‘La Mesías’ o cómo las series pueden ser una experiencia religiosa
Que Dios nos pille confesados

‘La Mesías’ o cómo las series pueden ser una experiencia religiosa

Si con la serie de Los Javis no has saciado tu sed de catolicismo seriéfilo ahí están Andrés Pajares, Jude Law y Chus Lampreave para conseguirlo.

Si una cosa ha conseguido La Mesías, además de recordarnos que Lola Dueñas tiene un talento inagotable para la comedia y de revolucionar el cartel del Primavera Sound subiendo al escenario a las Stella Maris en un más que cuestionable giro de guión, ha sido recuperar un tema que aparece, de una forma u otra, en la gran mayoría de las series de televisión, uno que de vez en cuando llega incluso a convertirse en protagonista: la religión, más concretamente la religión cristiana.

¡Ay, señor, señor! marcó un antes y un después en el imaginario milennial y nos permitió, entre otras cosas, descubrir a Javier Cámara

La serie de Los Javis plantea todo tipo de dilemas morales, tragedias personales y debates sociales que tienen en su eje la supuesta relación de una mujer con Dios. Como ya hicieron con La Llamada, los creadores han sido capaces de diferenciar la fe de los mecanismos y estructuras a los que ésta se vincula para poner el foco sobre determinados entornos relacionados con el catolicismo. Y aunque la propuesta de La Mesías sea original, arriesgada y contemporánea, no es ni mucho menos la primera vez que los seguidores del dios cristiano se convierten en protagonistas de una serie en la que el tema se aborda también desde el humor. ¿O es que alguien ha sido capaz de olvidar a Andrés Pajares vestido de sacerdote?

Javier Cámara y Andrés Pajares en ‘¡Ay, señor, señor!’

Corría la primavera de 1994 cuando Antena 3 estrenaba ¡Ay, señor, señor!, serie protagonizada por el padre Luis y cuyo primer capítulo llevaba por título “El hábito no hace al monje”. Meses después del estreno, Pajares, protagonista y creador de Ay, Señor, Señor, reconocía en una entrevista en El País que la serie era “una buena publicidad para la iglesia católica” y que incluso le habían dado la enhorabuena curas y obispos. Y afirmaba que no hacían “risa fácil” porque tocaban temas sociales que preocupaban a la gente como “el sida, la droga, la vejez y la xenofobia”. Llegaron a emitirse 28 capítulos de la serie durante los dos años que estuvo en emisión hasta que en enero de 1996 fue cancelada para después pasar a remitir de forma asidua. Fue, sin lugar a dudas, una comedia que marcó un antes y un después en el imaginario milennial y que nos permitió, entre otras cosas, descubrir a Javier Cámara, ese enorme actor que años después volvería a ponerse los hábitos en una serie radicalmente diferente, The Young Pope.

Si no nos había explotado la cabeza con Andrés Pajares haciendo de cura, ¿qué esperaba Paolo Sorrentino, que con Jude Law sí lo hiciera? Pues la verdad es que cerca estuvo de conseguirlo, más cuando en la segunda temporada lo remató introduciendo a John Malkovich en la ecuación. La serie que HBO estrenó en 2016 es excesiva, es prodigiosa, es desafiante y es, sobre todo, una virguería. Y aunque el Papa sea el protagonista y el Vaticano el escenario, The Young Pope es una serie en la que se podría decir que el ego, el sexo o el poder son elementos con mucho más peso que no la fe.

Waller-Bridge conseguía sublevar al coprotagonista de sus sueños, The Priest, a la categoría de superhombre, de mito, de héroe

Aunque, bien pensado, ¿no es de todo esto que va también la religión? Merece la pena ver la serie ni que sea por el cardenal Voiello (interpretado por Silvio Orlando), por las conversaciones en los jardines del Vaticano y muy especialmente por todos y cada uno de los looks de Lenny Belardo a.k.a el Papa Pío XIII. Sería él quien encabezaría el listado de “curas con los que las series nos han hecho soñar” si no fuera, claro, por la existencia de The Priest. 

Jude Law y Javier Cámara compartiendo escena en ‘The Young Pope’.

Si con todos y cada una de las escenas en las que aparece Andrew Scott en la segunda temporada de Fleabag no nos hubiera bastado para que el personaje que interpreta nos robara el corazón, Phoebe Waller-Bridge nos hizo el favor de regalarle una de las mejores frases finales que se han pronunciado en lo que llevamos de siglo en cualquier serie de televisión. Con ese “It’ll pass” que cierra el último capítulo de Fleabag empezaba una nueva era para cualquier romántico con dos dedos de frente y Waller-Bridge conseguía sublevar al coprotagonista de sus sueños a la categoría de superhombre, de mito, de héroe. Poco antes, el discurso que pronunciaba mientras oficiaba la boda que tiene lugar en el último episodio es lo más cerca que toda una generación estará jamás de creer en el amor y en el compromiso. Es, incluso, lo más cerca que muchas estaremos jamás de la fe.

Si existiera el homólogo del calendario del Vaticano en versión femenina y televisiva, algunas de las protagonistas provendrían de la serie estrenada en 1998 en Telecinco, ‘Hermanas’

Aun así, el recurso del cura sexy no fue inventado por Waller Bridge, sólo perfeccionado, porque, como con cualquier otra cosa relacionada con el sexo en televisión, antes ya lo había hecho Samantha Jones –con permiso de El pájaro espino, claro–.  Era en el primer capítulo de la cuarta temporada de Sexo en Nueva York cuando el personaje interpretado por Kim Cattrall dedicaba todos sus esfuerzos a seducir a un sacerdote que perfectamente podría haber sido uno de los protagonistas del calendario del Vaticano que se edita desde hace ya más de veinte años y que también es conocido como “el de los curas guapos”. 

Andrew Scott, el ya mítico Priest, en ‘Fleabag’.

Si existiera el homólogo de ese calendario en versión femenina y televisiva, algunas de las protagonistas podrían provenir de esa anomalía que fue la serie estrenada en abril de 1998 en Telecinco, Hermanas. Se trataba de una ficción ubicada en un convento y protagonizada, entre otras, por Ángela Molina, Pilar Bardem o Anabel Alonso y en la que Chus Lampreave hacía de Chus Lampreave en versión monja fundadora fantasmal. Entre los guionistas se encontraban Daniel Sánchez Arévalo (Primos, Azuloscurocasinegro) o Ignacio del Moral (Los lunes al sol, La voz dormida) y a pesar de su corta duración, apenas dos temporadas emitidas en dos tandas del mismo año, fue una de esas rarezas que quince años después resulta inevitable preguntarse si llegaron en el momento oportuno.

¿Eran unas avanzadas a su época o llegaban demasiado tarde para seguir la estela de Sister Act? Ya lo decían ellas en la sintonía de la serie, que eran “las hermanas del convento más antiguo y más moderno”, uno que perfectamente podría haber sido fundado por Montserrat Baró, la protagonista de La Mesías

‘Hermanas’, con Ángela Molina, Pilar Bardem, Anabel Alonso y Chus Lampreave, entre otras.

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