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Después de una larga temporada en la que Hollywood parecía que no daba con la tecla para adaptar a la pantalla los videojuegos más exitosos, las plataformas de streaming y la televisión se han dado cuenta de que el formato de serie es, tal vez, el más adecuado para ello y han encadenado varios títulos que han encontrado el favor de público y crítica. El más destacado es The last of us en HBO, si descontamos las series animadas en Netflix sobre Castlevania, Cyberpunk 2077 o League of Legends (Arcane), y Prime Video se anotó un tanto la pasada primavera al demostrar que, además, se podía conservar el sentido del humor de algunos de esos juegos con su serie de Fallout.
Sony intentó primero una adaptación al cine que no fructificó. El formato serial, no obstante, dispone de más tiempo para que el espectador se adentre en ese mundo y conozca sus reglas y sus personajes
Lo ejemplos de la pequeña pantalla destacan con el fracaso en taquilla que ha sido Borderlands, más aún si comparamos la película de Eli Roth con Twisted Metal, otra historia postapocalíptica poblada por personajes excéntricos y, en ocasiones, hasta estrafalarios, con una vocación de comedia de acción bastante más pronunciada y cocreada por las mentes pensantes detrás de Zombieland y las películas de Deadpool, Rhett Reese y Paul Wernick, junto con Michael Jonathan Smith. Reese y Wernick imprimen desde el principio ese descreimiento del mercenario bocazas de Marvel que lo ha hecho enormemente popular, y su reto está en construir un universo lo suficientemente atractivo para enganchar a la audiencia.
De qué va ‘Twisted Metal’
El juego de PlayStation es, básicamente, un derbi de demolición, o una carrera de destrucción; el jugador tiene un vehículo modificado repleto de armas y combate contra otros vehículos en una arena que es una ciudad o entorno diferente de ese mundo. El objetivo es participar en el torneo Twisted Metal que se celebra anualmente y cuyo ganador puede pedirle un deseo al organizador, Calypso, pero también ha de ser consciente de que, a veces, que sus deseos se hagan realidad no es precisamente lo mejor que puede pasarle.
Hay bastante potencial para ambientar una ficción en ese universo. De hecho, Sony intentó primero una adaptación al cine que no fructificó. El formato serial, no obstante, dispone de más tiempo para que el espectador se adentre en ese mundo y conozca sus reglas y a sus personajes. En este caso, enseguida se dará cuenta de que la saga de Mad Max arroja una larga sombra sobre Twisted Metal, con ciudades valladas donde viven unos pocos elegidos y un exterior donde lo único de valor es un coche y la gasolina.
La serie tiene un protagonista ideal en Anthony Mackie, que transmite la socarronería y, al mismo tiempo, el idealismo de ese John Doe
Nuestro guía será John Doe (que en inglés es la denominación que se da a alguien sin nombre, un Juan Nadie), un “lechero”, es decir, un conductor que se dedica a llevar paquetes de una ciudad a otra. Los lecheros son objetivo de salteadores de caminos y de los señores de otras comunidades, y John se ha labrado un nombre por su resistencia y su fiabilidad. Por eso, la jefa de Nueva San Francisco le encarga un transporte a Nueva Chicago; si lo completa con éxito, podrá quedarse en la ciudad. El problema es que el camino es largo y muy peligroso y, además, el encargo tal vez no sea exactamente lo que parece.
Acción y comedia gamberra
La serie tiene un protagonista ideal en Anthony Mackie, que transmite la socarronería y, al mismo tiempo, el idealismo de ese John Doe a quien resulta bastante fácil engañar prometiéndole ese paraíso en la tierra que para él es Nueva San Francisco. Encaja bien en ese nivel de realidad aumentado en el que opera la serie, que al fin y al cabo tiene un villano que parece Bane con la máscara de Pennywise y que se mueve en una furgoneta de helados. El arranque muestra el principio del periplo de John y construye el universo de la ficción con un par de pinceladas porque ya confía en que la audiencia está más que familiarizada con terrenos desérticos, carreteras abandonadas llenas de peligros y una multitud de gente pobre agolpada en las puertas metálicas de ciudades que intentan agarrarse a la idea de cómo eran años atrás.
Quizá no sea del todo la aventura gamberra y alocada que pretende, pero hay potencial para la diversión
Después de, por ejemplo, Fallout, o de una serie de Syfy muy poco vista llamada Incorporated, Twisted Metal no aporta nada original. Su propuesta descansa en la sensación de que su mundo es caótico e imprevisible, algo que el principio no termina de transmitir, y en no tomárselo demasiado en serio. El humor cafre, al menos, la distingue de esos postapocalipsis serios y deprimentes que han vuelto a ponerse de moda; John no persigue la salvación de la humanidad, sino dejar de vivir en su coche, lo que podría verse como una conexión directa con la situación en el mundo real de algunas personas que, pese a tener trabajo estable, han de recurrir a su vehículo como vivienda porque no pueden permitirse otra. Pero no es ahí donde está el propósito de la serie.
Ese no es otro que entretener y divertir. Y llegar a un público joven que acude al cine a ver a Deadpool machacar enemigos y soltar estupideces. Solo le falta el componente meta, aunque hay algún que otro guiño muy directo a los juegos originales. También le habría venido muy bien algo más de presupuesto para dotar de mayor empaque a sus paisajes, pero Peacock no es Amazon. Lo que sí es un interesante cambio de tercio para AXN, porque sí destaca bastante entre sus policías y bomberos. Quizá no sea del todo la aventura gamberra y alocada que pretende, pero hay potencial para la diversión.