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La nueva serie de la factoría Marvel se sostiene sobre la inspirada interpretación de Oscar Isaac, capaz de servirnos de guía en esta atormentada aventura que oscila entre la comedia y el terror psicológico.
El pasado 15 de marzo, en un Madrid que se vistió de rojo desierto, pudimos asistir a la premiere exclusiva de Caballero Luna en los Cines Capitol. Un evento al que no quiso faltar, aunque fuese por sorpresa, ni el propio Oscar Isaac, que ya adelantó algunas de las claves de la nueva serie de Marvel: «íbamos a pasarlo bien»… aunque no nos imaginábamos la que se nos venía encima.
Porque sonará a tópico, pero es completamente cierto. Caballero Luna comparte con su protagonista su mayor virtud: la capacidad de conseguir ser muchas cosas a la vez. La serie nos lanza sin ambages a las aventuras de Steven Grant, un torpe empleado de la tienda de regalos del British Museum londinense con un problemita de personalidad múltiple: su alter ego, Marc Spector, ha hecho un pacto con una deidad egipcia ganando de paso superpoderes que le convierten en el justiciero Caballero Luna. Que se dice pronto.
Pero, en medio de todo este caos, el piloto de la serie, anclado en la mente fracturada de Grant y en su viaje alucinado entre la vigilia y el sueño, consigue arrastrarnos estupendamente de la comedia de situación al thriller, pasando por el terror psicológico. Caballero Luna, que estrena Disney+ este 30 de marzo, sin duda gustará a los que están buscando ese giro algo siniestro que en Marvel ha venido capitaneado por el Doctor Extraño y compañía. Pero seguramente aleje a aquellos que buscan menos enigma y más simplicidad narrativa. Fans del caos y la locura, seguidores del cachondeo: esta es vuestra serie.
https://www.youtube.com/watch?v=C9Z75wfjxCU
Decíamos antes que la mayor virtud de Caballero Luna es su capacidad de hacer malabares con una premisa tan rocambolesca (y tan poco natural, añadiría, para la gente que nunca ha abierto un cómic del personaje que la protagoniza). Sabiendo además equilibrar una mezcla de tonos tan particular. Seguramente el secreto para conseguirlo esté en la forma en la que el personaje de Oscar Isaac consigue atarlo todo, entregando el actor la que desde ya es una de las interpretaciones más logradas de su carrera.
La aventurera Layla El-Faouly adelanta el giro Indiana Jones que la serie toma más adelante, con viaje a Egipto incluido
Isaac integra el peculiar tono de la serie en su Steven Grant desde el minuto cero: consigue trabajar un humor físico netamente british que nos remite a la rica tradición humorística del país. Pero también se transmuta en el clásico protagonista de Hitchcock, el inocente perseguido al que todos creen culpable, un modelo que va desde Cary Grant hasta Jimmy Stewart y que Caballero Luna recupera de la forma más juguetona posible. En su personaje, en el universo de la serie, hay algo de serie B, de clásico de Hammer, de protagonista secundario y bizarro que reivindica su extraño rincón del canon Marvel sin importarle lo que pensemos de él.
El superhéroe de Isaac, en fin, posee un extraordinario carisma que prácticamente garantiza su futura inclusión en el universo cinematográfico de Marvel. Junto a él, un Ethan Hawke en modo villano automático, para qué engañarnos, pero que consigue dotar a su personaje del suficiente interés como para que sigamos viéndole. Y una estupenda May Calamawy (en el personaje de Layla El-Faouly) que con su actitud aventurera adelanta el giro Indiana Jones que la serie toma más allá de sus primeros episodios, con viaje a Egipto incluido.
Y, en medio de todo este caos, el discurso sobre la salud mental. Las series de Marvel han hecho bandera de una cierta introspección psicológica que, seamos honestos, suele empalidecer cuando aparecen las hostias y los monstruos CGI. Hablamos del trauma de Wanda Maximoff, el conflicto ético de Sam Wilson, incluso las largas y filosóficas conversaciones de Loki. El formato serie permite, como es evidente, detenerse más en la exploración de la psique de los protagonistas. Pero hasta ahora la única ficción de Marvel que había sabido hacer sentir como auténtico este sufrimiento interno ha sido Wandavision.
Alter ego, máscaras y avatares
Caballero Luna sitúa la psique de Grant en el centro, haciéndonos sentir con él la confusión, la desorientación, la inestabilidad vital, que los problemas mentales pueden infligir sobre cualquier persona. Hay algo muy interesante no solo en su juego con la idea de la personalidad múltiple, sino también en el estrés postraumático que las acciones de su alter ego (en fin, de su identidad superheroica) pueden infligir sobre Grant. Sin llegar al juego metalingüístico o a la reflexión política radical del Watchmen de Damon Lindelof, Caballero Luna sí que recoge esa búsqueda del clima particular de nuestra época, en la que las identidades sólidas han sido sustituidas por máscaras, avatares, personalidades fluidas.
En definitiva, la serie se mantiene en el estándar de calidad de la mayoría de series y películas Marvel de los últimos años: personajes muy sólidos y un pequeño giro a la fórmula que permita introducir elementos nuevos sin salirse del redil. Sumado a un estilo visual que logra funcionar sobre todo por imitación, por remitirnos a otras propuestas de corte más autoral, o a clásicos intachables. No nos engañemos: exactamente lo que buscan los fans de la compañía cuando pagan la entrada o le dan al play.
En ese sentido, no cabe esperar de Caballero Luna más que una interesante variación sobre la fórmula que ya nos sabemos al dedillo. Nosotros, en cualquier caso, seguiremos reivindicando la experimentación de los primeros episodios de Wandavision, confiando en que alguna de las futuras series de Marvel nos proponga algo nuevo de verdad.