el estreno de Matar al presidente coincidió en poco tiempo con la muerte a los 100 años de Henry Kissinger quien es un elemento importante de la serie y de lo que pudo ocurrir con el asesinato de Carrero Blanco. El capítulo 2 de Matar al presidente se centra mucho en ese rol de los Estados Unidos ¿Cómo situamos el papel de la CIA en el atentado? Porque a Kissinger, que se reúne con Carrero Blanco pocos días antes del atentado le avisan sus propios servicios de inteligencia de que no duerma en Madrid precisamente en esas fechas.
E.R: Claro, parece que hay un documento en el que le dicen que tiene que irse ese mismo día, porque parecía que se iba a quedar algún día más y no lo hizo. También hay más datos curiosos: Kissinger iba a venir el día 20, sin embargo, solamente una semana antes (si no recuerdo mal), adelanta su visita al día 18 y luego sale de una forma precipitada. Y luego está esa misteriosa reunión con Carrero Blanco en la que Kissinger no consigue lo que quiere. Sin embargo, seis meses después, sí lo consigue con el ministro Cortina tras la muerte de Blanco. Ahora bien, ¿eso implica que Kissinger diera una orden? No tenemos el dato, no podemos corroborarlo. Nadie podrá hacerlo muy probablemente. Lo que sí sabemos, y esto es un dato objetivo, es que Kissinger es una de las personas más oscuras de la historia del siglo XX. Eso es algo bastante claro. Y se generó también la idea de que estaba implicado en la muerte de muchos líderes. Ahí está la Operación Cóndor, ahí está Aldo Moro. Hay muchos elementos que son públicos y notorios. Y que tuvieran algún tipo de conocimiento de lo que estaba ocurriendo aquí me parece que es obvio.
Claro, es que viendo las políticas de Kissinger es un poco ingenuo pensar que España no importaba nada cuando era al contrario, por ser un enclave estratégico. En este sentido, creo que Matar al presidente produce también una especie de efecto de “orgullo macabro” en el sentido de reivindicar la política española como relevante en todo este juego geopolítico, pues a veces nos pensamos que este es un país que no tiene ninguna importancia en el orden mundial y no es así. ¿Crees que acabaremos descubriendo cosas nuevas de este período histórico? Y a nivel personal, ¿qué te interesa seguir descubriendo?
E.R: Yo espero que sí, espero que sigan saliendo a la luz muchas cosas de esa época. Pero fíjate que nosotros, como bien decías sobre el capítulo dos, ponemos el foco en la importancia geoestratégica de España, mucho más porque recientemente estábamos teniendo problemas en Portugal, que era otro enclave geoestratégico fundamental por el tema de las Azores que era como su su enlace, no hacía hacia Oriente Medio, el norte de África y tal. No hay que olvidarnos que en ese momento estamos en plena Guerra Fría, estamos en un momento clave de lucha geoestratégica mundial y Kissinger era un tipo que necesitaba a España para sus planes, y Carrero Blanco no estaba por la labor. Eso son datos, y luego está la teoría. Se sabe que había un conflicto de intereses entre Blanco y Kissinger y que había un problema que justo unos meses antes, que además ahora por desgracia está muy, muy presente en los medios, fue la Guerra del Yom Kipur. En esa guerra Blanco les niega el acceso a las bases aéreas españolas para que utilicen los aviones, para que utilicen los aviones y los portaaviones. Esto es un gran problema para Estados Unidos. Por eso viene Kissinger a España. Hay que entender que Nixon y Kissinger, precisamente, generaron mucho debate en aquella época. Tuvieron una labor muy oscura en el manejo y en la influencia en países como Chile, Italia y otros tantos; y España estaba en sus objetivos en ese momento, y estaba claro que Carrero no era la persona que iba a ayudar a los Estados Unidos con sus intereses.