Claire Underwood, salvadora de 'House of Cards'
De secundaria a protagonista

Claire Underwood, salvadora de ‘House of cards’

El personaje interpretado por Robin Wright ha conseguido resucitar una serie estancada en la autocomplacencia ganándose el puesto de auténtica protagonista de la función
Robin Wright - Claire Underwood CLAIRE UNDERWOOD, SALVADORA DE ‘HOUSE OF CARDS’ - Alejandra Palés - Serielizados

¿Notáis el frío a vuestro alrededor? No, no os habéis dejado la nevera abierta, es Claire Underwood y su gélida mirada desde vuestra pantalla. La esposa del presidente de los Estados Unidos se ha convertido en esta cuarta temporada en la auténtica protagonista de House of Cards, algo que muchos ya intuían y deseaban desde el inicio de la serie. Y es que, mientras que el personaje interpretado por Kevin Spacey no parece tener mucho más recorrido por delante, el de Robin Wright esconde, bajo su regia postura y su armadura en forma de traje chaqueta, infinitas posibilidades.

Desde antes de finalizar la tercera temporada, Frank Underwood ha dado signos de cansancio. En parte por la interpretación monocorde de Kevin Spacey y, en parte, porque el personaje ha quemado barcos a destajo, hecho que ha dejado al espectador sin margen para la sorpresa. La voracidad desatada del demócrata, contrasta con el tempo que los guionistas se han tomado para desarrollar el personaje de Claire Underwood, cuyas capas y aristas se han ido revelando en cuentagotas hasta otorgarle el estatus de protagonista. Finalmente se ha descubierto la verdad: todo este tiempo, la serie iba sobre ella. Una Lady Macbeth evolucionada, el reverso tenebroso de la Alicia Florrick de The Good Wife; al lado de su marido aguantando carros y carretas por un motivo superior: su propia gloria.

Robin Wright 2 - Claire Underwood CLAIRE UNDERWOOD, SALVADORA DE ‘HOUSE OF CARDS’ - Alejandra Palés - Serielizados

«El ritmo vertiginoso de las argucias del matrimonio no se ve apoyado por una cadencia visual que nos mantenga en vilo»

Su protagonismo se ha convertido en el salvavidas de la cuarta temporada de House of Cards, una serie que cada día adolece más de una autocomplacencia formal -su gran pecado original- que choca con la concatenación de conspiraciones y triquiñuelas de los personajes. El ritmo vertiginoso de las argucias del matrimonio no se ve apoyado por una cadencia visual que mantenga al espectador en vilo. Se nota en los capítulos una cierta languidez -esa atmósfera siempre un punto lúgubre- interrumpida por contados momentos de genialidad.

Sin duda, el gran aliciente de esta temporada ha sido la compleja pero, al mismo tiempo, pragmática personalidad de Claire y la revelación tanto de sus orígenes -con la presentación de su madre- como de sus intenciones hasta ahora ocultas. Podríamos objetar que en el fondo no se diferencia mucho de su marido. Mentira. El personaje de Frank es mucho más transparente y evidente, ya que, desde el principio, establece una relación de sinceridad con el espectador rompiendo la cuarta pared, un recurso estilístico que es seña de identidad de la serie. Claire nunca se ha sincerado con nosotros y por ello siempre ha ido un paso por delante, su magnetismo y misterio es lo que hace que aún aguantemos House of Cards. Y la relación de amor-odio con su marido, el único que la entiende en su globalidad pero del que también recela, es la única aproximación mínimamente humana en una serie que destaca por mantener las distancias entre sus personajes.

A lo largo de la serie, House of Cards la ha usado para apuntar diversos debates entorno a la mujer, como pueden ser la maternidad como única vía para la realización, los obstáculos para el desarrollo profesional -Claire acaba reclamando explícitamente su lugar en la historia- o la estructura clásica de familia que impera en la sociedad occidental. Ella es la que aporta profundidad a la serie, muy por encima de su marido, cuya figura ha quedado reducida a la del arribista que haría cualquier cosa por dejar atrás sus orígenes humildes.

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