5 vacaciones seriéfilas
Agencia de viajes Serielizados S.A.

5 vacaciones seriéfilas

¿Ya has elegido destino para estas vacaciones? ¿Tailandia, Australia, Hawai? Pues cancélalo inmediatamente: tenemos 5 alternativas que SEGURO que te gustan más porque simplemente MOLAN más.
Agencia de viajes Serielizados S.A.

Ya están aquí las vacaciones, a la vuelta de la esquina, no queda nada, un suspiro y ya estará, ya estarás oficialmente de vacaciones, qué ganas de que lleguen ya, vacaciones, vacaciones, merecidas y benditas vacaciones ¿Y qué quieres decir con vacaciones? Nada, absolutamente nada, y lo sabes. El término vacaciones ha quedado diluido entre las llamadas de tu jefe que sabes que vas a recibir quieras o no y que empiezan con el mítico “Hola bonita, perdona que te moleste, sólo será un momento”, las conversaciones del grupo que tienes con tus padres y hermanos en las que te enteras de TODO lo que están haciendo, y cuando digo TODO es TODO, y la típica amiga que te entra diciéndote “¿Qué tal el viaje?” para acto seguido enumerarte todos los problemas que tiene, entre ellos elegir qué collar le sienta mejor con el vestido que se acaba de comprar para una fiesta a la que no asistirás, así que en los últimos años las vacaciones se han convertido, quizás de manera definitiva, en un sueño, una utopía, un IMPOSIBLE. No vas a desconectar y lo sabes. Aunque te vayas a Canadá y Hawai con tu marido, aunque te hayas dedicado los últimos 4 meses a organizar el viaje de tu vida, aunque lleves cinco años comiéndole la oreja a toda la gente que conoces con que has encontrado un pueblo en el sudeste asiático en el que no hay ni wifi ni cobertura y un grupo de indígenas te curan la diabetes y los dolores menstruales con un brebaje que preparan con pis de ñu y hojas de parra (es hora de que DESPIERTES, ese pueblo NO existe, es una réplica de la Polynesia de Port Aventura rellena de Oompa Loompas al servicio de idiotas como tú que SE LO CREEN), DA IGUAL lo lejos que te vayas, las aplicaciones que desinstales del móvil y la cantidad de vueltas al mundo que dés para someterte a ti mismo a un jet lag que te impida saber en qué momento y en qué lugar te encuentras: las vacaciones ni existen ni son los padres.

Frente a esta situación, querido lector, es obvio que cualquier “plan de vacaciones” que puedas imaginarte va a ser exactamente y solamente eso: una imagen mental que nunca llegará a realizarse. Así que, puestos a imaginar, y ya que te he jodido el día poniéndote en una tesitura que no te atrevías a aceptar aunque en el fondo intuías, vamos a ponernos en modo Agencia de viajes y a realizar una ruta por este selecto catálogo de cinco destinos seriéfilos en los que vivir las vacaciones de tu vida, esas con las que compararías todas las demás y de las que volverías con un síndrome post-vacacional más largo y más duro que la resaca de la boda de tu hermana. Y, cómo no, el primer lugar al que jamás podremos ir y en el que SEGURO que llegarías a desconectar (atrévete a seguir pensando en tu vida después de conocer a Benjamin Linus) es la isla de Perdidos.

 

“La isla en la que todo puede suceder”

Perdidos

«Si quieres un viaje de relax, te sientas en la paradisíaca playa y matas el tiempo jugando a descubrir si lo próximo que verás en el horizonte será un not-pennys-boat, un submarino o un helicóptero»

En un mundo mejor, sería posible escribirle una carta a la isla de Perdidos y sacar todas las frustraciones que dejó almacenadas dentro de mí durante sus seis temporadas. En un mundo ya perfecto, la gente entendería la ironía y la burla y no creerían que simple y sencillamente no entendí la serie. En ese mundo ya perfecto, como digo, sería posible ir de vacaciones a una isla en la que se pueden disfrutar diferentes tipos de clima, de paisaje y de densidad de misterios según uno prefiera. Porque lo mejor de la isla de Perdidos como destino vacacional es que (a diferencia de Marina d’Or Ciudad de Vacaciones que está pensado sólo para gente con un clarísimo déficit emocional) la isla de Perdidos puede acoger a tantos tipos de visitantes como espectadores que disfrutamos con la serie: si quieres un viaje espiritual, te vas al Templo (ese que apareció de repente, ¿te acuerdas?); si quieres un viaje de relax, te sientas en la paradisíaca playa y matas el tiempo jugando a descubrir si lo próximo que verás en el horizonte será un not-pennys-boat, un submarino o un helicóptero; si quieres un viaje psicotrópico te metes toda la droga que hay almacenada en las figuras de la Virgen (uy, no, que era droga dura, no me hagáis caso, NO OS DROGUÉIS) y si lo que quieres es un viaje solidario, hacer del mundo un lugar mejor, te vas a la escotilla y salvas la humanidad constantemente pulsando un botoncito cada 108 minutos. Aunque si de verdad quieres emoción, aventura de la buena, te tienes que ir beyond the wall.

 

“Aventuras más allá del muro”

Juego de Tronos, más allá del muro

«Adentrarte en las profundidades de lo desconocido con el terror acechante de que se te acerquen unos zombies con la seguridad de que si Sam pudo con ellos, tú también podrás»

Vale, sí, todos los escenarios de Juego de tronos merecen una visita. Dorne es muy bonito tiene unos jardines geniales, pero te puedes ir al Alcázar de Sevilla y ya está. Si estás buscando un viaje erótico festivo puedes ir a cualquiera de los siete reinos que Meñique se habrá encargado de ponértelo fácil para satisfacer tus fantasías más descabelladas. Sin embargo, lo que yo te propongo aquí, querido lector, es un viaje único en la vida porque puede que sea el último: adentrarte en las profundidades de lo desconocido con el terror acechante de que se te acerquen unos zombies con la seguridad de que si Sam pudo con ellos, tú también podrás, y descubrir lo que el 99% de los personajes de Juego de Tronos no ha conocido y teme con toda su alma. ¿Buscas aventuras? Pues ¿qué mejor plan para desconectar del mundanal ruido que arriesgar la vida, vidriagón en mano, mirando siempre por encima del hombro no vaya a ser que uno de tus compañeros planee asesinarte cuando menos te lo esperas tú y TODOS LOS ESPECTADORES/LECTORES DEL MUNDO, GEORGE R. R. MARTIN, TODOS? Ameniza este recorrido por el invierno con un paseo en barco sobre aguas gélidas, una ruta cultural por las ruinas de la cabaña de Craster y empieza una pelea de bolas de nieve con los salvajes que te encuentres, ¡diversión asegurada!

 

“La mansión de tus sueños”

mansión señor Burns Los Simpson

«Tiene 3 pisos y 200 habitaciones por piso, o sea que el negocio vacacional lo tiene montado sin querer, que allí te vas de vacaciones con la familia, los amigos…»

Pero vale, puede que no seas una persona con tendencias suicidas, así que vamos a relajarnos y buscar un sitio que sea bueno, bonito y… Barato no, ¿ves? Eso sí que no. Barato no iba a ser, porque sospecho que reservar una noche en la Mansión del Señor Burns iba a costarte un poco menos que el trillón de dólares que allí alberga en forma del único billete existente de tal cantidad. Y eso que la mansión del señor Burns, cuidadito, tiene 3 pisos y 200 habitaciones por piso, o sea que el negocio vacacional lo tiene montado sin querer, que allí te vas de vacaciones con la familia, los amigos, los compañeros de trabajo que te caen bien y sus familias y sus amigos, los compañeros de trabajo que no te caen bien solos, que les jodan, y con toda la gente que conozcas en el avión hacia allí y ni whatsapps ni rollos, todos a desconectar juntitos. Aunque no hayamos visto ni la mitad de las instalaciones del pedazo palacete que el magnate de Springfield se construyó y sólo sospechemos que ahí caben veinte jacuzzis, tres discotecas y una reproducción al doble del tamaño real de tu playa favorita, basta con pensar que, tras la estancia, en lugar de meter botes de champú y gel, zapatillas y peines en la maleta, podrías recolectar desde monedas de oro hasta un peluche con forma de oso por el que pedir un rescate millonario y que, por si fuera poco, podrías gozar de una sesión a lo Pretty Woman en un vestidor que le daría envidia a la mismísima Carrie Bradshaw con los mocasines saltarines y el chaleco de gorila que tan bien lució el señor Burns.

 

“Una experiencia que te cambiará la vida”

Fox River, prisión de Fox River

«Los primeros días serán duros, necesitarás un período de adaptación, como es normal, pero enseguida te convertirás en uno más de la cárcel»

Pero no todo en esta vida son lujos y a veces hay que aprender a vivir con lo mínimo, así que otra opción a contemplar sería alojarte un par de semanas en la prisión de Litchfield o en la de Fox River. Para hacerlo tienes dos opciones: seguir el método de la ficción (hacer de mula por amor o robar un banco a mano armada) o el método real (hacerse político, robar mucho, cumplir poco en prisión y volver a tu vida de multimillonario). Los primeros días serán duros, necesitarás un período de adaptación, como es normal, pero enseguida te convertirás en uno más de la cárcel y serás el que meta tampones en la comida a los demás o el que rasque en las paredes de la prisión para escaparte con tu hermano de esta especie de campamento de verano para adultos sólo que con un plus de peligrosidad. Sin embargo, esta opción tiene una ventaja que seguro que terminará de convencerte: allí es imposible que te contacte tu jefe, quizás incluso no vuelvas a verlo porque al salir te habrán recolocado como consejero en cualquier otra empresa para que no manches la imagen del partido político al que pertenecías. Win-win, querido lector, win-win.

 

“Un viaje a lo más profundo de ti mismo” (uf)

Viaje Alucinante

«Imagínate cogiendo una de esas naves monoplaza y recorriendo el hígado, viendo la digestión en directo o asistiendo en primera fila, qué sé yo, a un derrame cerebral»

Y para win-win el último viaje que voy a proponerte, que te llevará a un mundo de ciencia ficción que habita dentro de ti (uf, uf) y que en el fondo sabes de sobra que siempre has querido hacer: el viaje al interior del cuerpo humano. A ver, ¿qué otro mundo ibas a querer visitar pudiendo meterte en tu propio cuerpo (¿egocéntrico? ¡qué va!) o en el cualquier persona que conozcas/ames/ODIES y descubrir todos esos bichitos que tenían pinta de simpáticos aunque fueran vete a saber tú qué cosa maligna y que de pequeño te hicieron rayarte y excitarte a partes iguales con la posibilidad de que TODO ESO se estuviera paseando dentro de ti? Imagínate cogiendo una de esas naves monoplaza y recorriendo el hígado, viendo la digestión en directo o asistiendo en primera fila, qué sé yo, a un derrame cerebral, un ataque al corazón o a un embarazo que ni él ni ella quieren ni se esperan. Un mundo en el que todo se arregla con risitas, educación y orden y en el que un pedo o un estornudo se convierten en un espectáculo de fuegos artificiales vistos desde una montaña rusa.

Verano azul

«Para eso están las series, querido lector, para que puedas pensar en mil destinos mejores que estos que te acabo de proponer»

Pero bueno, nos conocemos, querido lector, y puede que ninguno de estos planes te haya convencido. Eres exigente con alguien que te ha hecho darte cuenta de que las vacaciones no existen: lo entiendo, pero para eso estamos. ¿Que no te ves en la mansión del señor Burns? Alquílate la de Bette y Tina de The L word, con ellas dentro si te gustan las tías (¿un fin de semana con dos lesbianas y posiblemente con todas sus amigas lesbianas también y una piscina? Espero una carta de agradecimiento) y si te gustan los tíos, con ellas dentro también, nunca se sabe (guiño, guiño). ¿Que no eres muy fan de la playa de la isla de Perdidos? Vete a la de Verano azul, esa serie que tanto nos hizo soñar con unas vacaciones perfectas y que LO SIENTO pero ninguno RECORDAMOS más allá de unas bicicletas, un silbido y un pescador muerto, LO SIENTO PERO ES LA VERDAD, ni aunque la repongan cien veranos seguidos vamos a salir de ahí; o déjate llevar por planes alocados como pasar un fin de semana en la cama con Francis y Claire Underwood, un viaje al pasado para infiltrarte en Mad Men, esa serie tan imprescindible que es la que te exigen haber visto para darte el carnet de Serielizados, o al futuro para sumergirte en Black Mirror (para eso espérate dos días y ya está), o incluso vete a Miami y mata a Dexter para evitarle esa mierda de final que le llegó. Para eso están las series, querido lector, para que puedas pensar en mil destinos mejores que estos que te acabo de proponer y dejar comentarios justo aquí abajo diciendo que “Menuda basura de artículo, ¿no se os ocurría un tema mejor o al menos alguien mejor para escribirlo que no esta inútil que dice que no existen las vacaciones?”, para que con ellas sí que podamos desconectar y no con unas FALSAS e INEXISTENTES vacaciones que están justo ahí, a la vuelta de la esquina, ya llegan, por fin, benditas y merecidas vacaciones, vacaciones, vacaciones.

Don y Megan Draper en la playa

PD: El único objetivo que tiene la autora con este artículo es concienciar a los lectores de la necesidad de respetar el descanso de los compañeros/familiares/amigos durante las vacaciones y hacer de este un mundo mejor. En realidad no ha visto ninguna de las series que ha mencionado ni le interesa el mundo de las series ni tampoco tiene televisor porque vive en un pueblo del suedeste asiático en el que no hay ni wifi ni cobertura. Sólo ha visto Mad Men (en dos días, con el Fast Forward y aburriéndose soberanamente), que si no no le dejaban escribir aquí.

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