‘Dune: la profecía’ quiere ser más seria de lo que debe
Crítica de la serie

‘Dune: la profecía’ quiere ser más seria de lo que debe en sus luchas por el poder

Max acaba de estrenar la precuela de las películas de ‘Dune’ de Denis Villeneuve, ambientada 10.000 años en el pasado y centrada en torno a las hermanas Harkonnen que terminarán fundando las Bene Gesserit. Ese enfoque en las mujeres de la saga y su lucha por tener poder la emparenta también con otra precuela de HBO, ‘La Casa del Dragón’.

Los hombres antes pegarían fuego al reino que ver a una mujer subir al Trono de Hierro. Esta frase que Rhaenys le dice a la joven Rhaenyra en el primer episodio de La Casa del Dragón podría aplicarse perfectamente a Dune: la profecía cambiando simplemente el Trono de Hierro por el Imperio. Es una comparación que se ha hecho hasta la extenuación y que ha aparecido ahora en lugar de cuando se estrenaron las exitosas películas de Denis Villeneuve que adaptaban el clásico de ciencia ficción de Frank Herbert, publicado en 1965. Lo hace porque su continuación en televisión encaja en la estrategia de expandir universos de éxito con spin-off y, especialmente, crear series derivadas de películas que hayan funcionado bien en taquilla. Ahí está, por ejemplo, El Pingüino, que ha contado la historia de origen de ese personaje después de lo que ocurre en The Batman.

Las comparaciones son también inevitables porque Dune arroja una sombra bastante larga sobre las obras de ciencia ficción posteriores. Ya en las películas se aprecia claramente de dónde le vino a George R.R. Martin la inspiración para sus casas enfrentadas en la obtención del trono, su centro en las maniobras políticas y traiciones necesarias para ella y en la presencia de un heredero exiliado dispuesto a regresar para asumir su legado. La línea que une a Daenerys Targaryen con Paul Atreides es mucho más recta de lo que parece.

Emily Watson y Olivia Williams, las intérpretes de Valya y Tula, ya son justificación suficiente para dar a la serie una oportunidad

También lo es la que lleva de Rhaenyra Targaryen y Alicent Hightower a Valya y Tula Harkonnen, las dos protagonistas principales de Dune: la profecía. Las dos hermanas viven 10.000 años antes del nacimiento del futuro Lisan Al-Gaib y forman parte de una especie de comunidad monástica llamada la Hermandad. Sus integrantes son todas mujeres y se dedican a ser veraces de las grandes casas del Imperio, es decir, que asesoran a sus líderes detectando cuándo alguien les miente y diciéndoles la verdad.

Por supuesto, esa posición les otorga también una gran influencia que Valya quiere utilizar para controlar los designios del Imperio. Su motivación principal es devolver la gloria al apellido Harkonnen, mancillado después de un familiar suyo fuera acusado de traidor en la guerra contra las máquinas pensantes, y conseguir un gobernante ideal a través de mejora genética. Ideal y leal a sus intereses, por supuesto. Pero este objetivo no es apoyado con el mismo entusiasmo por algunas hermanas y Tula tiene también sus dudas sobre él.

Dune: la profecía

Emily Watson y Olivia Williams son las hermanas Valya y Tula en ‘Dune: la profecía’.

Un gigante con pies de barro

Dune: la profecía está creada por dos veteranas como Diane Ademu-John y Alison Schapker, que sabe lo que es supervisar series de grandes dimensiones porque entre sus trabajos anteriores se cuentan Westworld o Altered carbon. Su material de partida es uno de los libros que otros escritores han seguido publicando sobre el universo de Dune tras la muerte de Herbert en 1986. En este caso es Sisterhood of Dune, Kevin J. Anderson, publicado en 2012 y que forma parte de varias trilogías que cuentan el pasado del Imperio antes del nacimiento de Paul Atreides. Permitidme la nota personal de apuntar que no he leído ese libro, solo el Dune original, así que solo puedo juzgar la serie por sí misma, y no como adaptación. Y, ahí, hay algunas cosas que no terminan de funcionar.

Ha conseguido mantener el estilo visual de las películas de Villeneuve […] esa ampulosidad, no obstante, juega a la vez en su contra porque otorga una seriedad que no ayuda a que la trama alrededor de la Casa Corrico tenga algo de chispa

Cuando la trama transcurre en Wallach IX, el planeta donde la Hermandad tiene su sede, y vemos que las acólitas, aunque parezcan iguales, son muy conscientes de las diferencias de clase y familia de muchas de ellas, la serie resulta más interesante. Allí también es donde vemos juntas a Emily Watson y Olivia Williams, las intérpretes de Valya y Tula, y eso ya es justificación suficiente para dar a la serie una oportunidad. La determinación férrea de la primera y la obediencia con algunas dudas de la segunda forman un díptico interesante de ver. Incluso aunque ya lo hayamos visto antes en La Casa del Dragón, sus maniobras para conseguir que una mujer acabe en el trono son el verdadero centro de la serie y presentan sus propios retos y características.

Pero luego existe toda una trama en el planeta de la Casa Corrino, a la que pertenece el emperador, que en el arranque de la ficción nunca logra despegarse del todo del recuerdo de Desembarco del Rey ni conseguir interés. Se cuenta porque Talya quiere que la princesa entre como acólita en la Hermandad, pero alrededor del emperador se mueven otras agendas que compiten con los intereses de la Harkonnen. Por supuesto, hay problemas en Arrakis con la extracción de la Especia y aparece un misterioso personaje que está dispuesto a acabar con la influencia de las veraces en los líderes del Imperio. Es el gran antagonista, pero a Travis Fimmel, su intérprete, ya lo vimos de fanático religioso en Raised by wolves y es posible adelantarse a las revelaciones sobre él. Más allá de garantizar un par de momentos impactantes, es el punto más débil del inicio.

Dune: la profecía

‘Dune: la profecía’ está disponible en Max.

Las mujeres en la sombra

Lo que sí se ha conseguido es mantener el estilo visual de las películas de Villeneuve, algo que también hacen otras precuelas de este corte como Los anillos de poder con la trilogía cinematográfica de Peter Jackson. Sus decorados son ampulosos y, al mismo tiempo, austeros y ofrecen sensación de familiaridad al espectador, más allá de que los apellidos Harkonnen y Atreides y el planeta Arrakis se mencionen a menudo. Esa ampulosidad, no obstante, juega a la vez en su contra porque otorga una seriedad que no ayuda a que la trama alrededor de la Casa Corrico tenga algo de chispa. Más allá de que Sarah-Sofie Boussnina, que interpreta a la princesa Ynez, parezca en ocasiones la versión espacial de Claudia Salas, hay poco donde agarrarse ahí. Aparte, la acción transcurre mayoritariamente en interiores, lo que quita algo de espectacularidad.

Hay potencial para que se cuente algo con cierta enjundia sobre las mujeres que siempre están a la sombra del poder y lo que ocurre cuando deciden tomarlo directamente

El meollo del asunto está en la Hermandad, en sus propias maniobras y rencillas internas y en unas Valya y Tula que sí son interesantes de ver. Hay potencial para que se cuente algo con cierta enjundia sobre las mujeres que siempre están a la sombra del poder y lo que ocurre cuando deciden tomarlo directamente, o todo lo directamente que se les permite, pero habrá que esperar al final de la temporada para ver si ese potencial se cumple. Eso sí, Emily Watson ha contado que, cuando supo que tenía el papel, se fue con Olivia Williams a la National Gallery de Londres a ver los retratos de otras dos familiares que buscaban el poder, primas en este caso: María, reina de los escoceses e Isabel I. Así que se avecinan curvas más allá de esa profecía que da título a la serie.

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